Los comerciantes de Congreso, en Villa El Libertador están haciendo un curso de paciencia con el paso de la obra de cloacas.
La montaña de tierra extraída más el vallado colocado para evitar la caída del peatón entorpece la atención de los clientes en momentos de ventas bajísimas.
“Se requiere mucha paciencia por suerte dicen que entre hoy y mañana compactan los pozos”, dijo el dueño de un cotillón.
“Deberían ser un poco más ordenado para trabajar porque te tiran toda la tierra en la entrada del negocio, la gente se tropieza con las piedras, una chanchada”, dijo el dueño de un local de artículos de limpieza. “Encima, renegamos todos los días para vender algo”, dijo Cristian Pizarro.
Las grandes obras traen progreso pero también generan trastornos cotidianos, a veces invisibles.
Darío Marioni, dueño de un taller mecánico en Totorilla 1446, estuvo un mes sin trabajar por la obra del caño cloacal. La calle estaba totalmente intervenida y era imposible el tránsito. Ahora el asfalto luce cortado al medio y hundido.

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