Este verano he aprovechado para descubrir uno de los pueblos más bonitos de todo Tenerife. Sabía que era majestuoso por lo que había visto en las fotos, pero nada me preparó para lo que encontré al llegar. Casas señoriales del siglo XVI perfectamente conservadas, fachadas de colores y balcones de madera que te hacen sentir en la mismísima Habana. Así es La Orotava, el rincón canario más bello que he visto.

La Orotava juega con ventaja, porque su mera ubicación es ya una fantasía única. La villa está en las propias faldas del Teide, forma parte del Parque Natural y tiene las vistas al océano Atlántico más inmensas que puedas imaginar. Si a eso le sumamos un casco antiguo declarado Conjunto Histórico Artístico Nacional, el menú de la escapada perfecta está servido.

Su casco antiguo parece sacado de un país tropical, repleto de casas coloniales con fachadas de colores y balconadas de madera de pino canario, que se han convertido en un símbolo muy representativo de La Orotava. Yo recomiendo perderse por el centro dando un paseo, porque es pequeñito y coqueto, con un estilo de vida tranquilo y muy local, sin apenas turistas.

De entre todas las casas señoriales bonitas, no dejes de visitar el Liceo de Taoro de 1928, la Casa del Turista, la Casa Jiménez de Franchy, la Casa Benítez de Lugo, la propia Oficina de Turismo y la Casa de los Balcones. En ésta última pagas 6 euros por entrar y lo recomiendo mucho: es un edificio de 1632 con balcones floridos, un patio interior repleto de plantas tropicales, estancias con muebles de época y una exposición sobre tradiciones y artesanía de La Orotava.

De ahí me fui a hacer un descansito de tantas cuestas en el restaurante de la Casa Lercaro. Es un edificio barroco del siglo XVII con unas vistas espectaculares al mar, ideal para hacer una parada técnica. Después, seguimos en los Jardines Victoria, unas terrazas escalonadas en la parte alta de La Orotava pegados a la casa veraniega de los marqueses de la Quinta Roja.

Si todo esto junto en un espacio natural tan hermoso te parece una locura, espera a ver la iglesia de Nuestra Señora de la Concepción. Su cúpula se ve desde la lejanía y está inspirada en la mismísima Catedral de Florencia. Además, tiene dos torres de 25 metros de altura, gárgolas medievales y una fachada de 1788 en el estilo barroco canario más fastuoso y exacerbado.

Lo cierto es que podría haber pasado dos o tres días más disfrutando de la vida lenta y auténtica de La Orotava, charlando con vecinos en alguna de las cafeterías de la Plaza de la Constitución con vistas al quiosco neomudéjar o visitando el molino de gofio del siglo XVII que alberga el pueblo. Pero siempre hay que dejar cosas por hacer en los sitios que adoras, para regresar una y otra vez.

Cuando vuelva, cuadraré para hacerlo entre mayo y junio, cuando la Plaza del Ayuntamiento y el resto de La Orotava se llenan de alfombras de flores y arena volcánica del Teide, para celebrar el Corpus. El espectáculo visual es increíble, unas obras de arte efímeras que han conseguido hasta el récord Guinness al tapiz más grande del mundo.
Fotos | Nautalia Viajes, @joseassima, Hola Islas Canarias, Archivo Municipal de La Orotava, La Orotava.
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