Ángeles Castillo

La historia es escalofriante y, en un cruel guiño del destino, de película. El asesinato de Rob Reiner (El Bronx, 1947) y de su esposa, la fotógrafa Michele Singer, de 68 años, en su mansión de Los Ángeles, parece salido, funestamente, de un guion de cine. Reiner fue un gigante de Hollywood. Como actor, como productor, como guionista, pero, sobre todo, como director. Ahí están Misery, El presidente y Miss Wade, Fantasmas del pasado, Historia de lo nuestro, Ahora o nunca, El verano de sus vidas o Así nos va. Congregando a las estrellas más rutilantes de este rutilante firmamento: Michael Douglas, Diane Keaton, Morgan Freeman, Jack Nicholson, Jennifer Aniston, Michele Pfeiffer y un larguísimo etcétera.

No hemos citado aún las películas que más engrandecieron su carrera, coleccionaron fans y le elevaron al Olimpo cinematográfico, que repasamos a continuación en una suerte de homenaje a su figura, inmortal a cuenta de la magia del celuloide. El propio gobernador de California, Gavin Newsom, en medio de la tragedia, señalaba que «su empatía sin límites hizo que sus historias fueran atemporales, enseñando a generaciones cómo ver la bondad en los demás y animándonos a soñar en grande».

TAMBIÉN TE INTERESA

A Reiner la comedia, romántica a poder ser, se le daba bien, pero no solo, porque también coqueteó con otros géneros, sin que ninguno le diera calabazas. Por nuestra parte, nunca olvidaremos a la princesa prometida que nos devolvió la fe en los cuentos de hadas. Ni a Harry y a Sally encontrándose y volviéndose a encontrar una y otra vez. Estas son las cinco películas, que podrían ser seis, siete, ocho, por las que más recordaremos a Rob Reiner. Las que nos hicieron creer en el amor, la verdad y la amistad. Sin cursilerías.

Cuenta conmigo (1986)

Su brillante adaptación de Stephen King, que le valió una nominación al Oscar, nos sitúa en ese pequeño pueblo de Oregón en el que cuatro adolescentes se embarcan en la aventura de buscar el cadáver de un chaval desaparecido. Como si Chris Chambers (River Phoenix), Gordie Lachance (Wil Wheaton), Teddy Duchamp (Corey Feldman) y Vern Tessio (Jerry O’Connell) fueran los héroes de un relato épico, con una Troya y una Ítaca incluidas. Cómo olvidar ese «nunca tuve amigos como los que tenía cuando tenía doce años. Dios, ¿alguien los tiene?», que exclama el Gordie ya mayor y escritor tras desempolvar sus recuerdos.


Jerry O’Connell, River Phoenix y Wil Wheaton en Cuenta conmigo.


GTRES


Una película que habla de la amistad y de esa época en la vida en la que los amigos y todo lo que se vive con ellos es lo más importante del mundo mundial. Además, en un momento, los años cincuenta (americanos), sin la hegemonía de las pantallas y el imperio de internet. Ese tiempo de fogata, descubrimientos y cigarrillos. Y con el magnético y malogrado River Phoenix, que murió trágicamente en 1993, tan temprano, entre los protagonistas, como también Kiefer Sutherland. Se ve con nostalgia ochentera. Como coda, ese Stand by me, tema de Ben E. King de 1961 que popularizó John Lennon, en la banda sonora.

La princesa prometida (1987)

Esta película es en sí misma un mito, que ocupa un lugar en muchos imaginarios como solo lo hacen los cuentos de siempre. Salió de la imaginación y la pluma de William Goldman, por cierto. La historia del mozo de caballerizas Westley (Cary Elwes), que tras ir en busca de fortuna regresa a Florin para contraer matrimonio con su amada, la bella Buttercup, que no es otra que la bella Robin Wright. Pero su barco es atacado por piratas y tarda más de lo previsto. Ella, creyéndole muerto y muerta también de pena, termina como prometida del príncipe Humperdinck (Chris Sarandon). Así que el pobre Westley lo tendrá muy pero que muy difícil. Por esto y por todo lo demás, léase el malvado Vizzini (Wallace Shawn) y sus secuaces.


Cary Elwes y Robin Wright en La princesa prometida.


GTRES


El guion no puede ser más ingenioso ni estar más sembrado, incluso de perlas como la que se quedó grabada a fuego en nuestras cabezas: «Hola, mi nombre es Íñigo Montoya. Tú mataste a mi padre. Prepárate para morir». O el «como desees» reiterativo de Westley. Sin duda, un filme de culto sorprendente que se desenvuelve de fábula con los códigos del colorín colorado, entre piratas, gigantes y magos, y no poco humor e ironía, muy de agradecer. Un cuento entrañable contado por un abuelo a un nieto enfermo. El broche de oro lo pone la música de Mark Knopfler.

Cuando Harry encontró a Sally (1989)

Una comedia romántica en toda regla, de las de antes. También dentro muy dentro del acervo más pop. Y no es de Woody Allen, sino de Rob Reiner. Harry es Billy Cristal y Sally es Meg Ryan, dos recién graduados en la Universidad de Chicago que hacen un viaje juntos a Nueva York y después siguen encontrándose casualmente unas cuantas veces a lo largo de doce años. Todo deliciosamente ingenuo y ochentero. Lo que sobrevuela el filme es ese tema tan recurrente de si es posible la amistad entre hombre y mujer. Él piensa que no; ella que sí. Lo reformulamos: ¿puede uno enamorarse de su mejor amigo/a? O sea, ganar un amor y perder un amigo, o viceversa.


Billy Crystal, Rob Reiner y Meg Ryan en el rodaje de Cuando Harry encontró a Sally.


GTRES


El tiempo pasará, la vida jugará sus cartas y su relación seguirá su amoroso camino con mucha ternura y dulzura, pespunteada con pericia por Nora Ephron, que hiló el guion. Fue un taquillazo en aquellos maravillosos años. Trata, en resumidas cuentas, de amor, amistad y sexo -inolvidable el orgasmo fingido-. Una comedia que nos aboca al romanticismo, pero que brilla en su encanto y sencillez, que es ágil e inteligente, a pesar de los tópicos, gracias a sus diálogos y que destaca por la complicidad de Harry y Sally. Ni boba ni azucarada. Icónica sí.

Algunos hombres buenos (1992)

Cambiamos de tercio para adentrarnos en un thriller jurídico-militar con Tom Cruise, la estrella de los 90 Demi Moore, Kevin Bacon, Kiefer Sutherland, J. T. Walsh -secundario de lujo- y un apabullante Jack Nicholson. Obtuvo cuatro nominaciones a los Oscar, entre ellas mejor película y mejor actor secundario para este último. De esas películas que enganchan, hecha para gustar al gran público: entretenimiento con un guion por encima de la media, que encierra una crítica al sistema militar americano. Cine comercial, diríamos, con nota.


Jack Nicholson y Tom Cruise en Algunos hombres buenos.


GTRES


Tenemos a Daniel Kaffee como prometedor pero inexperto abogado de la Marina, interpretado por Cruise, a quien sus superiores confían la defensa de dos marines acusados de asesinato y que tendrá que enfrentarse al implacable Nathan R. Jessup, comandante en jefe de la base de Guantánamo. Se trata de la adaptación cinematográfica de la obra teatral de Aaron Sorkin, que firma también el guion, y pone sobre la mesa cuestiones como el individualismo, el concepto de nación, el sentido del deber o el fanatismo. Una película sobre corrupción militar y código rojo con el duelo interpretativo Nicholson-Cruise para la historia, y que gane el mejor.

This is Spinal Tap (1982)

Este documental, que ha sido llamado rockumental, es un clásico entre los que se meten en las entrañas de las bandas de rock. Y lo hace sin deificaciones ni escrúpulos, abundando en excesos, tics e incoherencias. Creó escuela, teniendo como seguidor máximo al finlandés Aki Kaurismäki, que hizo lo propio con los Leningrand Cowboys, los rockeros -reales- de su país a los que dedicó no una sino varias películas, a cual más estrambótica e hipnótica. La primera es de 1989.

Y eso lo había generado siete años antes el propio Reiner con este falso documental en torno a un grupo semificticio de heavy metal, que acabó siendo cero ficticio dado el éxito, grabando discos e incluso apareciendo en Los Simpson y en el concierto en homenaje a Freddie Mercury en 1992. Spinal Tap son Michael McKean, Harry Shearer y Christopher Guest (el conde Rugen, el hombre de seis dedos, en La princesa prometida), con intervención del propio Reiner.


Algunos miembros de Spinal Tap, incluido Reiner, en el estreno de la segunda parte del documental.


GTRES


La cosa dio tanto de sí que Rob Reiner se tiró a la piscina con Spinal Tap II: The End Continues (2025), de nuevo reunidos para un último concierto, plagado de nostalgia autorreferencial que, para muchos parroquianos, que los tiene a montones, se quedó muy lejos de la primera. Son de aplaudir sus críticas a la industria musical, a los premios y las galas. Reiner, un activista en todas las direcciones, tenía entre manos la última entrega, Spinal Tap at Stonehenge: The Final Finale.

NO TE PIERDAS