Sin rumbo. El pasado lunes el ministro de Economía, Martín Guzmán, realizó una serie de anuncios para flexibilizar las operaciones del contado con liquidación. En el Gobierno esperaban una reacción positiva del mercado, circunstancia que finalmente no ocurrió.

El dólar blue se disparó y cerró la semana a $ 195, estirando así la brecha cambiaria que llegó al 140%. Salvo algunos pocos funcionarios, nadie se sorprendió. “Estamos en el segundo nivel más alto de la brecha de los últimos 50 años. El primer puesto se produjo en el año 1975 con Antonio Cafiero de ministro de Economía luego del rodrigazo. Sin embargo, hoy es más alta que en la época de la Guerra de Malvinas y de la hiperinflación” –concluyó un prestigioso economista que se dedicó a estudiar la serie–. Otro dato: en la Argentina, cuando se achica la diferencia entre los tipos de cambio es porque sube el oficial y no porque baja el blue –dijo la misma fuente–. Un aporte interesante para el ministro Guzmán que sigue negando la devaluación del peso y el efecto nocivo del así llamado “dólar blue”.

Dentro de la errática serie de decisiones que se vienen adoptando en el Poder Ejecutivo, se determinó que Guzmán salga a hablar en algunos medios –no en todos– para ganar la batalla de la comunicación. Menudo problema para una persona desangelada para esos menesteres. Por lo que se escuchó hasta aquí –sobre todo en el reportaje que le realizaron Ernesto Tenembaum y Reynaldo Sietecase–, el ministro, que pasó de ser Messi a un atribulado arquero al que le entran goles todos los días, se le va a hacer muy difícil remontar la cuesta. “La grieta política tiene un costo económico”, afirmó. Fue lo más acertado de todo lo que dijo. El problema es que el oficialismo se esmera todos los días en profundizarla.

“Al Gobierno le está saliendo cara la cuarentena. La emisión para cubrir el déficit fiscal está llenando la calle de pesos que nadie quiere. Pero no van a dar el brazo a torcer ni modificar el rumbo. Cuando la ideología mete la cola deja anclado el timón aunque el destino sea el golpe contra el iceberg. El mal clima ya se palpa en la calle. La gente está muy angustiada. Los precios suben y el salario no alcanza”, repitió un consultor que tiene vínculos en el poder.

Cuando el río suena… “Nosotros no sponsoreamos a nadie” –se apresuró a decir una voz del massismo–. La vuelta de los rumores de cambios en el Gabinete había salpicado al Frente Renovador, al relacionarlo con algunos economistas de peso que vienen sonando en los mentideros políticos como eventuales remplazantes de Guzmán. Lo que hay que decir es que ninguno de esos nombres cuenta con el aval de Cristina Fernández de Kirchner. “Massa quiere quedarse donde está. Por un lado mantiene el vínculo con Alberto y cada dos o tres días se junta con Máximo y Wado de Pedro y, si hace falta, directamente con Cristina”, señaló el referente del FR, quien, a su vez, reconoció que el vínculo del presidente de la Cámara de Diputados con la ex presidenta en funciones ha tenido mejores momentos.

En el Instituto Patria, por su parte, se vive un clima de creciente desasosiego, producto de la insatisfacción con el desempeño del Gobierno. Los cuestionamientos al equipo de AF continúan. “A Cristina se le está acabando la paciencia. No solo por la falta de volumen político de la gestión sino por la falta de resultados concretos”, indicó una fuente cercana a los líderes de La Cámpora. El reloj de arena pesa sobre los principales funcionarios del Presidente.

La orden del Presidente es la de defender al Gabinete en general y al ministro Guzmán en particular. Hay una regla de la política que es casi axiomática: cuando la renuncia o el reemplazo de un funcionario debe ser desmentida casi a diario es porque su permanencia en el cargo tambalea.

“Guzmán no tiene fecha de vencimiento”, dijo Santiago Cafiero en un reportaje concedido a Canal 9 el viernes pasado. Parece que varios integrantes del Gobierno no lo saben o no piensan lo mismo. Desde esas entrañas hablan sin vueltas de las dudas que pesan sobre la estabilidad del ministro.  

“Volvimos para ser mejores”. Los hechos desmienten casi a diario esa promesa del Presidente. Veamos:  

Apoyo por parte de funcionarios del Gobierno a las tomas ilegales de terrenos. La provincia de Buenos Aires tiene 4.300 hectáreas de tierras fiscales y privadas ocupadas de manera ilegal y, de acuerdo con datos del Ministerio de Seguridad, en lo que va del año se han denunciado 1.800 usurpaciones. “Por la cantidad y extensión de tierra muchos hablan irónicamente de la creación del municipio número 136”, reconoció una legisladora del interior provincial que sigue de cerca el tema.

Apoyo a Gildo Insfrán, el sempiterno gobernador de Formosa, ante el episodio del joven que, por la imposibilidad de ingresar a la provincia por vía terrestre, murió ahogado intentando hacerlo a nado por el río Bermejo. De haber ocurrido esto en una provincia gobernada por Juntos por el Cambio  habrían tronado las voces de condena de los organismos de Derechos Humanos y de miembros del actual gobierno.

Apoyo a los regímenes dictatoriales y corruptos de Nicolás Maduro en Venezuela y de Daniel Ortega en Nicaragua.

La insólita decisión de la Oficina Anticorrupción de no presentarse de aquí en adelante como querellante en las causas por delitos de corrupción cometidos por funcionarios del Estado. ¿Para qué sirve entonces una Oficina Anticorrupción que no se involucra en la persecución judicial de la corrupción?  

En medio de este desorden asoma la trama del acto conmemorativo de los diez años del fallecimiento de Néstor Kirchner.

Navegan en esas procelosas aguas los esfuerzos del canciller Felipe Solá por recuperar la estatua del ex presidente que supo estar en el edifico del Unasur en Ecuador junto a la intriga por saber qué va a hacer CFK luego de su desplante en el acto del 17 de octubre.

La memoria nos recuerda que para asistir al velatorio del Dr. Kirchner, AF debió hacerlo en un momento en que CFK no estaba presente, “para no incomodarla”, según él mismo reconoció, y que se le puso una guardia de La Cámpora para evitar que se acercara al féretro. Una historia reminscente del Macondo de Gabriel García Márquez.