El aluvión de la vuelta de Gallardo, los problemas de Boca, las 24 horas de Juegos Olímpicos quizá dejaron en segundo plano la semana pasada una noticia (anticipo de Vicente Muglia en Olé) que hizo ruido: uno de los jugadores clave del campeón del mundo, Julián Álvarez, aceptó dejar al multiganador Manchester City para empezar un nuevo desafío en el Atlético de Madrid.
El el domingo, incluso, el Araña podría haber logrado otro título junto a Guardiola y compañía. Sin embargo, a los 24 años, optó por encarar una experiencia muy distinta, pasando a un club poderoso pero no como el City y con un entrenador también top como Simeone pero que tiene conceptos y filosofía diferentes a los de Pep.
¿Le conviene este cambio a Julián? Hay otros factores personales y familiares que alentaron la decisión porque son hasta muy obvias las diferencias entre vivir en Manchester o en Madrid. Pero, ¿y en lo que respecta a lo futbolístico? Si algo está probado, es que Alvarez es una esponja a la hora de incorporar conocimientos tanto técnicos como tácticos. El crecimiento que logró en la Premier es innegable: asumió su rol desde el banco, mejoró, hizo aportes importantes al equipo pero llegó un momento en el que debía dar un salto, salir de cierta zona de confort y asumir que para continuar evolucionando iba a tener que ser como titular.
Ningún entrenador puede asegurarle a un jugador que siempre estará desde el inicio -a excepción de Messi y no muchos más-,pero alejarse del rol de apagaincendios, de comodín, de rueda de auxilio, lo va a obligar a tomar más responsabilidades. Deberá asumir que el éxito del ataque estará definitivamente en sus pies.
Las herramientas -bien diferentes- que puede darle Simeone completan el combo de un escenario desafiante y movilizador que puede necesitar un jugador que, siendo tan joven, ya ganó casi todo lo que se puede ganar en el fútbol.