Elena de los Ríos

Había expectación por
volver a ver a la reina Letizia con tiara, un espectáculo impagable para las fans de la alta joyería y la estética ‘royal’ que, últimamente, se hace de rogar. En todo 2023, solo hubo una ocasión de contemplar lo mejor del joyero de la monarca española, en mayo y gracias a la visita del presidente de Colombia. La visita de Estado de los reyes españoles a Dinamarca pudo en bandeja una nueva ocasión y Letizia no defraudó.

La reina arrasó en la cena de gala en el palacio de Christianborg, en Copenhague, con un vestido que causó sensación, aunque la elección de la tiara de la Flor de Lis, la más importante del joyero real, redobló el impacto de su look. La carísima joya estaba más o menos cantada, pues es la que suele elegir en las visitas de Estado, pero el vestido azul noche, enteramente bordado y con falda de vuelo, sorprendió por su escote.

En realidad, nada tenía el escote del vestido de la reina Letizia que hubiera que subrayar, más allá del impecable tono de piel y la ya famosa tonificación corporal de la monarca. Si destacó fue por los vestidos elegidos por el resto de invitadas por la reina Margarita, casi todos con cuellos a la caja y mucho más discretos. Evidentemente, la soberana quiso aparecer espectacular y resplandeciente y lo consiguió con un diseño que estrenó en 2015, en una cena de gala en honor del entonces presidente de Perú, Ollanta Humal.

Se trata de un vestido de gala, con cuerpo ajustado y falda de gran vuelo, confeccionado en textil azul noche que va enteramente cubierto con un bordado de hojas concristal marino prusia y zafiro e hilo. Esta espectacular creación de Felipe Varela es uno de los diseños más aplaudidos de su armario que reserva a ocasiones muy especiales. Esta es la tercera vez que lo luce, después de llevárselo a Japón en 2017.

Letizia estrenó unos impresionantes pendientes de zafiros

La tiara Flor de Lis, conocida como ‘la tiara de las reinas’, luce por partida triple el emblema de los Borbones y está montada en una diadema de platino, con 450 diamantes y 10 perlas australianas. Fue
un encargo de Alfonso XIII a la joyería Ansorena como regalo para Victoria Eugenia de Battenberg en su boda.

Junto a esta pieza histórica de alta joyería, la reina Letizia quiso lucir unos espectaculares pendientes de diamantes con tres zafiros, cuya procedencia se desconoce. Además, sumó una de las famosas pulseras gemelas de diamantes, creadas a partir de una tiara de Cartier que Alfonso XIII también regaló a su mujer.

La reina letizia, a su llegada al palacio de Christianborg, donde la reina Margarita ofreció una cena de gala en honor de los reyes españoles. / gtres

Además de las joyas, tanto el rey Felipe como doña Letizia lucían las bandas azul celeste de la Orden del Elefante que la reina Margarita les entregó a su llegada al palacio de Amalienborg, residencia oficial de invierno de la familia real danesa. Se trata de la más alta distinción del reino de Dinamarca y que se usa casi exclusivamente para honrar a la realeza y los jefes de Estado.​

La cena de gala se celebró, como decíamos en el impresionante Palacio de Christiansborg, residencia real de la monarquía danesa hasta 1794. En la actualidad, es la
sede del Parlamento de Dinamarca y de los poderes judicial y ejecutivo, lo que convierte a Christiansborg en el único edificio del mundo en albergar los tres poderes del Estado

La visita de Estado de los reyes Felipe y Letizia a Dinamarca tiene el mayor rango diplomático, prueba de su importancia de este viaje más allá de lo estrictamente familiar. Aún así, desde el recibimiento en el aeropuerto, donde acudió la mismísima reina Margarita acompañada por los príncipes herederos Frederik y Mary y la princesa Benedikte, quedó patente el afecto y la cercanía entre ambas familias reales. Sin duda, un puente de plata para las arduas negociaciones de la delegación empresarial española.