Entre todas las plantas con flor que pueden llenar de color nuestro jardín este verano, hay una que llama la atención por sus tonos vibrantes y su porte majestuoso. Y no, no hablamos de las hortensias, tan típicas de la época estival. Ni de las preciosas buganvillas. Se trata de las dalias, que te van a cautivar por su belleza y, también, por los sencillos cuidados que precisan.
Las llamativas flores de las dalias, con un abanico de colores inmenso, las convierten en una de las variedades más deseadas durante los meses calurosos. Pero no podemos olvidar que, esta planta, además de preciosa, es muy poco exigente en cuanto a cuidados se refiere, así que nos lo pone muy fácil para mostrarse en su máximo esplendor.
Perfecta para plantar directamente en el suelo del jardín, pero también en macetas en la terraza o el balcón, las dalias son originarias de México, donde se consideran la flor nacional del país, y están cargadas de simbolismo: se relacionan con el compromiso, el cariño, la dignidad y, también, la elegancia.
Esta planta de hojas perennes y raíces tuberosas es una bulbosa de la familia Asteraceae, muy similar al crisantemo, que se caracteriza por sus enormes flores en forma de pompón y unos tallos que pueden alcanzar el metro de altura. Con dieciseis variedades conocidos, se suele plantar en invierno para que podamos disfrutar de todo su colorido desde el final de la primavera, durante todo el verano y bien entrado el otoño.
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Cuidados de la dalia: ubicación, suelo, temperatura y riego
Considerada una de las plantas de exterior más resistentes y bonitas, dónde plantes tus dalias será clave para que se cultiven bien. La ubicación perfecta será en un rincón donde reciba mucha luz solar, pero que esté protegida del viento. Eso sí, si el sol es muy intenso, mejor en semisombra y, si las tienes en interior, cerca de una ventana.
Además, debemos tener en cuenta que el terreno donde las ubiquemos también marcará la diferencia: precisa de un suelo rico en materia orgánica, suelto, con buena aireación y un buen drenaje, ya que al ser una planta de bulbo, no tolera de ninguna manera el encharcamiento. Además, tanto si se planta en el suelo como en maceta, necesita mucho espacio y profundidad para poder crecer y, sobre todo, para florecer.
Al ser originarias de México y, por tanto, de un clima tropical, las dalias prefieren ambientes templados y húmedos, que ronden los 20 grados, ya que su tolerancia al frío es relativa. Eso sí, algunas variedades son capaces de soportar heladas y temperaturas de hasta cinco grados bajo cero, pero mejor no arriesgarse y protegerlas en los meses de invierno.
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Uno de los cuidados que más mimo requieren cuando hablamos de dalias es el riego, ya que el exceso de agua no les sienta nada bien y hay que tener cuidado de no mojar ni las hojas, ni las flores para evitar la aparición de enfermedades. ¿Lo más recomendable? Un riego moderado sin encharcarlas, aumentando la pauta los días más calurosos o cuando veamos la tierra completamente seca.
La dalia es una planta con una alta demanda de nutrientes, por lo que deberíamos aplicar una dosis de abono para plantas en flor una vez al mes en meses de floración y, en invierno, una dosis de humus de lombriz para enriquecer el suelo de cultivo. Resistente a las plagas, no necesita una poda complicada: solo quitaremos las flores viejas y marchitas para ayudar a nuestra planta a destinar todos sus recursos a florecer de nuevo.