Podría decirse que ‘Anora‘ es la gran película de consenso de la Sección Oficial de una edición del Festival de Cannes muy desequilibrada y con pocos superlativos. Efectivamente, la gran triunfadora de 2024 es el gran flechazo de la competición, que encumbra a Sean Baker como broche de oro en una filmografía hasta ahora absolutamente brillante y profundamente humana.
Protagonizada por una vigorosa Mikey Madison, en el que apunta a ser el pistoletazo de salida de una carrera que se augura fulgurante, ‘Anora’ sigue la trágica historia de amor de una trabajadora sexual en un punzante anti-cuento de hadas. Agraciada con un golpe de suerte, «Ani» conoce a un heredero ruso veinteañero de viaje en Estados Unidos y sediento de sexo de pago como entretenimiento en su consentida vida de niño rico.
Como toda historia de amor de juventud, la aventura se intensifica en pocos días y rápidamente termina en matrimonio hasta que los rumores llegan a oídos de la familia oligarca. Una cenicienta truncada en un mundo de dinero y poder que no deja espacio para todo aquello que no luce a la altura.
Anora no es Pretty Woman
Calificada como una anti ‘Pretty Woman‘, el clásico romántico de Julia Roberts y Richard Gere, ‘Anora’ recuerda a aquella en su concepto inicial, en una revisión moderna de esa relación de poder en condiciones de desigualdad.
Al contrario que aquella, que hacía soñar con que todo es posible, la de Sean Baker adquiere un tono más sombrío y realista en un retrato de la nueva prostitución de nuestro tiempo, que camufla el clientelismo y el abuso de poder detrás de regalos caros y vidas de lujo. Una relación consentida con un mismo lobo de distinto disfraz; uno más perverso y que oculta su naturaleza tras promesas vacías de amor por diversión y sin consecuencias.
Una película que se transforma de forma completamente inesperada en otra y desemboca en una persecución trepidante por las calles de Nueva York filmada con una clase y un ritmo imparable, que recuerda a lo mejor de los hermanos Safdie visto en ‘Good Time‘ o ‘Uncut Gems‘, y que acaba cediendo a una tercera película en una mordaz crítica social con la que termina rompiéndonos el corazón.
Con esa mirada generosa y el cariño extraordinario con el que Sean Baker trata a sus protagonistas, el director y guionista dibuja en ‘Anora’ un bellísimo retrato de unos personajes tremendamente bien escritos en la complejidad de una trama de múltiples aristas. Un drama terrible visto de forma completamente humana y considerada, que añade además una importante carga humorística, que la destaca especialmente sobre sus anteriores trabajos.
Un elenco de interpretaciones portentosas, con la consolidación de Mikey Madison, que ya apuntaba alto en sus pequeñas intervenciones en grandes producciones como ‘Érase una vez en Hollywood‘, de Quentin Tarantino, también a competición en Cannes en 2019, enfrentada en el cara a cara con la revelación rusa Mark Eydelshteyn.
Como contrapunto, la sólida presencia del también actor ruso Yura Borisov, en un papel absolutamente tierno que recuerda a ese tremendamente adorable coprotagonista de la fantástica ‘Compartimento Nº6‘ de Juho Kuosmanen, también a competición en Sección Oficial hace tres años. Junto con el dúo cómico formado por el casi debutante Vache Tovmasyan y un divertidísimo Karren Karagulian, habitual de la filmografía de Baker.
Trepidante y entretenida, pero profundamente significativa y completamente punzante, ‘Anora’ es el triunfo de un cine accesible que demuestra que una narrativa disfrutable se puede tomar muy en serio. De estructura más clásica que recuerda al mejor cine de los inicios de Hollywood que el director reivindica, la de Sean Baker es una muestra de gran cine sin flashes ni estridencias, que llega directo al corazón.
Hermosa y estilosa, ‘Anora’ es una película muy divertida que arranca la empatía del espectador en un viaje de emociones y que en Cannes puso a un teatro entero a sus pies con arranques improvisados de risas, vítores y ovaciones espontáneas en un primer visionado en presencia de director y actores. Una brillante Palma de oro.