Rosalía aterriza en Madrid, va a comprar el pan a un obrador en pleno barrio de La Latina antes de desatar una oleada de locura colectiva en Callao anunciando su nuevo disco en la plaza y sin adelantar aún una sola canción de ese esperado álbum ‘Lux’ que lanzará el próximo siete de noviembre. Todo está medido al milímetro, todo es marketing. Desde algo tan mundano como bajar a por una barra de pan hasta lo más delirante: correr cuesta arriba por Gran Vía seguida por multitud de cámaras, saludando a sus fans, firmando camisetas, como si la vida fuese un videoclip. Las expectativas no se cocinan solas, es culpa de toda esta ginkana.
Cuando el foco se traslada del sonido al espectáculo
Todo movimiento es en realidad un mensaje cifrado, parece que estamos buscando pistas como en el Cluedo, sobreanalizando hasta la extenuación cada palabra, cada emoticono, cada gesto. Tanto trabajo por nuestra parte, tanta paranoia colectiva hace que inevitablemente cuando se publique por fin ese esperado álbum estemos en verdad esperando algo a cambio. Queremos un milagro, una experiencia religiosa.
La cantante catalana lleva tres años trabajando en este proyecto que contará con voces femeninas como la de la propia Björk, además de Carminho o Estrella Morente, entre otras. Quiere sorprender con un nuevo nivel de experimentación, pero tanta pista nos tiene teorizando, desde su vídeo emocionada escuchando una orquesta en una iglesia, hasta la vestimenta de la portada del álbum, donde luce como una monja de clausura, que confieso que me recuerda al último disco de Shego, ‘No lo volveré a hacer’. El factor sorpresa está servido y el espectáculo amenaza con eclipsar al sonido.
Enfrentarte a tu propio mito: cuando el hype eleva el nivel hasta el imposible
Un estudio de la Universidad de Glasgow, revelaba que los fans más jóvenes de Taylor Swift ya no compran vinilos por el sonido sino para poder exhibirlos. Entendemos entonces su afán por ofrecer ocho portadas de un mismo álbum. Con los easter eggs que iba dejando antes de sacar ‘The Life of a Showgirl’, sucedió algo parecido. Cada detalle de la vida de la artista estadounidense se había convertido en una estrategia de marketing al servicio de su nuevo disco.
Tras tanta especulación luego nos quedamos un poco frías cuando estuvimos a solas con sus canciones. Eso no va de que un álbum sea ni más bueno ni más malo, pero puede que con ‘Lux’ nos llegue a pasar algo parecido. Tanta publicidad desenfoca la atención de lo verdaderamente te tiene poniendo en bucle un single: la música.
La antítesis ya hemos visto que funciona. Los discos sorpresa como el que lanzó Beyoncé en 2013, sin singles aislados o teasers consiguió ser el mejor álbum en ventas en la primera semana y el número uno en 104 países. Este minimalismo alejado del espectáculo promocional también le funciona a Billie Eilish con sus más de 93 millones de oyentes en Spotify. Esta estela la han seguido también artistas como Justin Bieber publicando este julio inesperadamente SWAG que acumula ya más de un billón de escuchas en Spotify. No es un formato mejor, pero si más natural, menos algorítmico, menos performático.
Al final escuchar por primera vez un disco es como tener una primera cita. Si te plantas con un exhaustivo estudio de la persona que tienes enfrente entremezclado con un trailer de expectativas y lucubraciones, lo más probable es que te decepcione. Nada es tan perfecto como lo que cocinas a fuego lento y coses a medida en tu cabeza. Con las canciones sucede lo mismo. Siempre es mejor abandonarse a una escucha plena que ponerse a descodificar cada nota.
Fotos | @rosalia.vt
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