En algún momento de la historia se nos vendió la idea de que el éxito en la vida solo era posible si teníamos ambición. Si querías triunfar en la vida, tenías que ascender en el trabajo y llegar a ser jefe. Ese era el culmen de nuestras carreras profesionales, convertirnos en jefes. En el caso de las mujeres, el concepto de «girlboss» se empezó a asociar con el empoderamiento femenino por eso de que, históricamente, nunca habíamos podido ostentar puestos de poder en el trabajo. Ahora, la generación Z y la millennial, lo vemos de otra forma y la aspiración de ser una girlboss ha cambiado: queremos minimalismo profesional.
El minimalismo profesional como clave del verdadero éxito
Según un informe de Glassdoor, los trabajadores más jóvenes ven sus trabajos como un medio para conseguir estabilidad financiera, pero reservan su pasión y ambición para las horas libres y para trabajos secundarios cada vez más lucrativos. Es lo que se ha llamado “minimalismo profesional”: simplificar el trabajo diario y limitar su responsabilidad a lo mínimo y a aquello establecido en su contrato. Nada más. El motivo es evitar el burnout y las largas jornadas laborales para posicionarse contra la «cultura del ajetreo«.
En realidad esta tendencia no es otra cosa que la búsqueda incansable de la generación Z por el bienestar. En esa búsqueda, el centro no está en el trabajo, sino en el resto. Según declaraba el economista Daniel Zhao a Fortune «la gestión no es para todos, y eso está bien, pero todavía se considera la mejor vía para ascender profesionalmente». Lo curioso es que siete de cada diez jóvenes no quiere ser jefe y según el informe citado anteriormente, solo el 10% de los gerentes pertenece a la generación Z porque ellos ahora buscan otra cosa.
Si pensamos en que la generación Z es la más preocupada por la salud mental, y que han puesto en tendencia términos como “conscious unbossing”, que consiste en rechazar promociones a mandos intermedios, o la renuncia silenciosa, no es de extrañar que ahora se hable también de minimalismo profesional como el nuevo éxito.
De querer ser jefes a anhelar trabajos sencillos y sin preocupaciones
En una Carta al Director en El País decía Neus Martínez Navarro que aunque nos vendieron que “el esfuerzo es la clave del éxito” es un discurso que enaltece un modelo agotador: ‘trabaja más, sufre más, quizás algún día ganes más’. El problema, como indicaba de una forma muy inteligente Martínez, es que esta tendencia “niega que haya trabajos rutinarios que sirven como medio de vida”. El minimalismo profesional es en parte una reinvindicación de que ese trabajo que nos haría libres, mensaje que los nazis colocaron forjado en hierro en las puertas del campo de exterminio de Auschwitz, no es cierto. Lo que realmente nos hace libres es trabajar lo justo y priorizar el tiempo personal sobre el profesional.
Esto no significa que sean unos vagos, nada más lejos de la realidad. Más del 55% de los zetas está pluriempleado, así que no es que la generación Z rechace el trabajo, sino más bien la idea ya obsoleta del trabajo que nos vendieron: trabaja mucho que terminarás ganando más y ascendiendo. Pero la meritocracia no existe y la situación actual hace que sus aspiraciones sean muy diferentes. Ellos solo quieren trabajar para poder vivir y que la vida que de verdad cuente, sea la que está fuera de sus trabajos.
Fotos | Jens Meyers en Unsplash
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