No hace falta viajar a Mykonos o a la Costa Amalfitana para gozar de las bondades de unas vacaciones en el Mediterráneo. En España constamos con playas y pueblos costeros impregnados del encanto que inspira este mar. Tanto es así que algunos, incluso, han inspirado verdaderas obras de arte en múltiples disciplinas que no han hecho más que reforzar el mito de la costa mediterránea española.
Si hay un sitio en el que todo esto quede representado a la perfección, esa es la Costa Brava. En concreto, existe un pueblo marinero en la provincia de Girona que ha sabido potenciar el encanto natural de sus playas y calas con una tradición férrea que se ha mantenido a lo largo de los años y que aún hoy es su principal seña de identidad.
El pueblo en cuestión es Calella de Palafruguell, ubicado en el Bajo Ampurdán, una zona de calas rocosas y agua cristalina que aún hoy se defiende como pueblo marinero tradicional. Este es, quizás, uno de sus mayores atractivos, pues por mucho que pasan los años en Calella de Palafruguell esa característica imagen que tienen las localidades que han sido hogar de pescadores se mantiene intacta.
Sus calles estrechas, sus casitas blancas pintadas de llamativos colores como es costumbre en pueblos pesqueros y sus playas tranquilas que respetan la banda sonora del rumor del mar fueron algunos de los alicienes que impulsaron a Joan Manuel Serrat a crear una de las canciones más bellas de la música en español. Y es que fue aquí, en Calella de Palafruguell, donde nació el mítico tema Mediterráneo que más de 50 años después de su lanzamiento sigue emocionando a todo aquel que la escucha.
Calella de Palafrugell, Bajo Ampurdán, Girona.
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Qué ver en Calella de Palafrueguell
La primera parada que tienes que hacer si visitas Calella de Palafruguell es su casco antiguo, donde podrás acercarte a enclaves tan especiales como Port Bo y les Voltes, conjuntos históricos que encarnan a la perfección la esencia del pueblo. Aquí podrás conocer de primera mano las antiguas casas de los pescadores, algunas reconvertidas en restaurantes, que se integran de maravilla con el paisaje de rocas, mar y pinos característicos de la zona.
Entre las callejuelas de su centro antiguo descubrirás también joyas como la iglesia de Sant Pere, un edificio en un blanco impoluto del siglo XIX que destaca por su especial torre del reloj, emblema de la localidad. Siguiendo con el paseo, podrás adentrarte en el paseo del Canadell, una calle al norte de la playa de Port Bo compuesta por casas de estilos muy diferentes que han logrado un resultado armónico y muy bello en su eclecticismo.
Guarda botes en la playa de Canadell Calella de Palafruguell.
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La arquitectura marinera es clave para entender la esencia de Calella de Palafruguell, por eso no puedes dejar de acercarte a la playa de Canadell para ver sus guarda botes. Situados junto al mar, estos espacios eran una suerte de sótanos pintados de colores que los pescadores usaban para almacenar su material. Actualmente, es parte esencial de su paisaje y un símbolo de culto y respeto a su historia y tradición.
Un pueblo situado en una ubicación tan privilegiada no podía no contar con miradores a los que subir para deleitarse con las vistas más espectaculares del mar Mediterráneo y el entorno que lo rodea. Uno de los más populares es el mirador de Manel Juanola i Reixach, farmaceútico natural de la región que se hizo famoso por crear las pastillas Juanolas.
Por último, no dejes pasar la oportunidad de disfrutar de una jornada de relax y disfrute en la traquilidad que ofrecen sus playas. Aquí, además, se encuentra una de las reconocidas como mejores playas de la Costa Brava, la playa de Port Bo, que además de encontrarse en un enclave turístico precioso, también es famosa por tener sobre la arena barcas de pescadores, una decoración única que hace aún más especial este destino.