Lo bien que jugó Tigre el primer tiempo le dio un ánimo inmenso al Matador, que cargó nafta para concretar una patriada memorable para ellos. Y también -digámoslo como nunca antes en este semestre- hay que contar que jugamos muy mal nosotros y que eso dejó una huella profunda que se alargó durante todo el partido. Un River muy poco conocido vimos esta noche. Y costó caro. Carísimo.

Nuestro rival escribió una oda a la eficacia. Defendió con 8 ó 9 jugadores y atacó cada vez que tuvo espacios con no menos de cuatro o cinco hombres. Prolijidad y concentración al máximo. Y agradezcamos que en el arco estuvo Armani. El resto, noni noni. Hasta un gol a la salida de un lateral nos comimos.

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Aprendemos de esto que ocurrió en el Monumental. Primero, nunca se gana en la víspera. Nunca. En la semana muchos estaban pensando si la semifinal era el sábado o el domingo, en Lanús o en Huracán. Tigre nos mandó a ver por la tele quién llega a la final. Segundo: si no afinamos cuestiones defensivas la vamos a seguir pasando mal. Podemos escribir un libro contando los goles que regalamos por fallas individuales a lo largo de este torneo. Y este fue otro regalito más.

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Pero ya está, a masticar mierda. A pesar de todo, ¿qué le podemos reprochar a este equipo? Nada. Y a Gallardo menos que menos. Esto es así, se gana y se pierde, como todo en la vida. Y hoy nos tocó perder porque no jugamos bien y nos equivocamos feo. Tan simple como eso.

Gallardo sale de la cancha en medio de los jugadores. El DT se responsabilizó por la derrota, pero igual los hinchas despidieron al equipo con aplausos. Foto: Germán García Adrasti

Gallardo sale de la cancha en medio de los jugadores. El DT se responsabilizó por la derrota, pero igual los hinchas despidieron al equipo con aplausos. Foto: Germán García Adrasti

Queda ahora planificar la Copa Libertadores. Hay que asegurar la clasificación contra Colo Colo el miércoles próximo. Cuidar ese objetivo como los ucranianos cuidaron Kiev, como sea, especialmente con un funcionamiento que hoy no mostramos y que debemos recuperar a pleno los 90 minutos, no en pequeñas ráfagas ni mucho menos entregando mansamente 45 minutos como lo hicimos. Cabeza también nos faltó esta noche, eso sí que es raro, y sobre esto habrá trabajar fuertemente. 

Y en medio de tanta tristeza, tendremos que intentar disfrutar las últimas escenas de la película de Julián Alvarez en el club. Ojalá se vaya con goles, y que esos goles nos devuelvan, en parte, la alegría que hoy es bronca.

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