Podría decirse que la caída de Boca fue una derrota digna. Se tome literal o como en otros tiempos ironizaban a Los Pumas en traspiés con gigantes. En este caso, detrás de que jugó bien 95’ con diez, de que en los más de 180 fue superior y mereció más, hay que caer en lo fáctico: ¡quedó afuera en octavos de final de la Sudamericana! Y el rival no fue el Cruzeiro de la final de Libertadores de 1977 sino un equipito, con algunos talentos pero equipito en fin.

Al hincha no le alcanza con haber dado la cara y estar cerca de la heroica con uno menos. Espera de una vez por todas, que las tarjetas rojas no sigan arruinando chances, desde Wilmar Barrios con River, Rojo con Palmeiras el año pasado, Fabra con Fluminense y varias más (Medina vs. Godoy Cruz, Lema y Saracchi ante Estudiantes, etc etc).

Hay algo psicológico, de la presión del ambiente, de trabajo mental, para que se autoflagele con expulsiones como la de Advíncula: profesional 100%, querido por la gente, capitán el domingo anterior, no puede ir así a una pelota de mitad de cancha a los 10”. Es irresponsable. Creer que es mala suerte o anecdótico es negador. En los últimos tiempos, Boca no supo manejar lo emocional. Y es clave: con actitud positiva se pueden ganar partidos y con zonceras, se los pierde. A Boca se le repite la historia.

Boca afuera en esta instancia es fracaso. Con la valoración de que si se clasificó al Mundial de Clubes es por la gran campaña de la Libertadores pasada, con Romero de héroe, ¿quién le puede achacar que no haya acertado un penal de los cinco, pateados con excelencia?

Suena a fracaso también porque tuvo que ir a Repechaje sin jugar bien, perdiendo el único partido complejo en Brasil y regalando el empate en la Bombonera: otro tema mental, de concentración, todos a cabecear al área rival ganando 1-0, en el descuento.

Y si hay uno que no se merecía este durísimo adiós es Merentiel, que da mucho más de lo que se esperaba. Que mete goles, corre, aguanta, siempre da la cara. El destino le preparó una trampa y otra vez (la tercera) falló en la definición. Él es tan intocable como el arquero, en un Boca que siempre da pelea pero debe reconocer su debilidad, laburar y clarificar su cabeza.

Consuelo para Merentiel. El uruguayo no es culpable (foto Douglas Magno / AFP).Consuelo para Merentiel. El uruguayo no es culpable (foto Douglas Magno / AFP).
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