Puede que el ‘Mediterráneo’ de Serrat esté en Calella de Palafruger, en la Costa Brava catalana, pero perfectamente la musa del cantautor podría haber sido Deià, el pueblo más sorprendente y bonito de Mallorca. «En la ladera de un monte / más alto que el horizonte / quiero tener buena vista», reza el himno. Y no hay mejor definición para esta imponente villa enclavada en el corazón de la Sierra de Tramuntana, con el Mediterráneo como lienzo de una obra única que lleva más de cien años sirviendo de inspiración a artistas e intelectuales de todo el mundo.

Atardecer en Deià, el pueblo más bonito de Mallorca. / Turismo mallorca

Gertrude Stein fue la primera artista que se enamoró de Deià y la convirtió en los años 20, cuando el turismo de masas no era ni un mal sueño lejano, en el epicentro de su vida. Ella, una intelectual cosmopolita en la élite intelectual del momento, dejó la gran urbe para disfrutar de la paz de este rincón mediterráneo perdido del Mediterráneo. Y se lo recomendó a su amigo británico y también escritor Robert Graves, que se construyó una imponente casa que aún hoy sigue siendo uno de los grandes reclamos turísticos de la región. Y no es de extrañar a juzgar por lo bucólico del enclave: cien años antes, Frédéric Chopin y George Sand hicieron de la cercana Valldemossa (están solo a 11 kilómetros) su refugio y pusieron la zona en el radar de la intelectualidad internacional (de Borges a Rubén Darío).

En la década de los 80, el magnate Richard Brandson pasó a ser el propietario de La Residencia (ahora pertenece al grupo Belmond), uno de los hoteles más imponentes de Europa, y el pequeño pueblo (antes en un discreto segundo plano en relación a sus vecinos Valldemossa y Sòller) se convirtió en
el destino favorito de los ricos y famosos que buscaban belleza y paz a partes iguales: Kate Moss, Mike Oldfield, Liam Gallagher, Tim Robins…

Qué ver y qué hacer en Deià

El espíritu bohemio se respira en el ambiente de Deià, y el visitante se enamora a cada paso de su silueta esculpida en piedra (la de las casas, la de sus empinadas callejuelas en cuesta) y su imponente enclave con sabor a mar y a montaña. De un lado, la Sierra de Tramontana, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, con mil y una rutas de senderismo que dejarán sin aliento al caminante con sus sobrecogedoras vistas; del otro, el Mar Mediterráneo, con sus azules increíbles y sus atardeceres rojos (que cantaba Serrat).

Calles de Deià, en Mallorca. / Barceló experiences

Esas vistas son, sin duda, el mejor atractivo de Deià, que ofrece una panorámica única desde sus múltiples pasarelas y, sobre todo, desde Son Marroig, uno de los miradores más increíbles del Mediterráneo, propiedad del archiduque Luis Salvador de Austria (impulsor del turismo en la isla), que conserva una intacta una torre de mármol del siglo XVI.

Mirador de Son Marroig, en Deià, Mallorca. / Barceló experience

La casa de Robert Graves, Ca N’alluny, es otra de las paradas imprescindibles en nuestra visita a Deià: una maravillosa construcción en piedra de estilo mallorquín de los años 30, en un enclave impresionante, conservada casi intacta tanto en diseño como en mobiliario, y con un bucólico jardín en el que conviven olivos, naranjos, limoneros y un huerto. El escritor británico está enterrado en el cementerio de la localidad, un pequeño camposanto al lado de la iglesia, muy pintoresco también.

Casa de Robert Graves en Deià. / Fundación robert graves

La Iglesia de San Juan Bautista, con su campanario torre de defensa, el mirador de los cañones, el museo arqueológico o el dedicado al pintor norteamericano Norman Yanikun son otras de las paradas obligadas. Y sus playas, claro. Las aguas cristalinas y los fondos esculpidos en piedra son los protagonistas de la costa de Deià, que cuenta con pequeñas calas que sorprenden al viajero y lo trasladan a paraisos lejanos (muy cercanos): Cala Llucalcari, Cala Es Canyeret y Cala Deià.

Cala Deià, en Mallorca. / La residencia

Dónde dormir y comer en Deià

La Residencia es, sin duda, el hotel más famoso de Deià y, como hemos dicho antes, uno de los más impresionantes de Europa: un oasis de paz rodeada de lujo en un enclave impresionante y con unas vistas únicas. Además, imprescindible también Sa Pedrissa, agroturismo deluxe y ‘adult only’, o The Glamping, una experiencia sostenible de lujo rodeada de naturaleza.

Para comer (muy bien), además de El Olivo (el restaurante de La Residencia), Es Racó d´es Teix, con una estrella Michelín; Sebastián, en un antiguo establo rehabilitado o Ca´s Patro March, especializado en mariscos y pescados.

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