Desde la fundación de Ghibli a mediados de los ochenta nos ha quedado claro que Hayao Miyazaki y su equipo juegan en una liga inalcanzable para el resto. La capacidad del maestro de la animación para crear historias fascinantes que estando arraigadas en la cultura japonesa resuenen en el mundo entero es algo que han admirado incluso desde sus competidores en occidente, lo que ha hecho que muy a su pesar, le hayan llamado en alguna ocasión el Walt Disney japonés.

Aun así, Miyazaki no siempre tuvo control total sobre sus proyectos. Previo a la creación de Ghibli, pasó un tiempo trabajando con Topcraft, estudio japonés del que inicialmente no se fiaba demasiado, ya que pese a tener sus propias producciones funcionaba en gran medida de apoyo, con colaboraciones habituales con el estudio americano Rankin/Bass Productions.

Hobbit

Entre las colaboraciones del estudio se encontraron dos adaptaciones de culto de la obra de Tolkien, las versiones animadas de ‘El Hobbit’ en 1977 y posteriormente ‘El retorno del rey’ en 1980. En su momento eran una rareza que no terminó de encajar a nivel de popularidad ni recepción de la prensa. Se criticaba un estilo de animación particular, que mezclaba sensibilidades americanas y japonesas de forma algo torpe. En el caso de ‘El retorno del rey’ incluso su director renegaba de ella.

Si bien Miyazaki no se implicó directamente en estas producciones, parte del equipo que las hizo sí trabajó luego con él en ‘Nausicaä del Valle del Viento’, que en 1984 se convirtió en la producción más prestigiosa de Topcraft, y clara predecesora del estilo animado de Ghibli. Contento con el trabajo, tras el lanzamiento de la película Miyazaki se llevó con él al 70% de la plantilla para la creación de estudio Ghibli, y un año más tarde Topcraft se declaró en bancarrota y cerró.

Es curioso pensar que Miyakazi haya estado tan cerca de esas dos producciones, sobre todo porque con los años se ha mostrado crítico con el trabajo de Tolkien. Si bien puso ‘El Hobbit’ como uno de sus libros infantiles favoritos, el japonés siempre ha criticado una banalización de la violencia en ‘El señor de los Anillos’, afirmando que como los orcos se dibujan como los malos, está bien matar miles de ellos sin remordimientos. Para él esto no es más que una consecuencia de la cultura norteamericana. «Los americanos disparan y explotan cosas, así que como es de esperar, hacen películas así».

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