Raquel Rodríguez

Hay citas marcadas en rojo en el calendario de la reina Letizia. Eventos a los que acude cada año y que generan gran expectación, en gran medida, por los looks que elige para asistir. Es el caso de actos como los Premios Princesa de Asturias, el desfile del 12 de octubre o los Premios Francisco Cerecedo. Este último es una gala que se celebra a finales de año y que suele ser una de las preferidas de la mujer de Felipe VI, ya que en ella se reconoce a diferentes periodistas que han destacado a lo largo del ejercicio.

Se trata de un homenaje a la que fue la profesión de sus sueños -y en la que destacó antes de enamorarse de don Felipe- y que doña Letizia recuerda con muchísimo cariño asistiendo y disfrutando del reconocimiento a algunos de sus excompañeros. Es por ello, que pone un especial esmero a la hora de escoger las prendas con las que acude a esta gala. Pero, ¿ha sido siempre así?

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Podríamos decir que los premios Francisco Cerecedo son un claro reflejo de la evolución estilística de la reina Letizia desde que asumió su papel en la familia real. Echando la vista atrás y remontándonos a hace una década, el cambio es evidente.

Looks que eran toda una declaración de intenciones


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En 2015 acudía a este evento del brazo de Felipe con un look que era toda una declaración de intenciones: un vestido de terciopelo negro, medias de cristal, salones altísimos y un recogido elaborado dejaban claro que quería destacar. Ya entonces acaparaba todas las miradas, encabezaba las listas de royals mejor vestidas y sus estilismos se analizaban al detalle.

Consciente de la expectación que generaban sus elecciones, la reina apostaba por piezas sofisticadas, elegantes y con detalles que poco tenían que ver con ese estilo clásico que predominaba entre las mujeres de la realeza española. Siguiendo el ejemplo de la reina Sofía, doña Letizia tenía el objetivo de modernizar y actualizar unos protocolos de vestimenta que habían quedado anticuados, y no solo lo hizo en esa edición, sino también en las siguientes.


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En 2016 dejó atrás los vestidos midi tan habituales en la monarquía y reapareció con un top de efecto piel y tachuelas que sacaba su lado más juvenil, moderno y original. Una imagen de inspiración rockera que poco se parecía al estilo elegante al que nos tenía acostumbradas y que confirmaba que la reina había llegado para redefinir el concepto de elegancia —y demostrar que este tenía muchas otras versiones.

Pero no fue hasta 2017 cuando la reina alcanzó el summum de este cambio de imagen. Hablamos del famoso vestido mini de Teresa Helbig que, desde el minuto uno, se convirtió en el tema más comentado del momento y marcó un antes y un después en el armario de doña Letizia.


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Era un diseño lleno de volantes, con toques brillantes y una silueta XS que dejaba tanto sus piernas como sus brazos al descubierto. Toda una declaración de intenciones y un gesto de empoderamiento con el que no solo acaparó todas las miradas, sino que logró que se cuestionara —y se ampliara— la visión tradicional del estilo de las royals, rompiendo con los estrictos protocolos de vestimenta que se les presuponían.

La reina apostó por este diseño y lo acompañó con unos taconazos negros altísimos. De aquel look surgieron tantas críticas como aplausos, pero ella hizo caso omiso a los detractores y dio un paso al frente. En la actualidad, este estilismo es uno de los más recordados y alabados de su trayectoria. Desde entonces, la reina ha seguido decantándose por piezas muy elegantes, siempre con ese sello personal que combina sofisticación, modernidad y una sutil rebeldía.

Protagonista con un falso corte de pelo


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Y es que, consciente de la expectación generada tras aquella edición tan polémica, la reina comenzó a apostar por prendas y looks que daban mucho de qué hablar. En 2019, por ejemplo, se decantó por un espectacular vestido de inspiración oriental que no pasó desapercibido, especialmente por el peinado.

Doña Letizia acaparó todo el foco al reaparecer con lo que parecía ser un cambio de look radical: un falso bob que simulaba que se había cortado la melena y que, además, le sentaba de maravilla. Una vez más, volvió a ser protagonista de todos los titulares que cubrían la presencia de los reyes en este evento. Tanto el vestido como los zapatos y el look beauty se posicionaron entre los mejores del momento.

El negro y el minimalismo de la pandemia


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Con la pandemia de por medio, doña Letizia comenzó a elegir piezas mucho más clásicas, austeras y minimalistas. Con el negro como protagonista, en señal de luto por una etapa dura para el país, la reina convirtió este color en su aliado para asistir a esta cita. No fue hasta 2022 cuando recuperó esa elegancia a la que nos tenía acostumbrados en los premios Francisco Cerecedo.


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Para ello, rescató un espectacular vestido de Felipe Varela, confeccionado en hilo metalizado de color azul noche, que no podía sentarle mejor. La reina volvía a mostrarse como esa mujer elegante cuya presencia es un imán para fotógrafos y asistentes. Un peinado con raya lateral, joyas con mucha presencia y ese aura de reina consorte que la ha consolidado como una de las figuras más queridas de nuestro país.

El traje de chaqueta, el uniforme de los últimos años

Sin embargo, en los últimos años, doña Letizia ha preferido optar por una imagen más austera, clásica y sencilla. Haciendo del traje de chaqueta su uniforme de trabajo, la reina recurre a este dos piezas para todo: tanto para looks de mañana como para estilismos de noche, el conjunto sastre se ha convertido en su elección predilecta.


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Y aunque en ocasiones añade complementos metalizados que elevan y aportan un toque más elegante, lo cierto es que ha reducido de forma evidente esa imponencia que antes caracterizaba sus elecciones, quedando así en un segundo plano. Esta decisión podría tener relación con la política de dar mayor protagonismo a la princesa Leonor, quien se prepara para heredar la Corona, o simplemente con el deseo de que dejemos de centrarnos en lo que lleva puesto y prestemos más atención a su labor institucional.


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Aun así, pese a estas propuestas que podrían considerarse más sobrias o incluso aburridas, la reina continúa siendo un referente de estilo. Incluso con un sencillo traje de dos piezas logra situarse entre las mejor vestidas de una cita que sigue siendo una de sus favoritas del calendario.

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