Un comerciante de Villa El Libertador fue víctima este sábado de un hecho de robo con ribetes dramáticos.

Transcurría la siete de la tarde, cuando Juan Carlos Peralta (72 años, jubilado) empezaba a cerrar las puertas de su negocio de artículos de limpieza ubicado en calle Río Negro al 5200.

En ese instante, llega una mujer rubia -el damnificado aportaría luego el dato de 1,80 de estatura, de unos 40 años- manifestando comprar algo.

Peralta hace pasar a la mujer, al ratito toma un sorbo de café que se había preparado y pierde la conciencia por horas.

Mientras la familia buscaba en vano comunicarse por teléfono, a la hija de una vecina le llama la atención la luz encendida de uno de los ambientes -no es habitual- y lo ven a Peralta sobre la cama.

“Estaba con la ropa interior y todo mojado”, cuenta la hija del comerciante, Inés Peralta a La Décima.

Sin las llaves de la puerta, un vecino cortó las rejas con una moladora para poder sacarlo. “Mi papá tenía el cuerpo helado, creemos que lo mojaron para provocarle una hipotermia”, conjetura Inés. Lo que el código penal encuadraría en una tentativa de homicidio.

La niña que advirtió la luz encendida fue la misma que vio a dos mujeres subirse al remis verde del comerciante e irse.

“Lo sedaron para robarle”, cuenta su hija. “Según me dijeron los médicos, le pusieron en el doble, seguramente en el café que estaba tomando, para dormirlo”, conjetura. “Luego -prosigue- lo arrastraron hasta la pieza, lo desnudaron y lo dejaron todo mojado”. De película de terror.

Además de mercadería, siete mil pesos, máquinas herramientas y las llaves del negocio, se llevaron el auto marca Fiat Siena, color verde, que la Policía lograría recuperar hoy domingo virtualmente desmantelado en un baldío de calle Defensa. Peralta se jubiló como remisero y es titular de una chapa legal.

“Cuando la Policía llegó había tres menores de edad sacando las cosas del auto, pero lo grueso ya lo habían desarmado”, dice Inés. Igualmente, los menores quedaron demorados en la dependencia policial.

Se robaron las cubiertas, las ópticas delanteras, el alternador, la batería, el radiador, la tickeadora, cortaron los bordes de la patente y destruyeron la luneta, según revelan las imágenes del auto desarmado afuera de la Comisaría 18.

“Hasta el día de hoy estuve con mi padre en el hospital Asturias porque sigue mareado y los médicos me dijeron que el efecto le va a durar unas horas más”, señala la hija, quien desmiente que su padre haya sido víctima del accionar de viudas negras, mujeres que seducen a sus presas para robarles.

“No hubo seducción alguna, él solo se descuidó y le echaron algo en el café para dormirlo”, dice la hija, al tiempo que cree que el robo no es obra de “improvisados”. “Las que hicieron esto con mi papá conocen sus movimientos, la hora de cierre y se aprovecharon de esa situación”, concluyó.

 

 

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