Eran tiempos soleados para el PSG, en el primer tiempo contra el Lille. Más allá de que le generaban situaciones de gol y el equipo se mostraba frágil, tuvo dos golazos para ponerse 2-0.

El primero, pura potencia de Mbappé. El crack de Kylian que se paró frente a dos rivales, metió caño y pasó entre ambos para poner el 1-0. Una bestia, como lo volvió a mostrar para poner en el final el 3-3.

En el segundo, que parecía definir el partido, huno salida desde el foondo, puro toque, circulación, un pase a Messi que, en vez de pegarle frente al arco, hizo un pase sin tocarla, luego llegó el centro atrás para Neymar y el golazo.

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