En este 7 de noviembre no habrá término medio. Es la gloria o… lágrimas xeneizes y alegría de muchos otros, más allá del Fluminense. Es la Séptima tan soñada por la gente de Boca o la frustración que será celebrada por Independiente (quedando solo al tope del podio), River y más que esperan un traspié, porque es normal que todo el mundo del fútbol juegue este partido de 90 o 120’.
El movimiento popular en Río de Janeiro es reflejo de la expectativa y la necesidad de ganar la Libertadores luego de 16 años y de dos perdidas, una contra el Corinthians en San Pablo (2012) y otra en Madrid con River (2018), la que dejó huella. La Séptima sería un hito porque ya no solo sería Boca el de más finales disputadas, sino el más campeón contra Independiente, que no viene participando en esta competencia desde que la conquistó por última vez en tiempos de Bochini.
También sería un hito por un hombre clave, pese a que no salió a la cancha. Hay algo que lo hace tan especial, Riquelme tiene ese aura tan inexplicable que hizo que este Boca llegara hasta donde llegó gracias a los penales, aunque siendo mejor que sus rivales (Nacional, Racing, Palmeiras). Lo logró todo con la 10 y ahora es el vice que maneja todo.
Allá lejos quedó el debut en abril, con un equipo que no jugaba a nada, empate en Venezuela y Mariano Herrón en el banco reemplazando a Ibarra. También el debut de Almirón: segundo partido del grupo, remontada épica vs. Pereira con gol a los 99’. Era imposible asegurar que se clasificara a octavos…
Hito para cualquier visitante es, además, celebrar en el Maracaná, nos quedó atragantado en el Mundial 2014. Y llegar a siete Libertadores, con Mundial de Clubes en Arabia y otra vez distanciándose del rival de toda la vida. Ese hito, es la realidad, puede ser golpazo y frustración con la misma fuerza, es un 50% y 50%.
Y la gente, los jugadores, todos, deben mostrar esa grandeza que hace falta, sin racismo, sin ensuciar la cancha, sin agresiones. Sin ser un equipazo, sin dar altas garantías, con la experiencia de Romero y Cavani y con el pibe Valentini, así sueña con la gloria eterna. Que sería un hito eterno.
Mirá también
Encuesta en Brasil: Bianchi el mejor de la historia de la Libertadores
Mirá también