Puede que algunos estéis torciendo el morro y preguntando «¿Quién?», pero lo cierto es que, a finales de los 90 e inicios de los 00, Leelee Sobieski llevaba camino de convertirse en una de las actrices de Hollywood más importantes de la época. Empezó a ganar premios y reconocimiento, y justo en el momento en el que parecía que iba a dar el salto definitivo… se esfumó. Puede que alguna vez te lo hayas preguntado viendo ‘Nunca me han besado’: ¿Qué fue de Leelee Sobieski?

Leelee no era lela

Liliane Rudabet Gloria Elsveta Sobieski (casi nada) nació en Nueva York el 10 de junio de 1983 (o sea, que acaba de cumplir 41 años), y desde pequeña se acostumbró a vivir dentro del show business. Al fin y al cabo, su madre era productora y guionista, además de su manager, y su padre era un pintor francés que también hizo sus pinitos como actor. En este panorama, ¿cómo no iba a pisar un plató lo antes posible?

Curiosamente, no fue su madre la que le metió el gusanillo, sino un cazador de talentos que estaba mirando posibles candidatos en la cafetería de una escuela neoyorquina (algo que allí es más normal de lo que parece, aparentemente). Tenía once años, y ya estaba preparando castings tan importantes como el de ‘Entrevista con el vampiro’… aunque su primer papel fue en ‘Reunion’, una película hecha para televisión a la que siguieron otras como ‘A horse for Danny’.

Pero incluso por aquel entonces ya le decía a sus padres que no quería actuar, sino pintar, a lo que ellos respondían «No puedes decir eso, porque parece que no estás agradecida. Estás agradecida, así que tienes que seguir«. Por suerte para ella, esta racha televisiva, que contó con personajes episódicos en series como ‘Grace al rojo vivo’, ‘News Radio’ o la serie basada en ‘F/X: Efectos mortales’, estaba a punto de acabarse: en 1997 fue la hija de Tim Allen en ‘De jungla a jungla’. Puede que no pasara a la historia, pero le abrió puertas en Hollywood, donde empezó a hacer papeles más importantes en películas como ‘Deep Impact’ o ‘La hija de un soldado nunca llora’. Y entonces llegó 1999. Su año.

Leelee de Arco

En 1999, justo antes del cambio de milenio (y de cumplir 18 años), Leelee Sobieski se convirtió en un nombre por sí misma gracias a tres papeles que cambiaron su carrera. En primer lugar, como la empollona Aldys Martin en ‘Nunca me han besado’. En segundo, como la hija de Milich en ‘Eyes wide shut’. En tercero, y más importante, como Juana de Arco en la serie homónima, que le valió una nominación al Emmy y otra al Globo de Oro. Acababa de nacer una estrella… a su pesar.

Joan Of Arc

A lo largo de los años siguientes participó en películas como ‘Aquí en la Tierra’ (por la que fue nominada al Teen Choice Award), ‘Nunca juegues con extraños’, ‘Última sospecha’ o ‘The wicker man’. Puede que se dejara perder un poco en la maraña de Hollywood, pero, al mismo tiempo, se resarcía filmando la miniserie de ‘Las amistades peligrosas’ junto a Catherine Deneuve y Rupert Everett. Palabras mayores. Compensaba, al fin y al cabo.

En 2012, y viendo que su carrera nunca volvió a coger tracción (de hecho, en 2007 fue nominada al Razzie por la terrible ‘En el nombre del rey’), decidió dejarlo todo. Su último papel fue en la serie ‘NYC 22’, que tan solo duró una temporada y se emitió como reemplazo de ‘CSI Miami’ sin demasiado éxito. Desde entonces, silencio. Y es raro, porque casi al mismo tiempo empezó a aparecer en los museos de todo el mundo una joven artista con su mismo e inusual nombre, pero otro apellido: una tal Leelee Kimmel.

Del cine al arte

El nombre tiene sentido: en 2010, la actriz se casó con Adam Kimmel, diseñador de moda, y cogió su apellido, decidiendo dejar de lado su carrera para dedicarse a su familia y a su verdadera pasión: el arte. Kimmel se dedica a lo abstracto, especialmente con trabajos de pintura, escultura y realidad virtual. En 2018, después de exponer por todo el mundo, consiguió abrir su propia exposición, ‘Channels’, en Brooklyn, a la que siguió otra en Londres llamada ‘Wormhole’.

La niña que quería pintar en vez de actuar lo acabó consiguiendo, calificando su arte a la revista Interview como «un vómito de lo que está dentro de mí y en el mundo». Y es que, mientras su carrera como actriz despegaba, ella seguía pintando en secreto, con la meta final de convertirse en una artista con todas las de la ley. Para Sobieski, ser actriz era solo su manera de pagar las facturas.

Ahora, Leelee Kimmel tiene dos hijos, y según le confesó a ArtNet, para ella era muy importante que no crecieran poniendo Netflix y viéndola en los brazos de otro hombre que no fuera su padre, otro motivo más para alejarse de Hollywood de una vez por todas. Al final consiguió el éxito en todos los aspectos de su vida y es feliz. Y probablemente nunca vuelva a un set de rodaje. Eh, estas historias no siempre tienen un final tan feliz.

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