Es cierto que el dinero es una base necesaria para el bienestar, pero quizá no como piensas. Según Arthur C. Brooks, profesor de Harvard experto en felicidad, es necesario alcanzar seguridad financiera que nos permita ser felices. Eso no implica una casa más grande, un coche más potente o un móvil más nuevo porque todo eso nos aporta satisfacción, no felicidad. De hecho Brooks asegura que no se trata de ganar más, sino de saber mantener los gastos bajo control reduciendo los gastos hormiga. Así podemos alcanzar una felicidad financiera que nos permita llegar a la felicidad emocional.

Según escribía el analista económico Morgan Housel en su libro ‘El arte de gastar dinero: Pequeñas decisiones para una vida más rica’, muchas personas no aprovechan el verdadero potencial del dinero y lo usan en cosas que no llenan o evitan decisiones que podrían aumentar su bienestar. “Perseguir más a menudo conduce a menos felicidad”, explicaba. En cambio si vivimos bajo estas cinco reglas, la felicidad llegará sola y sin necesidad de gastar.

Agradece la belleza de lo cotidiano 

Apreciar lo que tienes delante en lugar de obsesionarte con lo que no tienes es una de las lecciones más sencillas de la psicología positiva. Practicar la gratitud con nuestra vida, nos hace más feliz a niveles prácticos porque nos ayuda a dormir mejor, disminuye el estrés y reduce el riesgo de depresión. Con un simple diario de gratitud, que podemos hacer en el móvil y sin gastarnos un duro, podemos ser más conscientes de esa belleza que tenemos en el día a día y de la que no nos damos cuenta. 

Las personas más felices no son las más ricas sino las más satisfechas

Aquellas personas que están satisfechas con quienes son y con lo que tienen, son más felices. En su libro ‘La madurez inteligente’, Brooks explicaba que la felicidad se relaciona con las relaciones interpersonales, como asegura el Estudio del Desarrollo Adulto de Harvard, pero también tiene mucho que ver con su teoría más conocida sobre la felicidad: esta debe ser una combinación de disfrute, satisfacción y significado. Es ahí donde está el camino de la felicidad según el experto.

Cuanto más deseas algo que no tienes, más te concentras en que no eres feliz en este momento

El concepto de adaptación hedónica explica cómo nos acostumbramos rápidamente a lo que conseguimos (una casa nueva, un logro, una relación) y volvemos a nuestro nivel de felicidad habitual. Cuando nos centramos solo en lo que nos falta, se genera un ciclo de insatisfacción constante. Valorar lo presente rompe parcialmente ese ciclo porque te ancla en lo que tienes ahora. Cuanto antes puedas mirar a tu alrededor y sentir que es suficiente, independientemente de tus ingresos o estilo de vida, antes entenderás que has sido “rico” todo el tiempo.

La riqueza psicológica mejora con las bajas expectativas (y eso también es felicidad)

Este concepto de riqueza psicológica, que exploran Shige Oishi y Erin Westgate, se mide por la profundidad, variedad y significado de las experiencias de vida. Las personas con una vida psicológicamente rica han vivido momentos intensos y transformadores, hasta cuando no fueron felices. Tener expectativas más bajas o más abiertas permite experimentar la vida con más curiosidad y menos decepción, lo que amplía esa riqueza. Es decir, cuando no estás atrapado en lo que “debería ser”, te abres a lo que es y vives tus propias experiencias con una perspectiva diferente.

La felicidad no es tener más, es dejar de sentir que te falta algo

En el budismo, el estado en el que no falta nada se conoce como santosha, lo que en psicología positiva sería el estado de flow o plenitud, donde dejas de pensar en lo que falta y simplemente eres. A nivel neurocientífico se asocia con un equilibrio dopaminérgico que ocurre cuando la dopamina (entendida como el deseo o la búsqueda) se regula y la serotonina (que aporta satisfacción y calma) domina. Para que esto ocurra, los estudios muestran que la percepción y la evaluación subjetiva son más determinantes que las condiciones objetivas. Es decir, las expectativas juegan un papel fundamental. 

En psicología, la distancia entre expectativas y realidad está directamente relacionada con el bienestar emocional. Si tus expectativas son demasiado altas, la realidad puede parecer decepcionante. En cambio, si tus expectativas son realistas o flexibles, es más probable que experimentes gratitud y satisfacción y que te sientas más feliz. 

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