Si estudiaste antes de que les diera por cambiarle el nombre a la selectividad cada año bisiesto (más o menos), te puedo asegurar que te sentirías un completo novato si decidieras volver ahora a las aulas. Lo digo porque, el curso pasado, yo fui la única millennial en una clase de idiomas y todos mis compañeros tenían absolutamente normalizado e interiorizado hacer los deberes con ChatGPT cuando a mí ni se me había ocurrido siquiera usarlo como herramienta de apoyo. Ahora entiendo por qué tantas veces yo fui, inexplicablemente, la única con errores durante las correcciones… Sin embargo, también hay un nicho de estudiantes zeta que intuyen que algo valioso se les está perdiendo por el camino con tanta tecnología.

Casi todos los estudiantes usan ya ChatGPT. La mayoría de los universitarios dependen de la tecnología para organizar sus apuntes, escribir ensayos y hasta para generar ideas. En España, el 89% de los estudiantes universitarios de grado usa alguna herramienta de IA generativa, según determinó el análisis ‘Uso y percepción de la IA en el entorno universitario’, llevado a cabo por la Fundación CYD. Un dato muy similar al arrojado por la encuesta del Instituto de Política de Educación Superior, un organismo británico que reveló que el 88% de los estudiantes usan IA generativa para quitarse trabajo.

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No solo piensa por ti, también te quita los beneficios de hacerlo. Cualquier avance tecnológico puede ser de gran utilidad en muchos ámbitos pero, ¿es el académico uno de ellos? Más allá de lo obvio, con la digitalización de la toma de apuntes, los deberes y trabajos se pierden otros beneficios como, por ejemplo, los muchos que tiene la escritura a mano. Un estudio de la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología encontró que escribir a mano activa más áreas creativas del cerebro que teclear, fomentando procesos de pensamiento más profundos y mejorando la memoria. Según la coautora Audrey van der Meer, el acto de escribir manualmente obliga a razonar y a estructurar la información, mientras que al teclear “los datos entran por los oídos y salen por los dedos sin procesarse». 

La resistencia del papel y el boli. Lo curioso es que, a pesar de que un estudio independiente de la Universidad de Edimburgo reveló que alrededor del 86% de los estudiantes preferirían escribir a máquina en lugar de a mano, TikTok también se ha llenado de jóvenes romantizando la toma de apuntes manual, y no es por mero postureo. La revista inglesa ‘Dazed’ ha recogido el testimonio de Felix, un licenciado en Literatura que prescindió del portátil por completo a partir de su segundo año y cuenta que se encerraba en la biblioteca “solo con papel y boli” hasta terminar sus trabajos. El motivo es que la escritura a mano le obliga a reflexionar mejor y este método dice que reforzó su conexión con lo que estaba haciendo y su capacidad de organización. Por su lado, Nick, estudiante de Filosofía en Cambridge, confiesa haber notado que sus ideas fluyen con mayor naturalidad.

@essynotes

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Las distracciones son el enemigo nº1. No obstante, escapar a las distracciones que conlleva estar delante de una pantalla también es un factor importante para quienes han decidido mantener sus estudios en un formato analógico. Martha, alumna de Clásicas en Edimburgo, cuenta en el mismo reportaje que ella ni siquiera tiene portátil y que, además de a mano, se ayuda de una máquina de escribir. Para ella no solo es una manera de pensar con profundidad sino de escapar de la sobreestimulación digital. Los estudios apuntan a que la principal causa de interrupción de la concentración durante la realización de tareas académicas es actualmente la tecnología (notificaciones, redes, apps…), en un 52 % de los casos. Mientras que el estudio también determina que la principal consecuencia que tienen las distracciones es el bajo rendimiento en un 67%. 

Volver al papel es la forma más avanzada de pensar. Por supuesto, ir contra las facilidades de la corriente tecnológica no es fácil. Los inconvenientes son evidentes: búsqueda de información más lenta, ausencia de resúmenes automáticos y, por supuesto, la incomprensión del entorno. Sin embargo, quienes han adoptado la vía analógica, aseguran que los beneficios son mayores: mayor concentración, creatividad y una sensación de autenticidad y originalidad que consideran irremplazable. Esto es algo que ha corroborado el MIT en un estudio que determinó que usar la IA para escribir ensayos reduce un 47 % la conectividad neuronal. Es decir que contribuye a una atrofia real de las habilidades cognitivas. Nos hace más tontos, menos autónomos y más dependientes. Esta contracultura universitaria podría estar demostrando que, a veces, volver al papel es la forma más avanzada de pensar.

Foto de portada | George Dolgikh

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