“Hoy, soy de Santa Isabel Segunda Sección y tengo un problema con la casa. Se me está derrumbando y se me cayó la tapia y corremos riesgo que se nos caiga el techo encima. Soy sola con mi mamá y mis dos hijos. No tengo ayuda del gobierno, no cobro nada y hasta estoy con problemas de violencia de género. ¡Necesito ayuda!”.

Quien se comunica así es Daniela Garay, una joven mamá de 25 años intranquila por el deterioro paulatino de la vivienda y atemorizada por un eventual accidente con consecuencias no queridas. Recientemente, una propiedad donde funcionaba un almacén en Villa El Libertador se derrumbó por completo y el lugar quedó convertido en polvo. Su moradora salvó su vida de milagro.

La Décima visitó la casa que Garay habita junto a sus dos hijos menores (Alejo y Agustina), su hermana con sus tres hijos (también menores) y su madre Cristina Baigorria, la jefa del hogar que comienza contando que la casa que habitan es usurpada, y que justamente por este motivo en su momento renunciaron a refaccionarla por temor a ser desalojados del lugar.  “Pero ya pasaron dieciocho años de eso y ahora estamos cerca de obtener la usucapión”, subraya. Usucapión es un modo de adquirir la propiedad, transcurrido determinado tiempo.

La casa está ubicada en calle Isla Verde al 1677, en Santa Isabel II Sección. Al lado de la puerta de ingreso hay una ventana rodeada de cartelitos manuscritos donde se ofrece carne de pollo por kilogramo. Es decir, el living comedor funciona también como virtual almacén. Luego hay dos dormitorios, uno todo apuntalado y otro con el revoque del techo caído. En el garage, funcionaba hasta hace poco un dormitorio pero fue desalojado por temor a derrumbe ya que llueve adentro y tiene las paredes rajadas. La cocina sería el único ambiente seguro, pero tampoco lo es porque la desvencijada puerta que da al patio no cierra completo porque la estructura de la casa cedió por hundimientos. Además, al derrumbarse la medianera del patio la vivienda quedó más expuesta y vulnerable ante la inseguridad.

“Tratamos de estar en el único lugar seguro que es la cocina, pero tampoco podemos cerrar la puerta por lo que con tanta inseguridad, tememos a los asaltos o que alguien intente abrirla”, cuenta Baigorria. “También tenemos miedo a que todo se derrumbe como pasó en Villa El Libertador, porque ya empezó con el lado del garage, donde el agua se filtra y llueve un montón”, agrega la jefa del hogar.

Además de padecer este problema habitacional, Garay ha portado el botón antipánico y ha luchado sin suerte por obtener los ingresos por manutención de hijos menores a su cargo. “No sé que hacer ya”, dice. “No tengo ayuda del gobierno, no cobro nada, lo de mis hijos lo cobra el papá y a mí no me da nada. Ya llamé y fui hasta al ANSES y no me dan solución y tribunales menos”, describe.

Insólito

En el 2017, la familia recibió el talonario de pago del Plan Vida Digna para empezar a pagar el 11 de setiembre de ese año la primera de 120 cuotas del programa de ayuda habitacional del Gobierno de Córdoba, pero lo insólito del caso es que jamás recibieron el préstamo de entonces por 12 mil pesos.

“Empecé a gestionarlo en el 2016, vino una asistente social y nos dijo que estaba todo bien, pero después nos mandaron la chequera sin haber cobrado nada”, cuenta Baigorria, quien  muestra el talonario de pago virgen de uso. Quizá porque advirtieron que era una vivienda usurpada, o desidia, lo cierto es que la ayuda para refaccionar la casa nunca llegó y el deterioro de la infraestructura jamás cesó.

“Yo soy jubilada por ama de casa y no tengo para afrontar un gasto de este tipo, por eso necesitamos ayuda porque sinceramente tememos que se nos caiga encima el techo en cualquier momento”, conjetura Baigorria mientras sus nietos revolotean entretenidos, concentrados en la visita y alejados de los problemas  que describen las mujeres.

 

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