El rescate de A24 ha llegado en el mejor momento para Ti West, que se encuentra en una lluvia de elogios con su sensacional slasher ‘X‘, recién llegado a nuestras salas. El director ha pasado un periodo de semiretiro de los largometrajes para afilar su oficio y su colmillo como artesano en diferentes series, y el crecimiento se ha notado de veras. Aunque eso no quiere decir que antes no hiciera trabajos de género la mar de interesantes.

Las obras de West se han caracterizado por una interesante tendencia al anacronismo que las distingue de cualquier otra obra contemporánea, casi volviéndolo todo un fenómeno que nada a contracorriente. Su primera gran obra, ‘La casa del diablo’, parecía una cinta de terror directamente sacada de los ochenta, y ‘The Sacrament‘ estiraba los límites del found footage cuando ya estábamos hartos del found footage.

Incluso con ciertas imperfecciones, son obras realmente interesantes por carácter y por sus decisiones, como suceden también en su western ‘El valle de la venganza‘, la única película que podemos encontrar de West ahora mismo en streaming. Concretamente, en Netflix, y durante tiempo limitado (el 15 de mayo abandona la plataforma), así que conviene no despistarse con ésta.

No sin mi perro

En ‘El valle de la venganza’ se nos presenta a un solitario cowboy (Ethan Hawke) cuya única compañía son su caballo, que le permite desplazarse de un lado a otro del salvaje Oeste, y un carismático perro tan lleno de sorpresas como de fieros recursos a la hora de pelear. En la secuencia inicial vemos a este jinete casi sin nombre que despacha una amenaza con soltura y carisma, estableciendo el particular tono que va a tener esta historia.

Nuestro protagonista se adentra en un pequeño pueblo de mala muerte y del que ha oído no pocas advertencias, pero es paso obligado para llegar a su destino. En lo que debería ser un sencillo momento de paso, con parada en el bar para reconstituirse, termina en un altercado donde noquea de manera humillante al hijo del sheriff. Por desgracia, esto no se quedará en anécdota, y conducirá a una escalada de violencia, tal y como promete el título original («In a Valley of Violence»).

El estilo de ‘El valle de la venganza’ se distingue de muchos westerns modernos, que tienden a cierta solemnidad o hacia un acentuamiento de la brutalidad. Tenemos un tono rudo, muy áspero incluso, que es especiado con una comedia muy canalla y casi de dibujos animados, mostrada especialmente en las interacciones entre Hawke y su carismático perro. Es una mezcla complicada, pero West consigue así un pistolero a medio camino entre el jinete sin nombre de Clint Eastwood y Lucky Luke.

‘El valle de la venganza’: entre Clint Eastwood y Lucky Luke

Ese sentido del humor tan particular es lo que va a provocar cierta incomprensión, especialmente entre los más aficionados al western tradicional, pero es uno de los elementos que la vuelven una película especial. Además, su tendencia a la exageración no choca con querer hacer un relato realmente crudo y violento, donde West consigue también hacer secuencias fascinantes como el punto más oscuro de toda la película, donde juega con los elementos formales de manera desafiante pero que te deja absorbido.

Como en otras obras previas de West, su impresionante ambición no siempre está de la mano con una ejecución perfecta, y hay veces donde el relato pierde pulso. Pero dicha ambición se sigue agradeciendo, y la acción se despliega de manera potente y enérgica incluso sin tener con una infinidad de recursos -no lo hemos mencionado, pero esta peli viene con sello Blumhouse-. Como poco, vale como interesante piedra en el camino para apreciar a Ti West.

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