Competencia Oficial
«Competencia Oficial»

“Cine dentro del cine” es un concepto que fue extendiéndose con el correr de las décadas hasta convertirse en un (sub)género en sí mismo: historias de rodajes épicos, comedias de enredos ambientadas en sets de filmación, retratos de artistas neuróticos dominados por sus egos y miserias… Las muchas veces conflictivas creaciones de películas convertidas en objeto de interés de las propias películas.

Esa tendencia adquiere nuevos bríos con el estreno en salas de “Competencia Oficial”, film de los argentinos Mariano Cohn y Gastón Duprat rodado en plena pandemia en España con Penélope Cruz, Antonio Banderas y Oscar Martínez como protagonistas. La mirada satírica sobre el proceso creativo no es nuevo para estos directores que ya se sumergieron en el mundillo de las artes visuales (“El artista”, “Mi obra maestra”), de la literatura (“El ciudadano ilustre”) y hasta de la arquitectura (“El hombre de al lado”), pero ahora se meten de lleno en las desventuras del negocio y el quehacer cinematográfico.

«Competencia Oficial»

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“Competencia Oficial” se centra en los ensayos previos a la filmación de “Rivalidad”, la historia del enfrentamiento entre dos hermanos opuestos entre sí interpretados en la ficción de la ficción por Antonio Banderas (una estrella popular) y Oscar Martínez (un actor de prestigio y formador de jóvenes) bajo la atenta mirada de la manipuladora directora Lola Cuevas (Penélope Cruz).

Competencia oficial
«Competencia oficial»

Tras la primera escena, en la que un millonario de la industria farmacéutica (José Luis Gómez) que luego de cumplir 80 años quiere hacer algo trascendente como construir y luego donar un puente o producir una película de arte como esta, Cohn y los hermanos Duprat (porque el coguionista es Andrés Duprat) apuestan por una mirada despiadada sobre la acumulación de celos, envidias, resentimientos, narcisismo, hipocresía y cinismo en el terreno del arte.

De Tarantino a los Coen

Haba una vez en Hollywood
«Había una vez en Hollywood»

Si esta coproducción argentino-española apuesta a la más pura ficción (aunque se puede percibir algún que otro ajuste de cuentas con ciertos colegas del ámbito local), otras películas recientes se basaron -muy libremente, es cierto- en historias reales. “Había una vez… en Hollywood”, film de Quentin Tarantino con Leonardo DiCaprio, Brad Pitt y Margot Robbie disponible en Amazon Prime Video, tomó aspectos ligados al clan Manson, el asesinato de Sharon Tate en 1969 y la presencia de otras figuras como Roman Polanski, Bruce Lee o Steve McQueen; mientras que “Mank” (Netflix), de David Fincher, nos traslada aún más al pasado con las penurias del guionista Herman Mankiewicz (Gary Oldman) mientras escribe “El ciudadano” para Orson Welles en medio del sistema de estudios de Hollywood.

«Habia una vez en Hollywood»

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El Hollywood clásico también es el eje de varias películas de los hermanos Joel y Ethan Coen (desde “Barton Fink”, con John Turturro y John Goodman, hasta “¡Ave, César!”, con George Clooney, Josh Brolin y Ralph Fiennes) o Woody Allen (desde “La rosa púrpura del Cairo” a “La mirada de los otros”), mientras que el cine mudo también inspiró a “El artista”, film en blanco y negro del francés Michel Hazanavicius con Jean Dujardin, Bérénice Bejo, John Goodman y James Cromwell que ganó cinco premios Oscar en 2012, incluidos los de Mejor Película, Dirección y Actor.

Cinema Paradiso
«Cinema Paradiso»

Otros cineastas han filmado cartas de amor al cine como el caso de Martin Scorsese con “La invención de Hugo Cabret” y Giuseppe Tornatore con “Cinema Paradiso” o se han reído de sus aspectos más patéticos como Ben Stiller en “Una guerra de película”, sobre el elenco de un film bélico que terminan convertidos en soldados reales; Tim Burton en “Ed Wood”, sobre quien fue considerado el peor director de la historia; o “The Disaster Artist: Obra maestra”, sobre en este caso la peor película de todos los tiempos: “The Room”, de Tommy Wiseau.

El cine en su faceta más artesanal y amateur es el punto de partida para comedias como “Rebobinados”, de Michel Gondry, con Jack Black, Mos Def y Danny Glover; “Zack y Miri hacen una porno”, de Kevin Smith, con Elizabeth Banks y Seth Rogen; y “Viviendo en el olvido”, de Tom DiCillo con Steve Buscemi, Catherine Keener y Dermot Mulroney, sobre las penurias de una producción independiente casi sin presupuesto.

Cantando bajo la lluvia
«Cantando bajo la lluvia»

El cine clásico de Hollywood también es pródigo en historias de directores y estrellas luchando por llevar adelante sus proyectos o siendo víctimas de los excesos de la industria. Un recorrido tan limitado como arbitrario y caprichoso nos llevaría por “Los viajes de Sullivan” (1941), de Preston Sturges, con Joel McCrea y Veronica Lake, sobre un director de cine acostumbrado a rodar películas ligeras y que -con la idea de hacer un cine más comprometido y social- decide hacerse pasar por un homeless; “El ocaso de una vida – Sunset Blvd” (1950), de Billy Wilder, con William Holden, Gloria Swanson y Erich von Stroheim para este melodrama trágico sobre la relación entre un guionista y una mítica diva caída en desgracia; “Cantando bajo la lluvia” (1952), musical de Stanley Donen y Gene Kelly sobre la transición del cine silente al sonoro; “Cautivos del mal” (1952), de Vincente Minnelli, con Kirk Douglas interpretando a un productor demasiado parecido al todopoderoso David O. Selznick; y “La condesa descalza” (1954), de Joseph L. Mankiewicz, sobre la vida de una estrella (Ava Gardner) contada por un guionista y director (Humphrey Bogart).

Ocho y medio
«Ocho y medio»

El cine dentro del cine también fue una constante del cine europeo con títulos como “Tres rostros para el miedo – Peeping Tom” (1960), inquietante trabajo del inglés Michael Powell; “Ocho y medio” (1963), del italiano Federico Fellini, con Marcello Mastroianni como un realizador falto de inspiración; “La noche americana” (1973), del francés François Truffaut; o -ya más recientes y provenientes de España- “Tesis” (1996), de Alejandro Amenábar, sobre una estudiante (Ana Torrent) que investiga el submundo de películas extremas conocidas como snuff (muchas veces incluyen asesinatos, torturas, suicidios, necrofilia, infanticidio); o “La niña de tus ojos” (1998), de Fernando Trueba, sobre las desventuras de una troupe que viaja a rodar a Berlín como parte de un acuerdo entre Franco y Hitler (este film tuvo una secuela en 2016 titulada “La reina de España”).

El timo magnate
«El útimo magnate»

Y volvamos a cruzar el Atlántico para recuperar “El último magnate” (1976), transposición de  obra inconclusa de F. Scott Fitzgerald sobre Hollywood, con dirección de Elia Kazan y un elenco encabezado nada menos que por Robert De Niro, Tony Curtis, Robert Mitchum y Jeanne Moreau; “Las reglas del juego – The Player” (1992), sátira de Robert Altman con Tim Robbins como el ejecutivo de un estudio que recibe amenazas de muerte por parte de uno de los tantos guionistas cuyos proyectos ha rechazado; “El nombre del juego – Get Shorty” (1995), comedia negra de Barry Sonnenfeld con John Travolta, Gene Hackman, Rene Russo y Danny DeVito sobre mafiosos en el mundo del cine; o “Boogie Nights: Juegos de placer” (1997), de Paul Thomas Anderson, con Mark Wahlberg, Burt Reynolds y Julianne Moore para una incursión en la industria del cine porno de los años ’70.

Podríamos continuar con la enumeración y cubrir incluso varias otras entregas de esta columna con más y más títulos. El cine es arte, entretenimiento y negocio, un universo fascinante y patético a la vez, con algunos artistas y ejecutivos geniales y otros verdaderamente despreciables. Con todas esas aristas, facetas y contradicciones sigue siendo un ámbito ideal para narrar todo tipo de comedias y dramas, o una combinación de ambos géneros: la tragicomedia en el cine y en la vida.

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