(Mario Albera) Si gobernar también es saber comunicar, y no solo gestionar intereses contrapuestos, el gobierno de Javier Gerardo Milei tiene un diez.
Su discurso al Congreso fue comunicacionalmente eficaz. La puesta en escena previa y el horario nocturno elegido mantuvo en vilo hasta los opositores recalcitrantes sobre el contenido. Es que arribaba a un recinto calificado por él como “nido de ratas”. Su agresividad siempre es estratégica, por más que sobreactúe irracionalidad. Disfruta navegar en el caos y en el conflicto permanente.
Llegado el momento, sorprendió una vez más, marcando la agenda política. Llamó a la firma de un contrato social con los gobernadores (Pacto de Mayo, en Córdoba) y aceleró a fondo con su discurso anticasta. El anuncio de la eliminación de las jubilaciones de privilegio para presidentes y vicepresidentes, o el impedimento para que los políticos viajen en aviones privados para uso personal, es música para los oídos populares descreídos de la política tradicional.
Anunció el cierre de la agencia de noticias Télam por considerarla una herramienta de propaganda K – ni siquiera se plantea la posibilidad de reconvertirla para transformarla en una agencia seria y éticamente profesional- y celebró la suspensión de la pauta oficial. Esto supone un ahorro de 100 mil millones de pesos para los contribuyentes. Pero agravia cuando califica a todos los periodistas de “ensobrados” (coimeros) por recibir pauta. No diferencia entre los periodistas que informan honestamente y que sus medios reciben pauta por derecha con los verdaderamente deshonestos que reciben sobres por izquierda. Ofende en masa.
Milei hace kirchnerismo explícito al mostrarse avasallante, desafiante y subido a un relato que le permite dominar en la opinión pública el empobrecimiento que genera su recesivo plan de ajuste.
Es consciente de que no cuenta con demasiado tiempo para empezar a mostrar resultados; esto es, una inflación “pulverizada”. Puede salir bien o mal, pero su convencimiento extremo de que habrá luz al final del túnel aún entusiasma a sus votantes quienes le siguen prestando apoyo. Al menos así lo revelan las encuestas de opinión.
Por ahora, relato mata empobrecimiento. La economía dictaminará si la taba se da vuelta.
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