En plena Sierra de San Vicente, rodeado de montañas y bosques de castaños, robles y encinas, se encuentra El Real de San Vicente, un municipio de poco más de mil habitantes que se mantiene como un refugio al que huir para encontrar ese ritmo pausado típico de los pueblos de sierra. Además, la historia se puede respirar en sus calles, iglesias, en los restos de antiguos molinos y hasta en el paisaje natural que lo rodea.

Empezando por el nombre de la localidad, que tiene raíces militares, y se relaciona con un campamento o “real” dispuesto por Alfonso VIII en 1197 para prestar apoyo a Talavera y Toledo frente a los almohades. Aunque también existe otra versión que se remonta a Alfonso VI, a quien le habría sido util este enclave en la toma de Toledo en el año 1080. Sea cual sea el origen real, lo cierto es que el lugar ya era estratégico entonces: protegido de forma natural y elevado.

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Una iglesia barroca que ya de por sí merece la visita

El principal monumento del pueblo es la Iglesia Parroquial de Santa Catalina, que data de entre los siglos XVI y XVIII, y está declarada Bien de Interés Cultural desde 1991. Su interior está dividido en cinco tramos por pilares adosados y destaca por su riqueza artística. Entre sus piezas más notables se encuentran unass esculturas de madera policromada del siglo XVIII, obra de Luis Salvador Carmona. En especial, llama la atención la Virgen de los Dolores, considerada la talla más bella del conjunto.

Paisaje y senderos: aquí se viene a andar

No obstante, uno de los mayores encantos de El Real de San Vicente es simplemente salir a pasear. Sus alrededores se abren en rutas que llevan hasta fuentes, ermitas, molinos y miradores naturales.

Imprescindibles son la Fuente de los Veneruelos (del siglo XVIII, con tres caños y un imponente frontal de piedra barroco) y la Fuente de los Caños y lavadero tradicional (ubicada en el propio núcleo urbano).

Fuente Los Veneruelos Turismo Sierra de San Vicente

Más curiosa todavía es la visita a los Pozos de nieve del siglo XVII, unas antiguas construcciones destinadas a almacenar nieve compactada durante el invierno, destinada a usarla en épocas cálidas. También los Molinos de La Tejea, situados a lo largo del arroyo del mismo nombre, forman un conjunto etnográfico que estuvo en funcionamiento hasta mediados del siglo XX.

Además, para quienes busquen un sendero con un poco de cumbre, los picos Cabeza del Oso (1101 m) y Canto Hituero (1018 m) ofrecen unas panorámicas serranas impresionantes y esa tan ansiada sensación total de desconexión.

Arquitectura popular y lifestyle serrano

Pasear por el pueblo no solo es empaparse de calma, es descubrir una arquitectura tradicional serrana, con la piedra como principal material de construcción, pendientes y casas adaptadas al territorio. Un buen ejemplo lo encontramos en el parque del pueblo, donde se encuentra la Ermita de San Nicasio, una construcción pequeña y sencilla, levantada en piedra.

Molinos De Agua La Tejea Y Pozo De Nieve El Real De San Vicente Turismo Sierra de San Vicente

Muy cerca, en uno de los puntos más visitados de la Sierra, se conserva el Convento carmelita de El Piélago (original del siglo XVII). Aunque la parte de la iglesia está en ruinas y sus bóvedas desaparecieron, el conjunto mantiene una presencia imponente, rodeado de los pozos de nieve que abastecían la zona.

El calendario festivo también conserva ritos antiguos y celebraciones muy arraigadas en la tradición: el 15 de septiembre tiene lugar la festividad de la Virgen de los Dolores, patrona del pueblo, aunque es más pintoresco el carnaval de Ánimas de septiembre, con su soldadesca y juegos tradicionales. Otra fecha importante, que además tiene lugar este mes, son las Luminarias. La noche del 24 al 25 de noviembre hay hogueras en cada barrio y un ambiente vecinal festivo y acogedor.

Para terminar con una visita que sea lo más completa posible, no deberías dejar de incluir los alrededores porque el entorno inmediato ofrece escapadas cortas a localidades y joyas como al Castillo de Bayuela (con restos de castillo y arquitectura medieval por doquier), Hinojosa de San Vicente (pueblito a los pies del pico San Vicente) y Cardiel de los Montes (con su iglesia de Santiago Apóstol y pasado romano).

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En especial, tenen en mente que a El Real de San Vicente se llega sin prisa a descubrir su historia en piedra, recorrer sus rutas entre montañas, fuentes con agua serrana y un estilo de vida que devuelve el aire limpio a los pulmones. Además, el otoño, con sus colores y temperaturas todavía moderadas, es uno de los mejores momentos para descubrirlo. Sobre todo porque es cuando los castañares tiñen las laderas y las plazas se llenan del aroma inconfundible de las castañas asadas. El pueblo atesora nada más y nada menos que 600 hectáreas de castaña y en cada campaña recolectan en torno a 700 toneladas de este fruto. Un paraíso para los amantes de este fruto seco.

Foto de portada | Turismo Castilla La Mancha

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