Durante toda mi vida adulta he escuchado lo mismo sobre tener un hijo, desde «es lo más bonito que te puede pasar» hasta «no tener descendencia es egoísta». Pero claro, mirando alrededor, es inevitable identificarlo como un acto de valentía: al miedo que de por sí da cuidar de una criatura, hay que sumarle que crecerá en un mundo que se está destruyendo a toda velocidad, con una precariedad obvia, los precios de los pisos disparados y un futuro poco prometedor para las futuras generaciones. Y, en este panorama, los hermanos Dardenne han decidido, acaso por primera vez en su filmografía, romper una lanza a favor de la esperanza en ‘Recién nacidas‘ (‘Jeunes mères’).

Coger la Dardenne por el mango

La nueva película del dúo belga guarda muchísimas similitudes con la española ‘La Maternal’, de Pilar Palomero, pero no en un ambiente de rivalidad, sino casi complementario. Parece que ambas películas dialogaran a través de lenguajes, cinematografías y guiones distintos. Mientras que la española se centraba en la incapacidad de una adolescente por aceptar su nueva situación y en el vínculo materno-filial a ritmo de Estopa, los belgas han preferido centrarse en el abanico de posibilidades que esta maternidad prematura abre a sus protagonistas, desde la irresponsabilidad afectiva absoluta hasta las que abrazan una madurez repentina. Y, al final, con un rayito de sol que ilumina el centro.

Uno podría imaginar, después de haber visto más películas de Jean-Pierre y Luc Dardenne, que las protagonistas de ‘Recién Nacidas’ acabarían todas ellas derrotadas de una manera u otra, obligadas a aceptar la peor realidad de entre todas las posibles. Al fin y al cabo, nunca se han distinguido, en películas como ‘Dos días, una noche’, ‘El niño de la bicicleta’ o ‘Tori y Lokita’, por dar su brazo a torcer lo más mínimo respecto a su negra visión del futuro. Sin embargo, lo más destacable y sorprendente de ‘Recién Nacidas’, siempre movida por su humanismo, es cómo permite que sus cinco protagonistas tengan, de una manera u otra, una válvula de escape. Hay dolor, pero también le pone una tirita.

Tristemente, la película no es capaz de salir de su idea inicial y las historias que narra caen en lugares comunes continuamente, explotando una especie de «misery porn» que no está todo lo bien balanceado que debería. Y es que la propia cinta en consciente de que su pretensión coral se cae por su propio peso, y hay algunas historias mucho más potentes que otras. Quizá hubiera merecido la pena, en lugar de hacer un plano general de todo lo que ocurre dentro del centro, centrarse tan solo en una de estas chicas para hacer crecer su vínculo sentimental con el espectador. La intención, como siempre, es buena, pero no consigue que empaticemos con las protagonistas y sus vidas cruzadas.

Dardenne veneno que quiero morir

Las interpretaciones de sus protagonistas, eso sí, resultan espectaculares, especialmente para un grupo de actrices desconocidas como este. Todas ellas, sin excepción, logran elevar el guion en sus momentos más emocionales e íntimos, cuando la película realmente logra brillar: el encuentro con una madre que quiere condenar a su nieta a no tener futuro, la adolescente obsesionada con su expareja tóxica, el paseo en moto capaz de sacar sonrisas donde solo hay vacío… Los Dardenne dan en el clavo al poner el microscopio sobre los sentimientos y las relaciones de sus personajes, pero caen en el tópico al edificar su ya clásico comentario social.

La película quiere hablar de la maternidad en la pobreza, de malos tratos, relaciones tóxicas, machismo, adicción, familias desestructuradas y madurez obligada, y es una carga excesiva para el espectador porque la crítica no pasa de la mera formulación. Al dividir la película en cinco frentes distintos, ninguno se desarrolla del todo y deja sabor de película a medio gas, que necesitaba mucha más exposición para convertirse en la pieza cautivadora y rebelde que realmente quiere ser. 

Efectivamente, a ‘Recién Nacidas’ le falta una espina dorsal que una todas las tramas, y, por tanto, que unifique su discurso: lo que queda es una mezcolanza de situaciones que no termina de permear en un espectador que ya ha visto todo esto antes (sin ir más lejos, en ‘La Maternal’) y a que le va a costar rascar nada nuevo que vaya más allá de la sensibilidad de sus directores. Eso no la convierte en una mala cinta en absoluto, pero sí en la película más dispersa de sus directores, que no logran acertar en los puntos donde sí lo consiguieron en el pasado y solo logran salir a hombros cuando airean las tramas permitiendo que las adolescentes se relacionen entre ellas más allá de sus tramas individuales. No siempre se puede ser los mejores.

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