A poco menos de dos horas en coche desde Barcelona y poco más de cuatro desde Zaragoza, Begur es una de esas joyas de la Costa Brava que parecen hechas por obra divina para poder disfrutar de la costa en todo su esplendor y desconectar del mundo. Entre montañas cubiertas de pinos y calas de aguas cristalinas, este pueblo de apenas 4.000 habitantes (aunque verano supera los 20.000) ofrece mucho más que playa. Porque Begur es historia, cultura y buena gastronomía.
Ubicado en pleno corazón del Empordà, Begur no tiene nada que envidiarle a otros vecinos más famosos como Cadaqués o Tossa de Mar. Combina lo rural con paisajes costeros de postal, pero es su castillo medieval, que data del siglo XI, la que está considerada la joya que corona el municipio, regalando a los visitantes unas vistas privilegiadas de todo el litoral, incluyendo las Islas Medas en el horizonte.
A sus pies, se despliega un casco antiguo que conserva cuidado su patrimonio vintage: torres de defensa del XVI, la iglesia gótica de Sant Pere, antiguas escuelas, un casino cultural y, sobre todo, las célebres casas indianas. Se trata de casas que fueron construidas por emigrantes que hicieron fortuna en América en el siglo XIX y que le dan al pueblo una aire colonial inesperado y encantador.
No obstante, si algo hace de Begur ese destino imprescindible del verano son sus playas. Tiene ocho en total y están conectadas en buena parte por el histórico Camí de Ronda, que antiguamente servía para vigilar la costa y ahora es uno de los mejores paseos (y más transitados) de la Costa Brava.
Desde la amplia Platja del Racó, con vistas a las Medas, hasta la icónica Illa Roja con su roca rojiza; desde la recogida Cala Sa Tuna con sus casas de pescadores, hasta la cala de Aiguablava, donde el agua azul turquesa hace honor a su nombre en catalán. Sa Riera, Aiguafreda, Fornells… Cada una tiene su personalidad propia.
Por último, pero no menos importante, la oferta gastronómica del pueblo está a la altura de todo lo que ofrece su entorno. Además de los platos con arroz, un plato muy típico de esta zona concreta es «Suquet de Peix», un guiso de pescado hecho con productos locales, como el pescado de roca, la sepia, las almejas, los berberechos, los mejillones, las anchoas, el bacalao, el pulpo, las cigalas y las gambas.
Está claro que sobran los motivos para visitar Begur, por el contrario, el único punto en contra es que en verano puede estar un poco masificado. No obstante, es un pueblo que sigue deslumbrando (puede que incluso más) fuera de temporada.
Foto de portada | Howard Stanbury