Se fue. Se despidió del París Saint-Germain y dejó una huella enorme. Los números de Ángel Di María en el conjunto francés son impactantes: convirtió 92 goles en los 295 partidos que disputó, sumó 111 asistencias, ganó cinco veces la Ligue 1, levantó cinco veces la Copa de Francia, dio cuatro vueltas olímpicas en la Copa de la Liga y otras cuatro en la Supercopa de ese país. Por eso su despedida fue emotiva. «Gracias por todo, Fideo», decía una bandera que apareció en una de las cabeceras del estadio Parque de los Príncipes.

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Antes de meterse en el vestuario, donde tuvo un emotivo abrazo con Lionel Messi y otro con Mauro Icardi, el argentino de 34 años descubrió las sensaciones que lo abordaron en su último partido, en el que convirtió el quinto gol y fue ovacionado por todo el estadio durante el encuentro. «Estoy muy feliz, muy contento de poder terminar mi último partido con un gol y una asistencia. Poder disfrutar de todo esto es algo muy lindo para mí», comentó Fideo.

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Su estadía en París fue larga y marcó gran parte de su carrera. Di María supo convertirse en ídolo del equipo francés, con el que cosechó títulos, alegrías y también algunas decepciones en el ámbito internacional. El reconocimiento del público, que lo aplaudió a más no poder, delata que dejó una marca en su paso por el fútbol francés. «Después de siete años maravillosos para mí y mi familia, irme de esta manera es algo inolvidable», contó Ángel.

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Al final se quebró de la emoción

Sus compañeros lo despidieron con un pasillo mientras los hinchas se reventaban las palmas de las manos para aplaudirlo. Di María no pudo contener el llanto en una noche de emociones a flor de piel. «Es normal, son muchos años aquí. Son momentos m,uy importantes en mi vida. Son siete años, la mitad de mi carrera la viví aquí, en esta ciudad. Y creo que irme así, de esta manera, es lo mejor que me podía pasar», fue lo último que logró decir antes de quebrarse nuevamente.

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El club lo despidió con un video en el que repasó los mejores momentos del jugador durante su estadía en el PSG. Para Di María se terminó una etapa. Dejó atrás un ciclo signado por la gloria, en el que regó su talento en el glamour de París. Así, con su gambeta indescifrable, con su desparpajo y espontaneidad dentro y fuera de la cancha, supo conquistar Francia y ganarse un lugar en el corazón de una hinchada dura, que no ofrenda ovaciones para cualquiera.

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