Hoy en día, las playas de Cancún son sinónimo de arena blanca, aguas turquesas y una vida nocturna vibrante. Sin embargo, pocos saben que esta joya del Caribe mexicano fue concebida no por azar ni por tradición, sino como un ambicioso proyecto del gobierno mexicano, cuidadosamente diseñado con computadoras.
A finales de los años 60, México enfrentaba la necesidad de diversificar su economía y aprovechar su potencial turístico: mientras destinos como Acapulco comenzaban a saturarse, el gobierno, a través del Banco de México y su recién creado Fondo Nacional de Fomento al Turismo (FONATUR), comenzó a buscar un nuevo sitio paradisíaco para atraer principalmente al turismo internacional, especialmente el estadounidense.
Fue entonces cuando nació la idea de diseñar una región prácticamente deshabitada en la punta noreste de la península de Yucatán. ¿Suena arriesgado? Lo fue, pero fue también un experimento pionero: por primera vez, México usaría análisis computacionales avanzados para planear una ciudad turística desde cero en base a que los turistas buscaban en un destino playero.
El encargado del proyecto fue el entonces director de Infratur (Fondo para el Fomento de la Infraestructura Turística), Antonio Enríquez Savignac, que, con 40 años y estudios de Harvard, aseguró entonces que «Los turistas significan dinero» fue entonces que el gobierno le entregó la tarea de desarrollar su infraestructura turística al Banco de México, el equivalente a la Junta de la Reserva Federal de los Estados Unidos.
El papel de la tecnología en el desarrollo de Cancún
Con las computadoras de aquella época, el equipo de Enríquez logró realizar cálculos en donde dejaba una irrefutable evidencia: el flujo de turistas había aumentado de 400.000 en 1961 a 1,5 millones en 1969 y que, incluso con la recesión, esta cifra superaría los 2 millones en 1972.
En otras palabras, el proyecto tenía que desarrollarse bajo la idea de cumplir las expectativas de los turistas estadounidenses que viajaban cada vez más lejos y que se quedaban más tiempo, declaró Enríquez para un reportero del Times.

«Sabíamos exactamente lo que queríamos construir: un complejo turístico que atrajera un flujo masivo de turistas de Estados Unidos». Utilizando computadoras (una tecnología que era innovadora para la época), se analizaron más de 30 sitios posibles en la costa mexicana evaluando múltiples factores, entre ellos un clima perfecto durante todo el año, cielos eternamente azules y mares aún más azules, playas de arena y una frondosa vegetación.
Sin embargo, no sólo los factores del territorio local se tomaron en cuenta, sino que había un gran interés en replicar el éxito de grandes destinos vacacionales del Caribe, por lo que se tomaron datos de complejos turísticos exitosos, desde Honolulu hasta Miami Beach, tomando en cuenta el número de turistas que recibían, la cantidad de habitaciones de hotel, las temperaturas promedio, las probabilidades de precipitaciones, e incluso la incidencia de huracanes, datos que se ingresaban en una computadora y se contrastaban con los registros del destino nacional.
Después de descartar sitios donde la presencia de tiburones era un impedimento. y otro donde las hormigas cortadoras de hojas arrasaban con la fauna local, la construcción de este desarrollo turístico comenzó el 23 de enero de 1970, cuando el lugar contaba con solo tres residentes, y aunque al principio los inversionistas se mostraron reacios a apostar por una zona desconocida, el auge inmobiliario en las décadas de 1980 y 1990 impulsó la popularidad de este destino turístico.
Hoy, Cancún cuenta con más de 30,000 habitaciones de hotel y representa casi la tercera parte de los ingresos al país dentro del rubro de turismo, además, el volumen de turistas es de más del 40% de todos los residentes extranjeros que visitan México.
Fotos de Escalante Silvia | Rob (Robert, Bob, or Hey You)
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