De cuando en cuando, especialmente desde el inicio del siglo XXI, a Clint Eastwood le hemos visto optar por proyectos como director marcados por un drama más profundo y también por muchas historias reales. Películas que le han vuelto más proclive a la aclamación académica aunque también a cautivar a nuevas generaciones de cinéfilos. Aunque no siempre daba con la tecla, tal y como muestra ‘El intercambio’.
Un cambio indeseado
No es ni mucho menos una mala película, ya que Eastwood nos muestra su buen pulso clasicista a la hora de abordar esta impactante historia. Sólo rascó 3 nominaciones a los Oscars aquel año a pesar de tener muchas cosas a su favor para aspirar a más. Hoy día puede verse gratuitamente a través de RTVE Play, aunque sólo hasta el 7 de febrero. Después de esa fecha desaparecerá de la plataforma.
En la década de los años 20, una madre soltera equilibra su trabajo con darle la mejor vida posible a su querido hijo. Un día este desaparece sin dejar rastro, y Christine Collins reclama toda la ayuda posible para poder traerlo sano y salvo. Cuando las autoridades afirman haberlo encontrado y se lo presentan, esta afirma que ese no es su hijo. Sus intentos de reclamar que se desvele la verdad la llevarán a una dura batalla donde se pondrá en duda su estabilidad mental.
Eastwood aplica su melodrama clasicista a este drama de desapariciones, recurriendo al thriller cuando así lo ve conveniente pero intentando sostenerse entre la exploración humanística de este personaje y el sistema que decide atropellarla. Una constante en las historias que decide contar desde hace tiempo, mostrando a los ciudadanos normales asolados por la injusticia además de la desprotección de las instituciones.
La magnitud del caso, explorado a conciencia por un guion casi con ambición épica por los diferentes frentes que quiere cubrir a lo largo de años, hace de la película algo desmesurada y más complicada de digerir. Casi dos horas y media marcadas por esa austeridad del director en sus recursos pueden hacerse demasiadas.
Cierto es que las cintas de Eastwood rara vez optan por la concisión, de acercarse más a la hora y media que a las dos horas, pero aquí pierde un poco el agarre a la historia haciendo un despliegue más grande aunque denso. Sigue estando, eso sí, estupendamente narrada por un cineasta que sigue dando momentos muy sensibles y significativos, incluyendo en la tarea a una Angelina Jolie inspirada.
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