(Mario Albera) Javier Milei pisó el acelerador a fondo y por necesidad y urgencia decretó la revolución libertaria que prometió. De un plumazo, desreguló más de 300 artículos de leyes y normativas para implementar reformas pro mercado. Es decir, volvió a ser el león de la campaña, lejos del “gatito mimoso” con que intentó rebajarlo la trotkista Miriam Bregman en el debate electoral.
El DNU es tan amplio y profundo que provocó un cisma político e institucional. Para constitucionalistas incluso no K es “inconstitucional” y “antidemocrático”. Pero esto es trabajo para los juristas. Por lo pronto, los DNU están habilitados y regulados por la Constitución Nacional. Por dar un ejemplo: Néstor Kirchner emitió 236; Cristina Fernández 78; Mauricio Macri 70; y Alberto Fernández 178. Un DNU no se le niega a nadie ni tampoco un rechazo en el Congreso. La legislación de CFK sobre los DNU ahora se le vuelve en contra del kirchnerismo: tendrían que rechazarlo ambas cámaras para dejarlo sin efecto.
Leímos por la red social X. “Este tipo está loco”, escribió el economista K Sergio Chouza. “Hoy se decretó la instauración de una monarquía absoluta en Argentina”, sentenció el piquetero Juan Grabois. “Se votó un presidente, no un emperador”, sorprendió el macrista Pablo Avelluto. “Lo que acaba de ocurrir es un hecho político, no un acto de gestión. Cómo hecho político puede ser inteligente, como acto de gestión es inviable”, escribió el consultor político Lucas Romero. Los opositores rechazan la forma y el fondo; los oficialistas solo la forma.
León y motosierra volvieron. “Te mintieron durante 80 años, ayer te dijeron toda la verdad en 10 minutos”, escribió el CEO de Mercado Libre, Marcos Galperín, entusiasmado por el paquetazo de reformas económicas. “Obras sociales, registro automotor, empresas públicas, código aduanero, compre nacional, alquileres, góndolas, promoción industrial, fútbol, cielos abiertos, receta electrónica, internet satelital, aporte sindical, educación esencial, juicio laboral. Más anticasta no se consigue”, escribió el economista de Juntos por el Cambio, Hernán Lacunza. A la casta sindical, le quita el monopolio de las afiliaciones a sus obras sociales; a la casta mediática como Clarín, el monopolio de internet satelital (mensaje a Elon Musk); a la casta política, el curro de los registros automotores. Pisó todos los callos posibles y abrió múltiples frentes de conflicto con los laboratorios, sindicatos, clubes de fútbol y todos los “tongos” posibles.
La desregulación apuesta a desmantelar la injerencia de la perezosa burocracia estatal en la economía para promover el libre mercado y la competencia entre privados. Pero, claro, no todo es perfecto en Peronia. “Acabo de escuchar a Belocopitt (Swiss Medical) decir que se juntarán con el resto de las prepagas para analizar el % de incremento de las cuotas, exactamente lo contrario a la competencia que busca la desregulación”, cuestionó en X el economista liberal Christian Buteler. La suba preanunciada por las prepagas es del 40%. Cartelización pura y dura.
Pisar el acelerador a fondo y no retroceder, es la premisa de Milei. Con 200% de inflación anual, el Banco Central sin reservas, con pobreza e indigencia estructural insoportable, con un mercado laboral estancado hace diez años que solo crea empleos públicos y no privados, ¿se puede argumentar la no necesidad y urgencia? El Gobierno argumenta que si en vez de un mega DNU mandaban al Congreso 300 leyes, eso sí sería inviable porque se entraría en el canje de recursos nacionales a las provincias por apoyos legislativos. Y esto pondría en contradicho el hit del verano: “No hay plata”.
A diez días de asumir, el Gobierno se ganó un fuerte cacerolazo. Los entrevistados por los canales de noticias eran un cliché; es decir, el estereotipo del votante K. Pero concedámosle el beneficio de la espontaneidad, más que el DNU, lo que duele es la aceleración inflacionaria de los alimentos, y esto es entendible.
Al fin de cuentas, como escribe el consultor Carlos Fara en Perfil, “si la devaluación se quedase corta, hay que volver a corregir el valor del dólar oficial en unos meses. Eso realimentará la inflación y ya no habrá DNU que cambie el humor social”. Y remata con el argumento del popular filósofo e ilusionista argentino Tu Sam: “Puede fallar”, refiriéndose al experimento mileísta.
Asombra el disgustado precoz, el que impaciente se lamenta: “Yo confiaba en este gobierno”. Pero si lleva diez minutos de gestión; aún tiene por delante mucho tiempo para fracasar.
Lo cierto es que en solo dos semanas, Milei impone la agenda y mantiene a raya al dólar, principal ordenador económico. Y con el batifondo armado con el decretazo, sumado al protocolo antipiquetero en marcha, logró sacar de la madriguera a Máximo, a Sergio, y a los gordos con fueros de la CGT y CTA, desaparecidos mientras la emisión inflacionaria descontrolada del ministro candidato se deglutía los ingresos de los jubilados y asalariados argentinos, sobre todo los informales, los que viven de la changa sin representación sindical. Los IFE del país.
Por suerte estamos en democracia y los padres del desastre económico actual y la herencia acumulada siguen teniendo voz pese a ser casi sepultados en votos. ¡Feliz Navidad!
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