La pandemia del coronavirus combinada con la larga cuarentena del año pasado exacerbó la crisis social y económica, y eso se hace sentir con fuerza en los barrios populares.

En el caso de Villa El Libertador, el termómetro para medir la profundidad de la crisis es la explosión de venta ambulante, ya no solo en la plaza central, sino en los alrededores tanto sábados como domingos.

Postal de la iglesia un domingo de feria.

Durante el año pasado, la feria de la plaza casi no pudo operar por las restricciones, pero desde hace un par de meses los puestos volvieron no solo a la plaza, sino también en torno a ella. Hay un intento de organización incipiente entre delegados de los puestos y el municipio pero todavía no ha sido eficaz porque hay sectores críticos que se sienten excluidos o discrepan con los acuerdos suscriptos.

Postal de la iglesia de un miércoles por la tarde.

La novedad de hace unos meses es que una decena de puesteros copó parte de la manzana donde se encuentra la parroquia Nuestra Señora del Trabajo. Los puesteros dicen que fue en el marco de un acuerdo con el cura de la parroquia, pero desde la iglesia preferiría que fuera el Estado el que se ocupara.

“Hay una irresponsabilidad por parte del Estado de darle una solución para ordenar la feria, lo dejan que se organicen ellos y esto es difícil. Yo tampoco puedo tomar el poder de policía (y salir a poner orden) pero sí les pido que sean respetuosos y que el frente del templo quede liberado por una cuestión de orden y acceso”, describe el padre Juan Pablo Candela en el marco de una entrevista con La Décima realizada en un templo vacío. 

“Una cosa lleva a la otra. Cuando la muni prohibió el  uso dela plaza para la feria no le dio alternativas al vecino. Y todos sabemos que muchos viven al día de lo que pueden vender”, continúa el padre con su descripción. “Lo de la feria en la vereda comenzó porque el año pasado una señora me pidió poner una manta para vender algo, y bueno, esto se ha hecho una prolongación de la plaza”, señala.

Denuncia además el padre que “cuando algún vecino denunciaba a la Policía” por la aglomeración de vendedores, porque indicó que “hay miembros de la parroquia que no les gusta esto”, la Policía venía y “los hacía correr una cuadra más adelante para que no sean tomados por las cámaras de la plaza”.

Candela tiene 52 años, 25 de sacerdocio, seis como párroco en el barrio y es oriundo de Alta Córdoba.

¿Vinieron desde el CPC 6 o del Palacio 6 de Julio para acordar cómo ordenar la feria en la manzana?

Nunca. Incluso las rampas deben estar liberadas para el acceso de las personas discapacitadas. Yo cada tanto, salgo y les digo, pero no tengo el poder de policía.

¿Cómo repercutió la pandemia en la comunidad religiosa? 

Padecimos el impacto como todo el  mundo y llevó un tiempo de adaptación. Los agentes pastorales y catequistas pudieron adaptarse con la virtualidad, presencialidad y responsabilidad. Tuvieron una actitud pro activa a tal punto que no se suspendió ninguna comunión y lo mismo con las confirmaciones, que son aproximadamente unas 200 y 70 al año, respectivamente.

¿Se frenaron proyectos?

La experiencia de las comunidades parroquiales es muy vivencial y eso fue difícil llevarlo adelante desde la virtualidad. Los retiros espirituales, los campamentos para matrimonios, que son muy dinamizadores, se suspendieron. El grupo scout tampoco pudo funcionar por el tema de la presencialidad.

¿Hubo avances en la infraestructura de la parroquia?

El año pasado, con el primer parate grande, que teníamos problema de hundimientos y grietas, se hicieron fundaciones importantes en el templo, se reacondicionó todo, se hizo electricidad e iluminación, se hicieron ampliaciones con los mismos miembros de la comunidad

¿Cómo afectó la pandemia la concurrencia a las misas?

Después del primer gran corte prolongado, donde pudimos hacer virtualmente las celebraciones como semana santa, cuando habilitaron los aforos se despertó el deseo y el entusiasmo de volver a la parroquia. Es como volver a valorar a aquello que nos faltaba.

“La pandemia también genera mucho temor y la religiosidad es para muchos aferrarse para tener fuerza y mirar hacia adelante”, dice el padre.

¿No cree que se asoció mucho la pandemia con muerte?

Nosotros hicimos mucha docencia con los cuidados. En la comunidad hay gente que se cuida al extremo, gente que ha tratado de llevarla como pudo y otros inconscientes que creen que esto es toda mentira, no existe. En el barrio, si preguntas, hay varios que han perdido a un familiar y eso no es poca cosa, porque refleja en carne propia las estadísticas que muestra la televisión.

¿Hay vecinos que plantean no vacunarse?

Mi mensaje siempre es cuidarse y a todos los que puedan vacunarse los felicito. Te encontrás con gente que no quiere usar el barbijo, pero sin barbijo no entra nadie en el templo. Se sacaron bancos y no se permite más de dos personas por bancos.

¿Usted se vacunó?

Resolví ponerme la vacuna cuando se vacune la mayoría de la gente, que mi vacuna la use otra persona. Igualmente me hago hisopados todos los meses.

 

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