Un clásico siempre es un partido aparte. No importa cómo llegue cada equipo, no importa cuánto paga en las plataformas de apuestas online –el método de este tiempo en el que se miden los favoritismos–, no importa casi nada. Hay una magia que transforma estos partidos en impredecibles, incluso cuando los pronósticos podrían ser más o menos consensuados entre quienes siguen el día a día de cada club. Hoy juega Racing contra Independiente, el clásico de Avellaneda, acaso el segundo duelo en importancia en la historia del fútbol argentino, y no hay ningún vaticinio certero.

Podríamos decir que el candidato es Racing, que es local, tiene un plantel poderoso y viene de golear 6 a 1 a Huachipato en la Copa Sudamericana, pero todo eso tampoco lo convierte en un equipo del todo sólido: hace apenas dos semanas, perdió su último partido en Avellaneda por la Liga Profesional y su hinchada lo despidió con insultos y silbidos.

Podríamos decir que Independiente viene en levantada, que Julio Vaccari empieza a encontrar las piezas de su tetris, que ganó los últimos dos partidos contra los últimos dos campeones (Estudiantes en La Plata y Central en el Libertadores de América), pero eso tampoco lo convierte en un equipo sólido: hace un mes, su hinchada se cansó y mostró su fastidio luego de empatar 0 a 0 contra Barracas.

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El de hoy –sobre todo el de hoy– es un clásico de Avellaneda sin certezas: nadie tiene en claro quién puede ganarlo. El historial lo domina Independiente, que le lleva 18 partidos de ventaja. Pero en los últimos diez encuentros, domina Racing: ganó seis, empató uno y perdió tres, aunque cada una de esas derrotas derivó en las renuncias de sus entrenadores (Diego Cocca, Juan Antonio Pizzi y Fernando Gago). El último, que significó el fin del ciclo Gago, terminó con los hinchas queriendo entrar a los vestuarios y hasta forzando un sector de las instalaciones del Cilindro de Avellaneda.

De acuerdo a lo que informó la APreViDe, el operativo de seguridad dispuesto para el clásico contará con la participación de alrededor de 650 efectivos de la Policía de la provincia de Buenos Aires, y 130 agentes de seguridad privada. La apertura de puertas será a partir de las 14: se espera que el Cilindro, con una capacidad cercana a las 55 mil personas, esté colmado, como sucede siempre en cada clásico.

Como gesto de paz y convivencia, Santiago Sosa y Joaquín Laso se sacaron una foto en la previa. Fue una idea de la Liga Profesional: ambos intercambiaron banderines y sonrisas. Probablemente, esa sonrisa le quedará a uno solo hoy después de que termine el clásico.