Elena Romero Vargas

La Costa Brava presume de tener algunos de los enclaves con más encanto de España. Especialmente en verano, cuando sus zonas de playa cobran aún más valor, esta región de costa catalana se vuelve el destino escogido por muchos turistas que deciden pasar sus días de descanso con paisajes preciosos y el rumor del mar Mediterráneo como telón de fondo.

Entre los grandes reclamos que han ido construyendo la fama de la Costa Brava destaca una pequeña cala en la provincia de Girona que es considerada una de las más bontias de la región. La Cala S’Alguer, a escasos kilómetros del centro de Palamós, es una de las joyas más preciadas de Cataluña, donde la naturaleza y su pintoresca arquitectura han conseguido crear un entorno que cautiva a todo aquel que se acerca a concerla.

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Acceder a esta cala solo es posible caminando. El parking más cercano se encuentra en la playa del Castell, donde puedes dejar el coche y tomar el camino de ronda. Esta ruta no solo parte desde esta playa, también puedes empezarla en el pinar de Gori y disfrutar de un paseo de lo más agradable en uno de los enclaves naturales más especiales del lugar.

Buena parte del encanto de la Cala S’Alguer radica en lo pequeña e íntima que es. Con tan solo 30 metros de largo y 4 de ancho, este lugar de aguas cristalinas y guijarros en vez de arena es, sin embargo, el entorno ideal para aquellos que busquen un lugar con encanto perfecto para relajarse junto al mar.


Barracas antiguas en Cala S’Alguer, Palamós, Girona


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En mitad de este entorno natural en el que el color del mar turquesa se mezcla con el verde de los pinos destacan las botigues, antiguas casas de pescadores con las puertas y ventanas pintadas de diferentes colores de lo más llamativos. Junto con las barcas tradicionales que se ubican en las puertas de estas casitas configuran el icónico paisaje de esta cala que ha merecido la distinción de Bien de Interés Paisajístico primero y luego, Bien de Interés Natural.

Estas antiguas viviendas de pescadores que pintan el paisaje son ahora viviendas de fin de semana en las que muchos turistas vienen a alojarse para adentrarse de lleno en el clima bucólico que se respira en esta isla. Porque si bien es cierto que no es una playa al uso, con chiringuitos o actividades deportivas, es el enclave perfecto para disfrutar de unos días de relax en un entorno de ensueño con el color de la naturaleza y de sus construcciones emblemáticas como protagonistas.

Desde la Cala S’Alguer se puede observar una construcción que destaca por encima del resto. Hablamos de Mas Juny, un caserío del siglo XV que el pintor Josep Maria Sert se encargó de restaurar en la primera mitad del siglo XX. Gracias a ello, Cala S’Alguer se colocó en el mapa como uno de los destinos favoritos para artistas e intelectuales de la época. Nombres como Lola Flores, Coco Chanel, Dalí o Marlene Dietrich pasaron por aquí y se dejaron embaucar por el aire de Cala S’Alguer que se respiraba desde el caserío.


Cala S’Alguer, Palamós, Girona


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Cala S’Alguer y la muerte de Franco

Las curiosas casitas de pescadores y sus colores que salpican el paisaje no siempre han sido tan admiradas como ahora. Debido a la popularidad y afluencia de gente que pasaba por aquí a mediados del siglo XX, las botigues fueron ilegalizadas en 1970 hasta el punto de darle a los propietarios un margen de cinco años para que se marcharan de allí y poder destruirlas.

El día pensado para su demolición, el 20 de noviembre de 1975, una noticia paralizó a España y, en consecuencia, también el proceso de destrucción de estas casitas. El anuncio de que Franco había muerto obligó a posponer la idea de derribo, que finalmente nunca llegó a ejecutarse. En la actualidad, estas construcciones son en gran medida responsables de la belleza del paisaje y de la fama internacional de la que goza este tesoro de la Costa Brava.

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