Hay una serie de decisiones domésticas que afectan a nuestro día a día pero a las que, sin embargo, no solemos prestar mucha atención. Casi todas, además, tienen en común que ocurren en la cocina. El tipo de sartenes que elegimos, si nuestros cuchillos están bien afilados o no, cómo ordenar bien el armario de los tuppers para que no sea un desastre o, mi último quebradero de cabeza: encontrar paños buenos que sequen bien de verdad.
Tengo que reconocer que nunca había sido algo a lo que dedicara demasiado esfuerzo. Compraba paños bonitos y, luego, me quejaba de que no secaban bien. De que dejaban pelusa en la cristalería. De que no servían para su función, básicamente. Hasta que la sabiduría y experiencia de mi madre llegaron al rescate.
Elegir los paños y también las toallas de casa puede parecer un detalle menor, pero en realidad es un gesto de cuidado y sofisticación. Son objetos cotidianos que nos acompañan en los pequeños rituales del día a día: secarse las manos, limpiar una mesa, salir de la ducha. Y su textura, absorción y durabilidad influyen directamente en nuestra experiencia doméstica, aportando confort, estética y una sensación de bienestar que a menudo pasa desapercibida.
IKEA
Los mejores tejidos para tus paños
El primer paso para elegir bien estos textiles parece obvio, pero es determinante: saber qué tejidos son los mejores para cada caso. En este caso, la recomendación de mi madre es clara: el algodón siempre gana. En este caso, los paños de rizo son los más agradecidos y, cuanto mayor sea su gramaje, mejor que mejor, porque tienen gran capacidad de absorción, son suaves, resistentes y, además, no dañan las superficies.
Además, los de 100% de algodón en tejido de sarga son otra opción muy recomendable y, por eso, son los más usados en hostelería y en las cocinas profesionales. El patrón en diagonal de sus fibras permite confeccionar telas resistentes, gruesas, con capacidad aislante, que se secan rápidamente y con poca tendencia a las arrugas.
Eso sí, no todos los paños se usan para lo mismo ni son buenos para todo. Según mi experta de confianza (es decir, mi madre), para secar la vajilla y, sobre todo, la cristalería y estar segura de que no va a quedar ni un rastro de pelusas, lo mejor es un usar paños de lino que reservaremos solo para ese cometido.
Paños secavasos de lino 100% de Le Jacquard France.
Cortesía
Cómo cuidar tus paños de cocina para que sequen bien y estén en buen estado
Y es que para qué los usamos y cómo es también un tema a tener en cuenta. No es lo mismo secar una cacerola que una copa de vino, limpiar la encimera, quitar restos de alguna superficie o secarnos las manos. Por eso, en la cocina es imprescindible separar los paños por usos y mantener una buena higiene.
Llegados a este punto, hay que evitar que acumulen humedad, guardarlos siempre completamente secos, aireados y bien doblados en el cajón y lavarlos en la lavadora con frecuencia sin usar suavizante ni detergentes demasiado perfumados. Y otro truco de mi madre que me parece fundamental: lávalos antes del primer uso para eliminar aprestos y mejorar su absorción.
Toallas blancas de algodón 100% de alto gramaje de Voucher.
Cortesía
Cómo elegir y cuidar las toallas
Para elegir las toallas, además de en un diseño que sea acorde a la estética de nuestro baño, nos fijaremos, sobre todo, en que sea un algodón de primera calidad (el turco y el egipcio son los mejores), y en su densidad: las más densas, de entre 600 y 800 gsm, ofrecen una sensación envolvente y suave, tienen una gran capacidad de secado y no sueltan pelusa. Además, según mi madre, una buena toalla gana ‘esponjosidad’ con los lavados.
En el caso de las toallas, el cuidado diario marca la diferencia. Mi madre siempre lo hace igual y tiene las suyas impecables desde hace años: en su casa se lavan con agua templada y un detergente suave, evitando el exceso de suavizante, que reduce la capacidad de absorción; se sacuden bien antes de tenderlas para que recuperen su volumen natural, se secan al aire y se ‘solean’ siempre que se pueda. Si usas secadora, hazlo en temperatura baja para conservar las fibras.







