Paseando por la Toscana, allá por los años 30, Gala le dijo a Salvador Dalí que, algún día, le gustaría tener una villa allí. Él le aseguró que así sería. En 1968, cuando el artista se encontraba inmerso en la construcción del Teatro-Museo de Figueras, recordó la promesa que le había hecho a su musa, y encargó a sus colaboradores la búsqueda de un castillo que no estuviese muy lejos de su residencia en el pintoresco pueblo de pescadores de Portlligat.
Cuando le mostraron la fortaleza de Púbol, a pesar de su deterioro, el máximo representante del surrealismo sintió que había encontrado lo que buscaba. El artista estaba dispuesto a concederle cualquier capricho a su esposa, pero descartaba tenerla lejos, y mucho menos, en otro país. Y, en realidad, la diferencia entre el deseo de Gala y la elección del pintor solo era geográfica.
Porque el Ampurdán, la comarca catalana en la que se encuentra la fortaleza que, desde entonces, lleva el nombre de ella, comparte con la afamada región italiana su paisaje rural, su arquitectura de piedra, su pasión por la gastronomía y las tradiciones y su ambiente idílico. Por eso, algunos se refieren a ella como la Toscana española.
Un lugar para sentirse como en casa
Pero el Ampurdán es mucho más. Basta con adentrarse en el corazón de la provincia de Gerona para descubrir que la naturaleza se ha conjurado para crear deliciosos paisajes de colinas onduladas y verdor intenso que, lejos de verse afectados por la intervención humana, han tenido la suerte de combinarse con masías de piedra que redondean la estampa.

Contemplar el mar Mediterráneo en el Bajo Ampurdán es otro de los placeres que se pueden disfrutar en esta preciosa zona gerundense.
DR
Más allá de la vista, en el ambiente que se respira entre los Pirineos orientales y el mar Mediterráneo abundan las plantas aromáticas y, mientras la tramontana nos acaricia la piel y el estornino y la tórtola nos regalan el oído con sus trinos, no podemos esperar a degustar su arraigada tradición culinaria, en la que el mar y la montaña se encuentran en el plato del mismo modo que lo hacen en el paisaje.
Este viaje sin reloj ni agenda, que nos regala los sentidos sin más exigencia que el placer de disfrutar, requiere de un espacio único que perfeccione la experiencia y haga de cada instante de nuestra escapada un momento extraordinario. Eso fue precisamente lo que llevó a Pablo Rovira a fundar, en 2020, Viu Empordà, la empresa que gestiona de forma independiente, y en exclusiva, una veintena de propiedades situadas principalmente en el Bajo Ampurdán, la comarca del sur del territorio.
Para el empresario, su cuidada propuesta residencial nace para hacer que el viajero pueda «vivir lo esencial de manera especial». Su selección consta de todo tipo de casas para, como Dalí con Gala, hacer realidad los deseos de los huéspedes, sea cual sea el carácter que les quieran dar a sus vacaciones.
Otra forma de disfrutar de una merecida desconexión
Masías restauradas en las que conviven el espíritu rural y el arte, mansiones contemporáneas que miran al mar y abrazan el diseño, refugios que se mimetizan con el entorno sin olvidarse de la comodidad… Todo es posible en una cartera de alojamientos que pertenecen a propietarios particulares y cuentan con el confort de un establecimiento de lujo, residencias únicas en las que se respira la esencia del entorno.
Vista de Casa Brisa, una de las residencias de Viú Empordá, la compañía que cuenta con exclusivos alojamientos en el Bajo Ampurdán.
DR

Como en Casa Brisa, una vivienda que fue el refugio literario del filósofo y escritor barcelonés Salvador Pániker en los años 70 y ahora ha sido transformada por el interiorista Serge Castella. Respetando su espíritu y adaptándola a las necesidades contemporáneas, este artesano de la decoración ha conservado elementos tradicionales –como la cerámica y el corcho– en la arquitectura original del siglo XX, mientras que ha reinterpretado el interior combinando piezas contemporáneas con elementos vintage y arqueológicos.
Un equilibrio entre tradición y modernidad que culmina en su precioso jardín, en el que un paseo entre cipreses nos lleva hasta la piscina y al mejor lugar para contemplar el atardecer en Pals.
Un territorio, mil entornos
El encanto de este pueblo medieval lo conocía bien el periodista y escritor Josep Pla. Aunque nació en la vecina Palafrugell, cuando quería mostrar a quienes le visitaban el Empordanet (tal y como bautizó él a esa parte del territorio) les llevaba a Pals. Y, más concretamente, al Pedró de Pals. Una elevación del terreno sobre la que se acomoda el núcleo antiguo del municipio y que, para él, era un mirador privilegiado de la comarca.

Vista de Calella de Palafrugell, uno de los pueblos costeros más bonitos del Bajo Ampurdán.
DR
Desde aquí es posible intuir algunas casas de Begur, divisar el macizo del Montgrí, ver las islas Medes con el peñón de L’Estartit delante o distinguir una lengua de tierra salpicada por pequeños pueblos como Gualta, Fontclara, Peratallada y Torrent, entre otros. Es justo la estampa que el autor de El cuaderno gris o La calle estrecha describió como «un conjunto de gran belleza», y que también se disfruta desde la cercana Torre de las Horas, recuerdo de la importancia comercial que antaño tuvo la villa.
Perderse por sus calles empedradas, admirar los restos de su muralla, atravesar el Portal de la Vila y descubrir la artesanía local en la plaza Mayor es obligatorio cuando se visita este enclave medieval, en el que también hay que degustar su seña de identidad gastronómica, el arroz de Pals. Una variedad de cocción lenta y prolongada que se cultiva en la zona y que los restaurantes elaboran a la cazuela, al más puro estilo ampurdanés.
Reflejo de la heterogeneidad de la comarca, en Pals también es posible adentrarse en otro de los grandes atractivos de la zona, la Costa Brava. Tres kilómetros de playa de arena dorada en la que, en su vertiente más salvaje, pinos y dunas se suceden hasta brindar al viajero el espacio necesario para dejarse mecer por el rumor de las olas. La banda sonora de ese Mediterráneo plácido que ha seducido durante siglos a artistas y viajeros, novelistas y conquistadores.