«Que lo llevan adentro como lo llevo yo». Grita. Ordena. Da indicaciones. Discute. Se planta. Celebra el gol como pocas veces. Y también agita los brazos y canta con la gente. Hay un nuevo DT de Boca, un nuevo Sebastián Battaglia en los últimos partidos y está a la vista de todos, luego de haber sabido manejar horas tensas con Juan Román Riquelme y el Consejo de Fútbol, superado una serie de adversidades y convertido a su Boca errante en un Boca finalista. En el momento justo logró el equilibrio y llevó al equipo al nivel más alto del ciclo. ¿Cómo lo consiguió?

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Battaglia se impuso. Es un entrenador joven que se va haciendo al andar y, en un club como Boca, eso no es nada fácil. Tuvo que ir pasando de fases, ganando distintos duelos que le pusieron enfrente. Con garra, con estrategia, con convencimiento. Creyó en su proyecto, sobrevivió al agotador «partido a partido» y salió fortalecido. «Le salió el indio de adentro, el temperamento de él», cuentan desde su entorno, como si al DT hubieran tenido que pincharlo para que reaccionara y se soltara. Para que se liberara.

El último click lo hizo hace menos de un mes, en los días posteriores al empate 1-1 ante Godoy Cruz en la Bombonera, cuando el Consejo lo esperaba en el búnker de Ezeiza listo para bajar la persona a su ciclo (esperaban el famoso “gesto” de la renuncia) y el DT se anticipó dando señales de fortaleza en público, frenando la marcha de su auto antes de ingresar al predio y hablando sorpresivamente frente a una cámara de TV.

Así, anticipó la jugada y llevó su ciclo al alargue, porque no es fácil echar al jugador más ganador de la historia del club sin pagar algunas consecuencias. “Él no quería renunciar y Román sabía lo que podía pasar si lo echaba. La gente lo quiere a Seba”, agrega una fuente cercana al DT. Tanto sorprendió y dolió la movida del León que esa misma tarde lo recibieron Bermúdez y Delgado, y no el propio Riquelme, con quien apenas cruzó un saludo.

Incluso, cuando en alguna conferencia le preguntaron directamente si sentía el apoyo del Consejo, eligió no mentir y respondió sin nunca decir que sí sentía apoyo. “A ver… Sentimos el apoyo de toda la gente. Todos queremos lo mejor para Boca, es lo único que importa acá, es Boca. Boca está por delante de todos”, gambeteó el entrenador, respondiendo sin responder. Pero a la vez, siendo muy clarito.

Antes, Battaglia ya había plantado bandera en otros cortocircuitos que lo fueron fortaleciendo. El primero fue cuando Riquelme bajó a los jugadores del micro y los hizo regresar al vestuario para “felicitarlos” luego de una derrota con Gimnasia. Días más tarde, después de eliminar a Argentinos en la semifinal de la Copa Argentina, el DT interrumpió una nota post partido con la TV con un golpe directo: “Me voy, no vaya a ser cosa que se me metan en el vestuario”. No fue un mensaje para el periodismo que contó que esa actitud le molestó, sino para el vicepresidente que se entrometió en territorio del CT.

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La conquista de ese título en una final ante Talleres de Córdoba fue lo que permitió su confirmación en el cargo para 2022 y la decisión de separar a Agustín Almendra del plantel tras varias malas actitudes entre enero y febrero, poniéndose muy firme en su decisión (”es él o yo”) y con la banca del resto de los futbolistas, lo puso por primera vez en el rol de jefe con todas las letras. Dueño de sus decisiones. Ni siquiera la presión que ejerció la conducción del fútbol del club lo hizo ceder en eso.

“Seba empezó a tratar de hacer lo que él siente, pese a que el Consejo es bravo y los perros que le manda Román no lo dejan tranquilo. Decidió que se la iba a jugar con la suya y morir en la suya”, completa una persona que mantuvo una profunda charla de varias horas con el DT en medio de la crisis y la levantada. “Ahora está trabajando en la medida que él quería y se le está dando, está poniendo lo que realmente quiere. Él no tiene la culpa de que hayan comprado Rolón y Briasco…”.

Contra las cuerdas, Battaglia hizo un curso acelerado de supervivencia, creció y se fortaleció. Lo cual le permitió armar un equipo más a su gusto, sin verse tanto en la obligación de seguir las “sugerencias” de Jorge Bermúdez y Raúl Cascini, quienes suelen transmitir solapadamente el pensamiento de Riquelme. Entró Alan Varela, motivo de chispazos con JR en un primer momento. Pol Fernández volvió a su posición natural. Apareció más seguido el 4-3-3. Y los resultados lo acompañaron….

Clasificó en la Copa de la Liga. Sacó un triunfo histórico ante Always Ready en La Paz y revivió en la Libertadores. Borró al elogiado Defensa y Justicia de Beccacece en los cuartos de final. Pasó al invicto y orgulloso perdedor Racing en la semifinal. Y maniató al Corinthians con el juego que se le reclamaba, aunque sin poder trasladarlo a goles, en la que fue la primera vez que su equipo no ganó e igual recibió elogios por lo hecho en el césped.

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Hasta Riquelme dijo que lo ve “contento” a Battaglia, con “mucha tranquilidad” y “disfrutando”, luego de haberlo tenido en la lona y con la cuenta de uno a diez iniciada. Un Riquelme que recuperó la sonrisa en los últimos partidos en su palco de la Bombonera. Eso lo hicieron posible los resultados y el juego del equipo, de la mano de un entrenador que hoy tiene más espalda de la que le dieron sus 17 títulos como jugador y que, como sienten en su entorno, “les tapó la boca a todos”. Y va por dos finales más…

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