*Por Mariana Otero.

En el norte cordobés, los pobladores de Villa Tulumba aún se están acostumbrando a la idea de que su pequeño pueblo colonial y con historia ha sido escogido como uno de los más bonitos del mundo en el concurso Best Tourism Villages, impulsado por la Organización Mundial de Turismo de las Naciones Unidas, encargada de la promoción de un turismo responsable, sostenible y accesible.

“Estoy enamorada de mi villa”, dice Ismelda “Nenina” Bustamante, nacida, criada y establecida en esta localidad, la única que ordenó fundar el rey de España en Córdoba. Ella es docente jubilada, directora fundadora del jardín de infantes de Tulumba (1965), miembro de América Madre -una organización sin fines de lucro que organiza encuentros de escritores- y es autora de “Cuentos para mis nietos” y “Ecos de mi valle”, donde recoge historias del lugar.

Ismelda «Nenina» Bustamante – Foto modoviaje.ok

“Tulumba tiene magia, encanto. Reúne muchísimas condiciones: tiene historia, leyendas y la arquitectura colonial que se ha conservado”, sostiene.

La villa, ubicada a 134 kilómetros al norte de la capital de Córdoba, entre dos rutas nacionales (la RN60 y la RN9), es un museo a cielo abierto que atesora más de cuatro siglos de historia.

Es uno de los pueblos más antiguos y con mayor identidad de la provincia, que recuerda el paso de los pobladores originarios hasta los conquistadores y los ejércitos independentistas.

Ana Palomeque es una joven tulumbana, a punto de graduarse como psicóloga y es nieta de “Nenina”.

“Me fui a estudiar a Córdoba, pero para mí no hay como el pueblo. Siempre que puedo vuelvo”, cuenta.

Arminda Reyes (izquierda) Ismelda Bustamante y Ana Palomeque. Foto modoviaje.ok

Es que las calles  empedradas, las casonas de siglos pasados, la iglesia Nuestra Señora del Rosario y las farolas que permiten sentir el pasado en el presente son un encanto.

Arminda Reyes, enfermera jubilada también nacida en esas tierras y   organizadora de los encuentros de poetas, está orgullosa de que su pueblo haya sido declarado uno de los más lindos del planeta. Cree que es mérito de su patrimonio, de sus bellezas naturales y de todas las gestiones políticas que lo han preservado.

“Hoy se recogen los frutos”, piensa.

Por orden del rey

Los sanavirones fueron los primeros habitantes del lugar, luego llegaron los conquistadores y el pueblo se constituyó en las antiguas estancias concedidas como merced a los españoles. Data de 1675 aunque, en verdad, se fue conformando a partir del año 1585 en la merced de las tierras de Chipitín, actual San José de la Dormida.

En 1803 fue elevada a villa real por Cédula Real de Carlos IV de España. Es la única villa de Córdoba fundada por real ordenanza. En el siglo XIX fue el centro administrativo, político y militar de todo el norte de Córdoba y era un importante polo comercial, especialmente, de  mulas.

Reproducción de la Cédula Real – Foto modoviaje.ok

Tulumba está emplazada en medio del Camino Real del bajo y el Camino Real del alto, lo que permitía el control sobre ambas vías que unían el virreinato del Río de la Plata con el del Alto Perú. “Tenemos la dicha de vivir en uno de los pueblos más lindos del mundo. Nos sentimos muy bien”, dice Arminda Reyes, con evidente orgullo.

Paz, historia y paisajes

“Nenina” Bustamante siente un amor especial por la tierra que la vio nacer. “A lo largo de mi vida podría haberme ido a otro lado, pero me encanta el pueblo, la vida de pueblo, esta paz que tiene Tulumba, la historia, las leyendas que surgen de cada casona antigua”, remarca. “Tenemos la casa de los Reinafé (los autores intelectuales del asesinato del caudillo riojano Facundo Quiroga), de la cual se cuentan muchas leyendas”, pone como ejemplo.

Tulumba es sinónimo de paz,  tranquilidad, belleza, de naturaleza generosa. Es también el río Suncho, hoy menguado en su caudal, pero bravío en otros tiempos, como recuerda la letra de la chacarera escrita por Carlos Di Fulvio cuando dice: “Cuando crece el río Suncho, Tulumba sabe temblar, vaquita que encuentra a mano, seguro no ha de quedar”.

Adela, la artesana

“Amo Tulumba porque me dio todo”, resume Adela Suárez (85 años), artesana de este pueblo al que los vecinos califican como “lindo y de gente buena”. 

Nació en El Bañado, pero a los 12 años se mudó a Tulumba.

“Me crié trabajando al lado de mis padres”, cuenta. Cuando se casó se mudó a Marcos Juárez pero después regresó. “Cuando volví seguí trabajando. Todo me gustaba; era artesana de panadería, hacía locro para los veraneantes, trabajé en la hostería”, relata.

Su hija Edith confirma que su madre siempre fue muy trabajadora. Fue lavandera, cocinera, costurera y, al fin, artesana. Había aprendido a hilar con su madre y con el tiempo logró el sueño del taller propio donde teje, hace tapices, licores y dulces artesanales.

Taller de artesanías de Adela Suárez (gentileza Familia Suárez).

Un templo magnífico

Villa Tulumba tiene 64 manzanas y unos 2.500 habitantes. Está muy ligada a la Virgen del Rosario y a la religiosidad de los feligreses.

La imagen de 1650 de madera tallada fue llevada al pueblo por la familia portuguesa de apellido Ataide.

Se puede ver en el templo de 1881 construido en reemplazo del anterior del 1700, hoy en ruinas.

Iglesia Nuestra Señora del Rosario. Foto modoviaje.ok

La Virgen original se conserva en perfecto estado, vestida y con pelo natural donado por los fieles (al igual que el cabello del Cristo articulado con rasgos indígenas).

La iglesia es una de las más bellas de la provincia de Córdoba, con preciosos murales del artista Martín Santiago y el tabernáculo barroco de arte jesuítico del siglo XVII de una sola pieza de cedro paraguayo pintado en hojas de oro, que perteneció a la Compañía de Jesús después pasó a la Catedral de Córdoba y, más tarde, llegó a Tulumba.

Foto modoviaje.ok

Pasado y presente

Las casonas del casco céntrico le dan la identidad al pueblo. Dos de ellas, que datan de los siglos XVIII y XIX, están abiertas al público. Una es la casa (año 1850) del padre Hernán Benítez, quien fuera el confesor de Eva Perón. La casona resguarda y exhibe documentos del año 1603. La otra es la más antigua en pie, de 1750, en la que funciona la Oficina de Cultura y Educación. “Nos da gusto que  hayan reconocido a Tulumba en un momento en que comienza un movimiento cultural que revaloriza el pasado, la historia de los pueblos, porque no siempre fue así”, opina Bustamante.

Foto modoviaje.ok

En este sentido, “Nenina” tiene esperanzas en que las nuevas generaciones conserven los valores que sostienen la autenticidad del pueblo.

“Para mí Tulumba es mágico, es un lugar único. Tiene una paz que no se encuentra en otro lado, tiene lugares preciosos. Más allá de la arquitectura. Es hermoso que se mantenga viva la historia de Tulumba en las calles, en las casonas”, piensa Ana Palomeque. Su lugar favorito es el Cristo, que se encuentra en lo alto del pueblo.

“Tulumba tiene una mística que no la encuentro en otro lado”, subraya.

Ana Palomeque (izquierda), Ismelda Bustamante y Arminda Reyes. Foto modoviaje.ok

Los vecinos coinciden en que una marca de identidad de Tulumba es la calidez de su gente. “Te van a recibir bien, te vas a sentir bien. Hay algo de los afectos que para mí caracteriza  al pueblo”, plantea Ana.

Reyes coincide: “La gente es noble, solidaria, es como una hermandad. Lo vivo así con la gente de la panadería, de la cooperativa, de una despensa… Es como si fuéramos todos iguales, no hay diferencia de clases sociales. Lo veo así, como si fuéramos todos de una misma familia”, opina.

Un lugar único

Carolina Echeverría es la dueña de “El pan nuestro”, la panadería artesanal emblemática del lugar. Ella es cordobesa, casada con un tulumbano. Allí construyeron su familia con cinco hijos, que colaboran con el emprendimiento que funciona desde 1998. Elaboran productos caseros con insumos de la zona.

También abrieron un patio cervecero (Benito), anexo a la panadería, donde en temporada trabajan todos los hermanos.

“Somos la panadería más tradicional. Hacemos tortillas, pan casero, tortas de anís, galletas de miel y las colaciones muy tradicionales del pueblo”, explica Carolina. Provienen de una familia de panaderos, su marido es nieto de doña Fausta, que -cuentan- atesoraba la receta de colaciones más ricas que se hayan conocido.

Agustina Arellano es una de sus hijas. “Soy nacida acá, diseñadora gráfica freelance. Trabajo desde donde estoy, pero elijo estar más acá. No se compara”, señala.

Agostina Arellano (izquierda) y Carolina Echeverría. Foto modoviaje.ok

Carolina dice que Tulumba tiene una magia que no puede explicar. “Fui veraneante de Tulumba toda la vida y cada vez que me tenía que ir a fines de la temporada, lloraba porque era mi amor Tulumba, y sigue siendolo”, explica.

“Estamos felices acá, la pasamos muy bien, es mágico. Toda la gente que viene a Tulumba quiere volver, le fascina. Tiene encanto, una tranquilidad única. Tulumba nos dio todo. Amamos Tulumba”, apunta Carolina.

No es la primera ni la última que expresa estos sentimientos.

“Siendo tulumbana me impacta lo lindo que es, me imagino la gente que viene y lo ve por primera vez. En mi caso estoy encantada”, concluye Agustina.

DATOS ÚTILES

Información: La Oficina de Cultura y Educación atiende todos los días de 10 a14 y de 15 a 19. Teléfono: 3521 453234.

Centro Interpretación Camino Real: De martes a domingos de 10 a 14 y de 15 a 19.