Lo que sucede en Rosario no pasa en otros lugares del país. “Hay días que tenemos 20 balaceras”, reconoce María Eugenia Iribarren, jefa de los fiscales de la ciudad más poblada de Santa Fe. Y la más violenta. Los últimos datos estadísticos indican que el número de asesinatos no solo superó la marca del año pasado, sino que ya es la más alta de los últimos cinco. 

Los crímenes de Jorge Giménez (29), alias “El Colo”, y Víctor Martín Baralis (44), alias “Poliyo”, ejecutados a tiros y descuartizados con una motosierra esta semana en la zona sur, reflejan un nivel de crueldad pocas veces visto. 

El último informe elaborado por el Observatorio de Seguridad Pública del Ministerio de Seguridad de Santa Fe registró 192 homicidios entre el 1° de enero y el 30 de noviembre pasado. En lo va de diciembre, y según un relevamiento periodístico, hubo al menos 17 homicidios más, lo que eleva la cifra a 209 y marca un incremento del 36 % con respecto a 2019, que dejó un saldo de 153 asesinatos. 

La saga de asesinatos no se detuvo ni durante los festejos de Navidad. En la Noche Buena pasada un sicario en moto mató a dos jóvenes en Manantiales y Biedma, en la zona sudoeste de la ciudad. 

Según fuentes policiales, Milton Sosa (21) y Pablo Brest (19) fueron acribillados mientras se encontraban en la puerta de una vivienda junto a un grupo de personas. Les dispararon desde una moto que rápidamente desapareció de la zona. En el ataque, un hombre de 31 años recibió un disparo en una pierna y fue asistido en el Hospital de Emergencias Clemente Álvarez. 

¡No disparen! Los datos de 2020 son los más altos de los últimos cinco períodos. En 2016 hubo 172 asesinatos, en 2017, 149 y en 2018, 185. El informe precisa, además, que tres de cada cuatro víctimas fueron atacadas con armas de fuego. 

“La presencia de este medio en los homicidios de Rosario resulta mayor a la observada para la provincia (70,2%) y a la del departamento La Capital (73,2%). La proporción resulta ser la más elevada de toda la serie, siendo esta semejante a las observadas para los años 2016, 2017 y 2018, un poco superior a las de 2014, 2015 y 2019”, señala el estudio del Ministerio de Seguridad.  

El departamento de Rosario también registra el número más elevado de heridos con armas de fuego (HAF) de la provincia de Santa Fe, con 787 casos relevados hasta el 30 de noviembre pasado. Más de la mitad de las víctimas fueron atacadas a menos de 500 metros de los domicilios y entre las 6 de la tarde y la medianoche. 

Otro dato que arroja el anexo HAF elaborado por el Ministerio de Seguridad es que nueve de cada diez heridos son varones y cuatro menores de 25 años.

Hasta el momento julio es el mes que más ataques registró con 78 seguido por enero, que dejó un saldo de 77 heridos. Lo curioso es que el pico se dio en medio del aislamiento social y preventivo por la pandemia del coronavirus.  

Las causas. En la provincia de Santa Fe cuatro de cada diez de los homicidios están vinculados a cuestiones interpersonales, y una proporción menor se relaciona con organizaciones criminales y economías ilegales. 

Sin embargo, el panorama en el departamento de Rosario cambia radicalmente: la mitad de los crímenes son mafiosos, apenas un 7 por ciento son en contexto de robo, y poco menos de tres de cada diez son por disputas personales. 

En esta ciudad, ocho de cada diez de los homicidios fueron en la vía pública. Según el informe, “se trata de una proporción más elevada que la observada para la provincia y similar para el departamento La Capital (71,3% y 79,0%, respectivamente). Además, resulta la más alta entre las registradas para los años anteriores en este territorio, con un valor bastante por encima a los registrados para 2017 o 2018. Poco menos de dos de cada diez muertes, en tanto, tuvieron lugar en domicilios particulares, un valor que viene descendiendo desde 2017”.

Las internas en los principales grupos narcos y las disputas por el control del negocio en los barrios explican el aumento sostenido de los homicidios en los últimos años y alimentan una idea (por ahora irreal) de que si la violencia no cede la ciudad termine convirtiéndose en Sinaloa.     

Sin embargo, los números indican otra cosa. Sinaloa, que tiene el doble de habitantes, registraba hasta el 31 de octubre pasado (según datos oficiales) 715 homicidios, más del triple que Rosario. La tasa anual de crímenes en la Cuna de la Bandera, que se calcula cada 100 mil habitantes, es de 15,14 mientras que la de Sinaloa llega a 23,8.   

Distinta es la situación si se la compara con Medellín, otra urbe históricamente atravesaba por el narcotráfico, porque la capital de la provincia de Antioquía tuvo una baja histórica de crímenes en 2020, con una tasa menor a la de Rosario (13,30). La explicación de esta variación es atribuida a la pandemia, pero también al debilitamiento de la “Oficina”, la heredera del Cartel de Medellín. 

Si bien el número actual de crímenes de Rosario es el más alto de los últimos cinco, está lejos del registro histórico más elevado que se dio en 2013, con 261 asesinatos, y una tasa de 22 muertes cada 100 mil habitantes.

Balas hasta en el cementerio

Cuando la disputa es entre narcos no existen contemplaciones. Un claro ejemplo de eso es lo que sucedió en septiembre pasado en el cementerio La Piedad de Rosario. Los familiares de Iván Leguizamón, un joven de 24 años que había asesinado a tiros, estaban enterrando su cuerpo cuando fueron atacados a balazos. 

Los agresores llegaron en un auto y comenzaron a disparar contra un grupo de personas que se encontraba en el ingreso al cementerio. Al parecer, buscaban a un amigo del chico muerto para continuar con la venganza, sin importar el lugar y el dolor de los deudos. Hubo al menos veinte disparos y un joven de 26 años terminó gravemente herido.  

En la lista de víctimas fatales de 2020 muchas son ajenas a una guerra narco que parece no tener fin, como el caso de Ticiana Espósito, una adolescente de 14 años que fue alcanzada por un disparo cuando estaba lavando platos en su casa del barrio Urquiza, en septiembre pasado.