La decisión del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires de poner vallas en las inmediaciones de la casa de Cristina Kirchner , luego de las denuncias de los vecinos tras cinco días de un acampe de militantes, disparó una nueva pelea entre el kirchnerismo y la gestión de Horacio Rodríguez Larreta, que derivó en una marcha a Recoleta impulsada por La Cámpora.

“Están simulando una detención domiciliaria”, dijeron. Luego llegó la declaración de la propia Cristina Kirchner que apuntó contra el jefe de Gobierno porteño. “Amanecí con la esquina de mi casa literalmente sitiada”, sostuvo

Manifestantes derribaron el vallado montado por la Policía de la Ciudad en la esquina de Juncal y Uruguay, frente a la residencia de la vicepresidenta, tras lo cual la fuerza de seguridad reprimió con gases lacrimógenos y carros hidrantes para intentar disuadir.

Casi 20 horas después de que se montara el “operativo de limpieza y control” en la esquina del barrio de Recoleta, un grupo de militantes derribó varias vallas, lo que obligó a los uniformados a terminar de retirarlas y formar un cordón judicial para contener a la multitud.

Pese a que los miembros de la Guardia de Infantería intentaron mantener la restricción, la gran cantidad de gente presente en el lugar hizo que fuera imposible lograrlo, por lo que la militancia burló el cordón policial y pudo llegar hasta el frente del edificio en el que reside la ex presidenta.

Sin embargo, en otra de las vallas la actitud policial fue diferente y procedió a utilizar el carro hidrante y gases lacrimógenos para tratar de dispersar a la gente.

Al menos una persona resultó herida, con una profunda herida en la cabeza.

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