Ángeles Castillo

Hay que tomar nota de cuanto dicen los que saben. Y el monje budista Matthieu Ricard, autor de El arte de la meditación
, apunta que esta «no es cuestión de palabras, sino de práctica. De nada sirve leer una y otra vez la carta de un restaurante. Lo importante es sentarse a comer». Nos lo recuerda en la introducción del libro Medita con Petit BamBou (Aguilar). Es decir, con la app creada por Ludovic Dujardin (Lille, Francia, 1976) en 2015, que ya tiene 12 millones de usuarios en el mundo, 2,2 de ellos en España. Y, por lo que parece, no hay quien la pare.

El libro, aviso a navegantes, es cero intelectual y cien por cien práctico. Y Dujardin, su alma mater, fue ingeniero en Silicon Valley, es guitarrista con banda de rock propia, oficia como escultor, cría gallinas y va en bicicleta a trabajar. A él, la personificación de lo slow, se deben también las Escuelas Petit BamBou, que no es sino meditación en el entorno escolar. Este CEO suele decir que hay que meditar por el placer de meditar, sin esperar resultados, aunque luego lleguen. Quien lo probó lo sabe.

Lo que está claro es que esta práctica gana simpatizantes por momentos. No es de extrañar si ayuda a conciliar el sueño
, mantener la calma y ralentizar el tiempo. Y, aunque suene a paradoja, la aplicación en cuestión se afana por desconectarnos de las prisas, el estrés y la locura general, a la vez que nos conecta con nosotros mismos y, ojo, también con los demás, «sin interpretaciones ni juicios».

Siete ejercicios para empezar a meditar

La app, que es gratuita, está disponible en seis idiomas y ofrece sesiones ilimitadas de meditación y respiración, lo pone todo muy fácil para que probemos y, en busca de la paz mental, nos enganchemos. Con estos ejercicios que apenas llevan diez minutos no debería haber excusas. O dicho de otra manera: si no sabías por dónde empezar, ahora vas a aprender a hacerlo.

1. El cuerpo: las raíces

Tu postura de meditación tiene que ser estable: «Cuando sientes el sostén del suelo a través de todos tus puntos de contacto anclas tu atención, como se anclan las raíces a la tierra». Esa es la metáfora.

Práctica: «Colócate sobre el suelo, con las piernas cruzadas o de rodillas, siente el sustento del suelo bajo tus muslos y tus piernas. Vive esta experiencia sin explicártelo, sin describirlo. Entra en esta experiencia de las sensaciones físicas de tu soporte».

2. La respiración: el oleaje

Cuando prestamos atención a la respiración
, nos damos cuenta de que siempre está ahí, aunque diferente: corta, amplia, profunda, vacilante, irregular… Igual que el oleaje.

La flor de loto es la postura clásica para meditar, pero no la única. / pEXELS/OLIA DANILEVICH

Práctica: «Túmbate boca arriba y realiza tres respiraciones profundas. Dirige tu atención a tu vientre y a la ropa que lo cubre. Observa su movimiento: suben y bajan. Alcanzan mínimos y luego máximos. Como si el oleaje recorriera todo tu cuerpo. Tu mente tal vez sea igualmente atravesada por una oleada de estados de ánimo. Fíjate en los momentos bajos, en los picos, en los llanos. Es así. No intentes cambiar las cosas y regresa siempre a la respiración».

3. Los sentidos: la ducha

Partimos de que la meditación es una apertura al mundo a través de los sentidos. Pensemos en la ducha, en la que nunca estamos plenamente presentes, más bien en modo automático. Sin embargo, es un regalo para el cuerpo y para la mente
.

Práctica: «Cuando estés duchándote, presta atención. Observa si tu mente divaga: puede ser que la sorprendas visualizando una reunión de trabajo y, por tanto, ¡todos tus compañeros estén en la ducha contigo! Vuelve al momento presente. A las sensaciones del agua sobre tu cuerpo: ¿está caliente o tibia? Abre también tus otros sentidos. A los olores del jabón o el champú, al sonido del agua y de la esponja»

4. Las emociones: el yoyó

Si te concentras en la respiración, intentas no juzgar y permaneces neutral, pero presente en ti y en el mundo, podrás dejar que las emociones, que oscilan entre lo positivo y lo negativo, aparezcan como pompas de jabón que acabarán desapareciendo. Como un yoyó.

Portada del libro, hermano de la app Petit Bambou, que te enseña a meditar. / CORTESÍA

Práctica: «Siéntate en silencio y date permiso para ser. Presta atención a los sobresaltos, pero también a los momentos de llanura emocional. Fíjate en ese yoyó interior que va y viene varias veces, y luego se para. Observa cómo tu mente pasa de una emoción a otra. Considera tus emociones con amor: tu alegría, tu sufrimiento, tu tristeza, tu afecto, tu miedo, tu ira. Que tengan un sitio amplio y abierto, sin juzgar».

5. Los pensamientos: la vaca

La meditación no consiste en dejar de pensar, algo imposible, sino en acoger nuestros pensamientos sin dejarnos llevar por ellos. Muchas veces hacemos las cosas por costumbre, como una vaca que pasta y rumia día tras día.

Práctica: «Durante tu jornada presta atención a las situaciones que vives en piloto automático. O sea, el camino al
trabajo, las riñas cuyo patrón se repite, los holas mecánicos. Toma consciencia de ellas antes de observarlas con ternura. Atiende a los posibles fenómenos internos asociados: nudo en la boca del estómago, dolor en la nuca, tensión en la espalda… Ahora elige si quieres cambiar estos hábitos o no».

6. La intención: la tortuga

Se trata de poner nuestra atención en las cosas, en verlas, en sentirlas. El famoso aquí y ahora. Abrirnos al mundo sin un objetivo fijo, pero con la consciencia bien despierta. «Esa es la paradoja de la práctica de la meditación: no hacer nada y recibir muchísimo», resumen desde Petit BamBou. Las ideas creativas afloran cuando se calman los pensamientos más ruidosos. Como cuando la tortuga saca la cabeza de su caparazón si todo está tranquilo.

También se aprende a meditar con una aplicación, caso de Petit Bambou. / CORTESÍA

Práctica: «Ponte de pie con los pies ligeramente separados y los brazos relajados a lo largo del cuerpo. No hagas nada durante unos instantes. A continuación, levanta muy muy despacio el brazo derecho hasta que quede horizontal. Ahora, deja que baje más despacio todavía. Más
despacio. Haz lo mismo con el brazo izquierdo. Presta atención a todo lo que surge dentro de ti con esa lentitud exagerada. Observa tus pensamientos, tus impulsos, tus tentaciones: desobedécelos para mantener el ritmo que has elegido».

7. La apertura: la linterna

Lo increíble de la meditación es que nos abre a los demás. Cuando trabajamos la atención, podemos conocernos mejor.

Práctica: «Imagina que tu atención es como una linterna. Su luz va a ser tu guía por diferentes partes de tu cuerpo y tu mente. Primero ilumina el trayecto que realiza el aire cuando entra en tu cuerpo, lo atraviesa y luego sale por donde ha venido. A continuación, aprovecha esa luz para detectar las sensaciones físicas (o la ausencia de ellas) de la cabeza a los pies». Por último, pon el foco en tus pensamientos y emociones: «¿Son agradables, desagradables, neutros? Imagina que la energía de esa luz procede de tu sonrisa relajada y del latido de tu corazón. Y que, al brillar así, disipa algunas zonas ligeramente más oscuras impregnándolas de amor y comprensión».