Aloña Fdez. Larrechi

En estas fechas en las que buscamos el regalo perfecto con el que, este año sí, acertar siendo originales, los libros se imponen como una de las opciones más asequibles e interesantes a la hora de dejar un recuerdo imborrable estas navidades. Y entre los muchos, y muy buenos, que han llegado a las librerías en estos últimos meses, hemos encontrado el mejor libro de no ficción de 2023 que es un acierto seguro para los amantes de la lectura.

Porque no hay nada cómo un libro que cuente cosas que nos aporten conocimientos, que nos ofrezcan un nuevo punto de vista sobre el mundo que nos rodea y que se quede grabado en la memoria a través de sus historias y sus ideas. Por todo eso nuestro nuevo libro favorito es El callejero, un ensayo de Deirdre Mask sobre los nombres de las calles que ha publicado en nuestro país Capitán Swing.

Trescientas páginas que nos ofrecen un nuevo punto de vista sobre por qué las calles se llaman así, la disposición de los barrios y sus avenidas, los cambios de nombres que la revisión histórica hacen necesarios o qué supone para los vecinos que viven en ellas que su dirección postal lleve se denomine así. Porque todo influye a la hora de vivir.

Suburbios e imperios con calles sin nombre

Dividido en catorce capítulos, que analizan los callejeros de otras tantas ciudades o países, estos se agrupan en cinco temáticas: desarrollo, orígenes, política, raza, clase y estatus. Y comienza con algo tan básico, y a la vez tan ajeno al primer mundo como qué supone para los suburbios, y sus habitantes, que se asignen direcciones postales, en este caso en la ciudad india de Kolkata.

Los taxistas de Londres tienen que memorizar veinticinco mil calles para obtener su licencia. / Norbert Toth/Unsplash

La importancia de los mapas a la hora de
identificar y erradicar las epidemias, algo que ya aprendimos en El mapa fantasma (Capitán Swing), con la lucha contra el cólera en el Londres del siglo XIX, pero en esta ocasión aplicado al Haití del siglo XXI, da paso a una vertiente poco comentada de un tema candente. El imperio romano y la orientación en sus vías de sus ciudadanos, especialmente cuando las calles romanas carecían de nombre.

El nacimiento de correos y sus códigos postales, los problemas de los nombres de calles duplicados en ciudades como Londres, o las modas a la hora de denominar una ciudad, porque en Bélgica celebran la historia culinaria nacional, pero en Gran Bretaña apuestan por el multiculturalismo, mientras que en Polonia los nombres más populares son Bosque, Campo, Soleado, Corto y Jardín; son algunos de los temas correspondientes al apartado dedicado a los orígenes.

La culpa la tiene un sello

El poder y los números de las casas en Viena, el gusto estadounidense por poner números, y no nombres, a las calles, o la ausencia de ellos en países como Japón y Corea son otros de los temas a los que Mask dedica otros capítulos. Un interés que nació cuando fue a enviar una postal a su padre desde Irlanda, ella es estadounidense, y se preguntó comenzó a hacerse preguntas sobre qué país se quedaba con su dinero y cual hacía la entrega y la tramitación.

Portada del libro de Deirdre Mask, EL Callejero. / Capitán Swing

Los nombres de las calles en países como Irán, donde una pintada en favor de Bobby Sands estuvo a punto de crear un conflicto diplomático, en Alemania tras la Segunda Guerra Mundial o en Estados Unidos, donde los líderes confederados siguen en el callejero, son los misterios en los que la autora se sumerge para demostrar que algo a lo que damos tan poca importancia, el nombre de la calle en la que vivimos, es, en muchos lugares, determinante.

«Los nombres de las calles son la herramienta propagandística perfecta», afirma Deirdre en su libro, en el que también denuncia que millones de personas carecen de dirección postal. Política, economía, raza y estatus unidos por algo, aparentemente tan inocente, como un callejero, recorriendo el mundo y la Historia. Un compendio sociológico y geográfico con una nueva visión sobre el mundo en el que vivimos, un libro en el que, en cada página, aprendemos algo.