*Por Mariana Otero
Sobre las márgenes del río San Antonio, entre arroyos de vertientes que bajan desde el humedal El Pantanillo, se condensa una parte de la historia de Villa Carlos Paz, que va desde la era de la megafauna y los pueblos originarios en Punilla hasta el legado jesuítico del siglo XX.

FOTO: @modoviaje.ok
Se trata del predio municipal Parque Estancia La Quinta (Los Zorzales 241), ubicado a 10 cuadras del centro, que conserva el patrimonio de la ciudad y el legado jesuítico que Jorge Bergoglio visitó en dos oportunidades. También allí se resguarda un ejemplar de gliptodonte, encontrado en la zona sur de la villa hace 20 años, y más de 20.000 piezas arqueológicas protegidas en el Museo Numba Charava.
La guía Carla Molinari cuenta que en 1906 doña Eugenia Gastañaga donó a los jesuitas el predio de 400 hectáreas de la Estancia La Quinta del Niño Dios.

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En ese terreno la Compañía de Jesús construyó edificios en piedra e implantó un sistema productivo similar al de las estancias de sus predecesores del siglo XVII, que hoy son Patrimonio de la Humanidad.
“Establecieron un sistema económico muy bueno que les dio sustento durante décadas”, explica Molinari.
Carla cuenta que la estancia tuvo su momento de apogeo bajo la administración del jesuita Antonio Font, que llegó a Argentina en 1918 desde Mallorca, España. Fue él quien impulsó el desarrollo como unidad económica y religiosa. El lugar fue usado como espacio de retiro, meditación y estudio.

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En su época de esplendor, la estancia tenía 80 hectáreas de árboles frutales y un sistema de acequias para la distribución de aguas que nacían de un tajamar.
Eran, además, productores de ganadería y de lácteos. “Font construyó algo que todavía no estaba en la región: los baños garrapaticidas en piletones de piedra para bañar al ganado enfermo”, cuenta Carla.
La orden se sustentaba y abastecía a otras instituciones de la Compañía de Jesús en la ciudad de Córdoba.
Piedras y vitrales
La Parroquia del Niño Dios fue parte del complejo jesuítico. Está construida con las piedras de las canteras del parque y fue bendecida en 1933. Tiene unos preciosos vitrales de la época con diferentes escenas, como la imagen del fundador de la orden, San Ignacio de Loyola camino a Roma, el nacimiento de Cristo, la adoración de los pastores y de los Reyes Magos. También hay cinco rosetones que expresan aspectos litúrgicos, como la Eucaristía, el Alfa y el Omega, María y posiblemente José.

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La guía explica que tras la muerte de Font, comenzó el declive de la estancia.
“Las cosas fueron cambiando. El convento deja de serlo para convertirse en las actuales escuelas parroquiales en sus tres niveles”, explica.
Gran parte del predio se vendió y loteó.
Actualmente tiene unas cinco hectáreas y tres edificaciones que usó la orden hasta la década de 1980.
Bergoglio en La Quinta
El Papa Francisco estuvo en la estancia La Quinta en dos oportunidades, en su etapa de formación y de formador.
“Cuando Bergoglio es designado como Papa, se le mandó una carta que fue recibida y respondida confirmando que estuvo en este lugar y que lo tenía en sus recuerdos”, cuenta Carla Molinari.
En sus comienzos, la estancia funcionó como convento y noviciado, después estuvo designado para atender las enfermedades de tuberculosis y respiratorias de principios del siglo 20. Más tarde, los estudiantes de los colegios religiosos pasaban allí el verano. Bergoglio participó en su juventud de esas actividades.
Años más tarde, cuando el sitio fue sede del noviciado de Córdoba, el Papa Francisco regresó para la formación de religiosos.

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Museo arqueológico prehispánico
En el edificio mayor se encuentra el Museo arqueológico prehispánico Numba Charava (cacique Numba), una joyita que resguarda más de 20.000 piezas arqueológicas que pertenecieron a los pueblos originarios que habitaron en Punilla. Se encuentra en medio de una reserva natural con frondoso bosque y muy cerca del río. Es una institución de puertas abiertas con entrada gratuita. El 19 de enero cumplió 34 años.
El museo nació como parte de un proceso de institucionalización en torno a la colección de 8.000 piezas, formada desde 1949 por Esmeraldo Ledda, vecino de Carlos Paz. Luego fue creciendo con la incorporación de colecciones privadas y sumando piezas provenientes de las excavaciones que aún se realizan en las cercanías del lago San Roque, en Los Gigantes, Pampa de Achala y las sierras.

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El museo tiene 600 piezas en exhibición y varias “perlitas”, cuenta Silvia Ledda, directora del Museo e hija de Esmeraldo.
Una es la imagen de una niña en su pubertad de tres cuartos de perfil con colgantes, sin rodete y con la boca abierta, como transmitiendo algo.
Entre las puntas de flecha se puede observar la “punta cola de pescado” que habla de que la zona estuvo habitada hace 11.000 años, en la era de la megafauna.
“La cola de pescado muestra la antigüedad del ser humano aquí”, resume Ledda.
Una pieza única hallada cerca de un yacimiento en Bialet Massé está compuesta por más de 120 caracoles con una o dos perforaciones, puestos como castañuelas. “Es único en su tipo. En ningún otro lado aparecen. Tienen 4.100 años. De la manera en que se encontraron pensamos que puede ser para algún ritual”, detalla Silvia.
En la colección también se encuentra material óseo, adornos, cerámicas (más de 500 caritas de arcilla), y piezas en piedra: morteros y conanas. También, armas de cacería o de guerra, herramientas para talar árboles, matar animales o realizar rituales. Hay boleadoras, algunas talladas. Son interesantes las piezas en arcilla que se utilizaban en los espacios domésticos: jarrones, cuencos y otros elementos para cocinar.
El gliptodonte
En la sala Font funcionan distintas exposiciones. Actualmente se encuentra “La línea del tiempo”, la historia resumida de la ciudad de Carlos Paz, y una colección de fotos antiguas.
Dentro del salón, el plato fuerte es el resto fósil de un gliptodonte, encontrado hace dos décadas.
“En Punilla no es habitual encontrar restos fósiles porque las condiciones geológicas del suelo no son propicias como en otras partes del país”, explica Carla Molinari. “Un vecino se llevó la gran sorpresa en el patio de su casa mientras hacía un pozo para hacer una piscina y detectaron el caparazón”, agrega.

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El gliptodonte es un animal de la megafauna sudamericana, que tiene conexión con los primeros habitantes cazadores recolectores.
“Era herbívoro, como si fuese un tatú carreta en la actualidad o un quirquincho gigante. Pesaban más de una tonelada y media; medían tres metros de ancho por 1.5 de alto».
DATOS ÚTILES
El parque. Es un paseo abierto con senderos para caminar por el bosque. Se pueden ver algunos morteros que utilizaban los nativos para la molienda de la algarroba y el maíz. Abierto de 8 a 20 (horario de verano). En invierno: de 8 a17. Entrada gratuita.

Bosque de la poesía. Los árboles nativos, principalmente algarrobos, tienen carteles con poesías vinculadas a la naturaleza.
Trekking. Punto de encuentro para caminatas por la ciudad. Miércoles a las 9hs. (en verano).
Museo Numba Charava. Horario de verano: de 8 a 20hs. Visitas guiadas: 9.30, 11, 16.30 y 18hs.
Talleres para turistas. De arcilla, tallado en piedra, cestería, tejido, pintura con pigmentos naturales. En verano: de lunes a viernes, a las 12hs. Gratuitos.