“Soy demasiado perfeccionista” es una frase que hemos usado en las entrevistas de trabajo cuando te preguntan cuál es tu peor defecto. Creemos que podemos decirlo como un defecto disfrazado de virtud, como si le diéramos un un giro positivo a nuestros defectos para convertirlos en fortalezas pero el perfeccionismo, en la práctica, puede ser una trampa peligrosa. Una trampa para nuestra productividad.

Hecho es mejor que perfecto

Nos inculcan la idea de que debemos esforzarnos al máximo en todo lo que hacemos. En el trabajo, con nuestra pareja, en nuestros hobbies, con nuestra vida. Pero esa obsesión por la productividad constante y ese deseo de perfección es, en realidad, un factor limitante para nuestro trabajo y nuestro desarrollo.

Chris Guillebeau, autor de best sellers del New York Time, escribía en la CNBC que “el perfeccionismo se basa en un sistema de creencias que puede limitar todo tipo de habilidades como la capacidad de completar tareas sencillas y seguir adelante o la sensación de logro”. Eso no significa hacer las cosas mal. Significa aceptar que sean lo suficientemente buenas, reducir la ansiedad por cada detalle y abrirnos a posibles cambios y mejoras en el futuro vistas desde las perspectivas de otros.

En esos momentos en que sientas que estás abrumada en el trabajo, Guillebeau recomienda usar el método de “hacer las cosas mal”, que no es otra cosa que actuar sin pensar en que sea perfecto. Hacer las tareas sencillas y seguir adelante porque “no todo requiere un nivel total de compromiso”, asegura Guillebeau. “En lugar de eso, encuentra la solución mínimamente aceptable para lo que te esté bloqueando y luego pasa a cosas más importantes”, añade.

Metoco Hacer Las Cosas Mal Contra El Perfeccionismo Para Ser Mas Feliz 1

Si te centras en la perfección, nunca entregarás nada. Es algo que asegura el método “Just ship” popularizado por Seth Godin en su libro ‘Linchpin: Are You Indispensable?’. En él afirma que es mejor terminar lo que estás haciendo y entregarlo, aunque no sea perfecto. La gente que se permite ser «suficientemente buena» suele ser más productiva y feliz porque entienden que crecer implica cometer errores, probar, ajustar y también soltar.

Brené Brown, psicóloga, investigadora y profesora de la Universidad de Houston, afirmaba en su libro ‘Los dones de la imperfección’ que la imperfección tiene un valor intrínseco y aceptar ser “suficientemente buena” es una forma de autocuidado y autenticidad. El perfeccionismo “es un escudo de veinte toneladas que arrastramos pensando que nos protegerá cuando, en realidad, es lo que nos impide ser vistos”, aseguraba, y nos frustra y persigue incansablemente porque nunca es alcanzable en realidad. A veces hacer las cosas sin buscar la perfección es, en realidad, la mejor forma de avanzar.

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