La pandemia por coronavirus ha afectado a todos y cada uno de los aspectos de nuestra vida y en el plano sexual no iba a ser menos. Tras el confinamiento y el fin del verano, toca preguntarnos si hemos cambiado en algo nuestra percepción del sexo y la manera de relacionarnos. Especialmente para la gente soltera.

¿Hemos pasado a la abstinencia por miedo? ¿Nos hemos tirado a la piscina y ‘a vivir que son dos días’? ¿Nuestra vida sigue siendo la misma en ese sentido? ¿Ha marcado el verano 2020 un antes y un después? Hablamos con varias treintañeras que están solteras para comprobar cómo ha sido su verano sexualmente hablando.

Dakota

Todo el mes de agosto ‘en casa’

«El Corona-verano ha sido una época muy jodida para mí. Yo, que acostumbraba a coger el petate y largarme del país dos o tres semanas, cuanto más lejos mejor, este año me he pasado todo el mes de agosto ‘en casa’ haciendo alguna que otra escapada de fin de semana a la playa», confiesa Cristina (34).

«Cuando llega una pandemia, te cortan las alas (literalmente) y te quitan la mayor ilusión de tu vida que es viajar estás fastidiada»

«Mis amigas más cercanas están casi todas casadas y con hijos y desde hace años soy la soltera independiente que no necesita a nadie… o necesitaba. Porque cuando llega una pandemia y te cortan las alas (literal), y te quitan la mayor ilusión de tu vida que es viajar, pues estás fastidiada«.

«En años anteriores siempre volvía de mis viajes con mil historias que contar y con 3 o 4 conquistas con las que amenizar a mis amigas. Este año nada de nada. La gente me dice que me baje Tinder y yo les digo que para mí las apps de citas online pasaron a mejor vida».

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«Las usé mucho de los 28 a los 32 cuando vivía en Londres y me lo pasé muy bien. Pero comprendí que la gente que me encontraba por esos mundos estaba muy bien para pasar el rato y nada más. Llámame soñadora o idealista, pero sigo enamorada de la idea de conocer a un tío en un bar, o una heladería o por la calle… y que el primer encuentro sea casual y no una entrevista de trabajo donde te hacen siempre las mismas preguntas. Bares, heladerías, calle… todos esos sitios que un día cerraron por el maldito virus y que la gente ahora frecuenta lo mínimo, con reserva previa y con mascarilla«.

«¿Hasta qué punto compensa contagiarse por echar un polvo?»

«Adiós al azar, adiós a mi ilusión de un encuentro fortuito. Y por supuesto, ¡adiós al contacto físico! Si a esto le sumas que en Barcelona no conozco a mucha gente y que mi ‘chorbo-agenda’ está en Madrid, entenderás que mis relaciones sexuales han sido completamente inexistentes desde que empezó la pandemia. ¿Hasta qué punto compensa contagiarse por echar un polvo? Quizás tenga que empezar a replanteármelo y pensar que quien no arriesga no gana. Eso o directamente meterme a monja de clausura».

Siete amigas en Ibiza y Formentera

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Para Olivia (31) y Ana (32) el coronavirus durante este verano ha sido una especie de tabú en su viaje con amigas solteras por Ibiza y Formentera. «Para nosotras el coronavirus sí cambió nuestra forma de disfrutar del verano porque no había nada abierto y tuvimos que recurrir a Tinder. Decidimos hacernos uno grupal», reconoce Olivia (31).

«Yo no lo conocía y reconozco que es la releche. Esa misma noche ya teníamos copas en una villa con un grupo de tíos. Así empezó nuestro querido viaje por Ibiza y Formentera: Tinder grupal para arriba, Tinder grupal para abajo. Todos los planes estaban limitados hasta la 1 de la mañana por el coronavirus y queríamos ver qué había por la zona. Mi sorpresa al descargármelo fue que los Tinder de la gente eran grupales en su mayoría. Llegamos a hacer tres planes de la app en un solo día. Todas las noches copas y, por supuesto, muchas de nosotras pillando. Tuvimos bastante suerte porque eran grupos de chicos normales», añade Ana (32).

«Así empezó nuestro querido viaje por Ibiza y Formentera: Tinder grupal para arriba, Tinder grupal para abajo»

«Pero empecemos por el principio», interrumpe Olivia (31).

«Nuestro plan en Ibiza consistió en quedar cada día con un grupo distinto de tíos, nos invitaban a sus villas y a sus barcos. Le cogimos el tranquillo a la app y tres de mis amigas se la bajaron también. Una hizo un Tinder grupal y añadió fotos de todas, puso que éramos X, los días que nos quedábamos… y que se abstuviesen los que saludasen con el codo. En total éramos cuatro personas tramitando planes con Tinder a diario«, continúa.

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«Cada día íbamos mejorando el plan. Un día en un catamarán espectacular de unos, después cenábamos con otros… incluso algunos planes se solapaban. El primer día fuimos a una fiesta en un barco con unos tíos y pillamos tres, nada del otro mundo, algún beso tonto. Pero ardió Troya porque fue un descontrol. Luego pillaron otras dos por su cuenta en una villa y se quedaron a dormir ahí… Así pasaban los días y así era nuestra forma de relacionarnos. Como detalle interesante diré que a ninguna nos pidieron el móvil», confiesa Olivia.

«El tema del coronavirus fue una especie de tabú que nadie en el grupo quiso mencionar»

«El tema del coronavirus allí fue una especie de tema tabú que nadie en el grupo quiso mencionar. Si lo sacábamos a la luz, nos íbamos a dar cuenta de que todas las vacaciones las estábamos haciendo en contra de lo que había que hacer. Es un tema que en un principio no se habló hasta que se incorporaron a Formentera el resto de amigas, que vieron el panorama, no les hizo ninguna gracia y nos lo plantearon. Nos confesaron que no era el viaje que pensaban hacer y que no estaban de acuerdo. Pero una vez dicho esto, empezaron a actuar igual que nosotras y se quedó todo en un comentario sin más que no se llevó a la práctica», reconoce.

«Como conclusión – zanja Ana – diría que no hemos conocido a tanta gente en nuestra vida. Tantos nombres que ni me acuerdo. Mejor incluso que sin Covid, porque al final en una discoteca no te relacionas con tanta gente. Diría que nos arriesgamos hasta el extremo porque nos podíamos haber contagiado, con el tema del Covid íbamos en contra de todas las recomendaciones. Así lo hicimos. Y aun así, fue una experiencia bastante divertida que por supuesto no conté en casa«.

Un verano (semi) parecido

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«He estado usando Tinder durante todo el confinamiento. Conocí a un chico en marzo y quedamos en cuanto nos dejaron salir. En ese momento no había riesgo alguno porque habíamos estado ambos encerrados. Estuvimos quedando en junio y julio pero lo dejamos porque no salió bien», asegura Celia (33).

«Tras el coronavirus me replanteo todo mucho más. No le doy tanta importancia a tomar una cerveza, pero sí a darme besos o irme a la cama»

«En agosto he estado quedando con gente pero es cierto que no con todas esas personas ha pasado algo. Algo que ha podido variar un poco es que no solapo. No me gusta la idea de estar conociendo a varias personas a la vez con esta situación. Diría que tras el coronavirus me replanteo todo mucho más. No le doy tanta importancia a quedar a tomar una cerveza, pero sí a darme besos o irme a la cama, me da miedo. No tanto por mí, sino por poder pegárselo a mi familia en caso de contagio«, asegura.

«Sigo quedando con chicos, pasan cosas raras y cosas que benefician. Por ejemplo, una vez me vino a buscar un chico a casa con el coche y tras la cita, que por cierto no me gustó nada, al llevarme a casa de nuevo decidí no quitarme la mascarilla en el coche. Evité así el momento incómodo para que no se lanzase. Algo bueno tiene que tener todo eso», continúa Celia.

Con el tema de la exclusividad, «te diría que ahora, si empiezo a quedar con una persona, le doy mucha más importancia. Ya no es sólo un tema emocional sino también de seguridad, de salud».

Fotos|Begin Again, Mejor solteras, Closer