Ocho años después de visitar por última vez la Tierra Media (con el cierre de la trilogía de ‘El Hobbit’), regresamos al universo de Tolkien con, sin duda, el estreno más potente de septiembre y uno de los más gigantescos de este año: ‘El Señor de los Anillos: Los anillos de poder‘. Por lo menos en cuanto a envergadura.

Así, ya disponemos en Prime Video los dos primeros episodios, ‘Una sombra del pasado’ y ‘A la deriva’. Un comienzo grandilocuente que nos lleva, queramos o no, por el ancho y largo del continente y el lore tolkieniano. Por supuesto, a partir de aquí, spoilers.

Preludio a la oscuridad

Conservando la tradición, es Galadriel (Morfydd Clark) la que nos introduce en esta nueva ficción audiovisual en un prólogo asombroso, en el que nos cuentan los hechos que pusieron fin a la Primera Edad (la derrota de Morgoth) y el éxodo de los Elfos hacia la Tierra Media desde su paradisíaco Valinor.

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No tardamos mucho en escuchar por primera vez el nombre de Sauron, como aquel que acabó con la vida de su hermano. Desde entonces, la elfo ha luchado incansablemente por encontrar cualquier atisbo del mal. Lo que la ha llevado a recorrer todo el continente en una búsqueda algo infructuosa a pesar de encontrar alguna que otra pista de que el MAL mayúsculo sigue escondido.

Este teórico regreso del mal (con los orcos siendo sus «heraldos») es el tronco omnipresente que vertebra estos primeros dos episodios, en los que J.A. Bayona nos lleva majestuosamente por la Tierra Media, saltando de lugar en lugar en lo que vamos conociendo a los personajes principales de la serie.

Así, en Rhovanion, al este del Anduin, conocemos a los pelosos (antecesores de los hobbits) y a la curiosa Nori (Markella Kavenagh); en las Tierras del Sur, vemos a Arondir (Ismael Cruz Córdova), un elfo silvano enamorado de una humana (Nazanin Bonadi) y verá cómo una vaca ha enfermado por pastar al este del lugar. Estas tramas se unen a la de Elrond (Robert Aramayo) y su lugar entre sus iguales, o Galadriel que se ve partiendo hacia Valinor como recompensa.

Una ensalada de personajes

‘Los anillos de poder’ no se corta en cuanto a la expansión de su historia y los puntos de vista en estas primeras dos horas. Lo cual contrasta bastante tanto con sus predecesoras como con su gran competidora del momento, ‘La casa del dragón‘. La pena es que J. D. Payne y Patrick McKay no logran en el episodio inicial que nos interesemos demasiado por ellos con un festival de personajes parlantes con un carisma por los suelos.

El segundo episodio, con guion de Gennifer Hutchison, cuenta con la ventaja de no tener que presentar a un millón de personajes, salvo al Durin IV interpretado por Owain Arthur, quien da un alivio cómico a la serie en la visita que Elrond le hace en Khazad-dûm. Todo esto mientras Galadriel encuentra un grupo de náufragos asediados por un dragón y Arondir se adentra en las profundidades.

Entre tantas escenas redundantes sobre el resurgir de la oscuridad, quizás lo más interesante y enigmático que tenemos en este segundo episodio (bueno, los dos), es el meteórico aterrizaje del Extraño (Daniel Weyman), un misterioso ser que acaba siendo cuidado por Nori.

La serie todavía no nos ha dado la identidad real de este personaje, pero sus aparentes habilidades parecen dejar claro que se trata de un maia, seres creados por Ilúvatar y que de vez en cuando son enviados a la Tierra, donde suelen ser tomados por magos. Algunos maiar notables son Gandalf, Saruman y, por su puesto, Sauron. No podemos descartar que este último sea este Extraño. De momento la única pista es el símbolo que dibuja.

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Esta intriga, no tanto si es alguien que conocemos sino qué pinta aquí, es lo suficientemente potente como para que tenga ganas de ver el tercer episodio. Porque, tenemos que reconocerlo, la serie está bastante bien pero deja con ganas de más emoción, de más espectáculo y, hay que decirlo, una mejor historia.

También puede ser tema de las expectativas, pero tengo la sensación de que este doble episodio de presentación, aun teniendo sus virtudes, tiene un envoltorio muy bonito pero el contenido está un poco falto de la suficiente fuerza como para convencer más.

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