La Doctora Isabel Pérez-Otaño, investigadora del Instituto de Neurociencias UMH-CSIC de Alicante afirmaba que las experiencias de infancia marcan el resto de la vida, aunque algunas puedan modificarse a lo largo del tiempo. Y esto ocurre para lo bueno y para lo malo, como si nuestro cerebro dibujase una especie de mapa que seguiremos cuando somos adultos. Si esas experiencias nos moldean, y nuestros padres han invertido tiempo y esfuerzo en crear un entorno seguro y lleno de amor, influirán de una forma positiva en quiénes somos. Aunque no nos acordemos de toda nuestra infancia, algunos recuerdos permanecen intactos y los recordaremos siempre con una sonrisa.

Las tradiciones familiares

El cocido de los domingos, las barbacoas en casa en casa de los abuelos, los viajes en coche para ir a la playa, la película de los viernes por la noche en familia. En mi caso recuerdo perfectamente como todos nos reuníamos para ver ‘Farmacia de guardia’ juntos. También recuerdo la tradición de hacer rosquillas con mi madre y mi abuela. Uno de mis recuerdos favoritos era el ritual de mis padres antes de irnos a la cama, con un beso siempre antes de acostarnos. El beso antes de dormir siempre estaba, aunque ellos estuvieran enfadados o yo lo estuviera. Y cuando hace tres años volví a vivir con ellos temporalmente después de una ruptura de pareja, el ritual seguía justo donde lo había dejado. Intacto. Recuperé ese beso antes de dormir que mis sobrinos también han aprendido de mis hermanos.

Cosas Que Los Hijos De Buenos Padres Siempre Recordaran De Su Infancia 1

Las pequeñas tradiciones particulares y personales de cada familia, son un recuerdo sólido capaz de generar estabilidad hasta cuando las cosas van mal. Esa cultura familiar, como explican los psicólogos de Mentes Abiertas, “influye en su desarrollo cognitivo, social, emocional y moral. A través de la interacción con sus padres, hermanos y otros familiares, los niños aprenden cómo comportarse, cómo expresar emociones, cómo resolver problemas y cómo establecer relaciones saludables”.

Las veces que te dejó intentarlo y aprender por ti misma

El psicólogo Jean Piaget, afirmaba en su trabajo sobre el desarrollo infantil que los niños aprenden mejor a través del descubrimiento activo. “Cada vez que le enseñamos algo a un niño, le impedimos inventarlo por sí mismo”, afirmaba. Cuando una madre nos deja intentarlo, está trabajando nuestra resiliencia, y con ella, somos más capaces de regular las emociones, recuperarnos de los fracasos y perdonarnos por equivocarnos. Se trata de ser un faro para los niños en lugar de salvarles de todo sufrimiento.

La sensación de seguridad y amor

Pocas cosas se quedan tanto en la piel como el abrazo de una madre o un padre. Y esta sensación de sentirse amado y seguro, es algo que influye en nuestra vida adulta. La confianza de encontrarnos en un entorno seguro, es clave. “Si no logramos generar una confianza básica, el mundo parece poco confiable”, escribía el psicólogo Erik Erikson en su teoría sobre el desarrollo psicosocial, y los gestos de amor ayudan en esa confianza. Un abrazo cuando tenemos una pesadilla. Un beso cuando nos hacemos daño. Esos gestos ayudan a generar un entorno de seguridad en nuestros hijos.

Las veces que se disculpó

Los padres son el ejemplo de los hijos y la forma enseñarles valores es que nos vean tenerlos, de ahí la importancia de saber pedir perdón. Disculparnos como padres no es mostrarnos débiles, al contrario, es enseñarles empatía. Una madre o un padre que saben admitir sus errores le enseña a su hijo que los errores no nos definen y que existe una forma de manejarlos.

La forma en que nos animaba a seguir hasta en los momentos difíciles

Como decíamos antes, cometer errores o fracasar no es algo que nos defina, y cuando tenemos a nuestro lado alguien que nos anima a continuar es cuando desarrollamos la verdadera confianza y se desarrolla la autoestima. “Las personas que creen que tienen el poder de ejercer cierto grado de control sobre sus vidas son más saludables, más eficaces y más exitosas”, escribía Albert Bandura, psicólogo que desarrolló la teoría del aprendizaje social. Y es que nuestra confianza proviene de experimentar pequeños éxitos y tener personas que nos animan a continuar y mejorar. Si tus padres lo hicieron contigo, seguro que es un recuerdo que aún permanece en ti.

Fotos | Christian Mai en Unsplash, Kawê Rodrigues en Unsplash

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