El periodista Juan Cruz Taborda Varela nuevamente se sumerge en la historia política de Córdoba con su nuevo libro “Obregón Cano, el equilibrista de Perón”.

El autor de “Ambidiestra. Historias de Córdoba por derecha y por izquierda”, “La Ley de la Revolución (la biografía de Roca)” y “El corazón sobre sus ruinas (la crónica de la Reforma)”, esta vez recupera lo que rodeó a lo que algunos consideran “el último gobierno popular de Córdoba”.

Narrado en formato de crónica periodística y publicado por la editorial Recovecos, el libro aborda la gestión de Ricardo Obregón Cano y Atilio López, transcurrida entre mayo de 1973 y febrero de 1974

En diálogo con Mano a Mano, el escritor cuenta la metamorfosis del dirigente peronista, el contexto político-social de la época y por qué con este relato intenta entender la Córdoba de hoy.

¿Quién fue Ricardo Obregón Cano?

Fue el gobernador de Córdoba electo en el ‘73, con el retorno de la democracia y el fin de la proscripción del peronismo, en lo que fue el único balotaje que tuvo toda la historia de Córdoba. Enfrentó a Víctor Martínez, quien después sería vicepresidente años después. Obregón Cano, previo a ser electo gobernador, había sido presidente de la Juventud Demócrata, es decir del Partido Demócrata -que aquí en Córdoba y a nivel nacional también era la representación del conservadurismo-, y con la irrupción del peronismo a partir del ‘45, quizá un poquito más, Obregón Cano, como buena parte de los demócratas, se sumó al peronismo. Fue legislador y terminó siendo un funcionario importante del gobierno peronista que comandaba Córdoba cuando explotó el golpe del ‘55. Un hombre más bien de perfil moderado, respetuoso, de buena llegada a los sectores medios, de buen vínculo con sus opositores y representantes del peronismo. 

¿Cómo llega al gobierno de Córdoba este peronismo más “socialista”?

Por el clima de época, fundamentalmente. Hay que tener presente que Córdoba, a partir de 1918, cambia completamente por la Reforma Universitaria. Esa Córdoba que hoy muchos elogian acerca de su supuesta rebeldía, es una Córdoba que vive justamente entre ‘18 y ‘74, en donde hay expresiones que podemos identificar como de izquierda, progresista, socialistas, cuando después de la dictadura del ‘55 y el triunfo de Arturo Frondizi empiezan a aparecer algunas libertades sindicales mínimas con las figuras de Agustín Tosco, Atilio López y Elpidio Torres, que le dan a Córdoba un matiz diferente de lo que se vive a nivel nacional. En ese marco, con lo que supone también la década del 70, la Revolución Cubana, lo que pasa en Francia, todo eso fue generando un clima de época distinto, una atmósfera diferente, que permite que finalmente Obregón Cano, que es la expresión de la izquierda peronista en el ‘73, primero le gane la interna a la derecha peronista de Julio Antún, y luego a Víctor Martínez, que es una expresión conservadora vinculada a la Iglesia del radicalismo de Córdoba. Obregón Cano, en su discurso de asunción en la Legislatura, habla de hacer una revolución socialista. Y esto se logra no por el perfil de Obregón Cano, que creía realmente en eso más allá de su condición de hombre moderado, sino también por el clima de época: era una generación que de algún modo estaba pidiendo eso, quería un cambio rotundo de las estructuras. Sucedía aquí en Córdoba y sucedió en buena parte del país, por eso también el triunfo de Cámpora a nivel nacional.

Obregón Cano y su vice, Atilio López.

Sin embargo, aquella aventura de Obregón Cano duró tan solo nueve meses, periodo por el cual se ganó el lote de “equilibrista”: durante su gestión, fue víctima de los enfrentamientos de la derecha y la izquierda, este último espacio representado por Montoneros, que pese al regreso de Juan Domingo Perón a la Argentina aún soñaba con la revolución.

“Obregon Cano camina en el medio de la alianza que tiene con Montoneros en Córdoba, que forma parte de su gobierno. Y Perón, poco a poco, se despega de esto y comienza una tensión evidente entre ambas partes”, explica Taborda Varela.

El intento de equilibrio termina de desbalancearse con Perón en el poder y deriva en el derrocamiento con el golpe policial de febrero de 1974, conocido como el “Navarrazo”.

¿Cómo nace tu interés por estos personajes de la política cordobesa?

Nace a partir de mi oficio, que es el periodismo, e imagino el leitmotiv de todos aquellos que hacemos periodismo: el interrogante, la pregunta, la curiosidad. Si uno hace periodismo y no tiene curiosidad, no tiene interrogantes, no tiene preguntas, la pregunta sería para qué hace periodismo. Estamos presenciando un momento en donde el periodismo tiene como principal objetivo tener las propias respuestas. Y el periodismo tiene que tener preguntas, o al menos tengo preguntas sobre aquello que no sé, y sobre aquellos que no sé, quiero aprender. En el caso de Obregón Cano, de Gustavo Roca -el hijo de Deodoro Roca- o de la Reforma Universitaria, mi pregunta es qué fue lo que nos sucedió acá, qué fue lo que pasó. Frente al interés de saber escribo libros sobre aquello que no sé y quiero aprender, y eso fue lo que me motivó para aprender qué fue de Obregón Cano. En algunos años puntuales de apogeo de expresiones progresista o de izquierda en Argentina en relación al kirchnerismo, en América Latina con el auge del chavismo, Lula da Silva o Pepe Mujica, esto que presenciamos en la primera parte del siglo 21, algunos actores sociales comenzaron a reivindicar a Obregón Cano como el último gobierno popular de Córdoba. Entonces, quería saber si efectivamente se había tratado del último gobierno popular de Córdoba, qué había hecho en materia de gestión política, qué medidas, a quién había perjudicado y a quién había beneficiado, así que el libro es un poco buscando esa razón.

Taborda Varela, con otros de sus libros.

Últimamente a Córdoba se la asocia con el lado conservador. ¿Tratas de desterrar esto con tus relatos?

Con mis relatos no trato de desterrar nada, quiero buscar respuestas a los interrogantes y que son respuestas que siguen abriendo preguntas. Si hoy a Córdoba se la ubica dentro del espacio conservador, eso lo podemos verificar o ratificar con el comportamiento electoral que tiene la ciudadanía cordobesa. Es evidente que Córdoba a la hora de votar se diferencia de todo el país y claramente ha adoptado en los últimos 40 años espacios que se ubican más a la derecha, centro de derecha, es decir que los espacios que se han pretendido mostrar como progresistas o de centro de izquierda, no han tenido buenos resultados electorales. Si me guío exclusivamente por la variable del comportamiento electoral, tengo que decir que sí, y me parece que hay un origen de todo esto que nos lleva directamente a Obregón Cano. Córdoba vivió una era de Reforma Universitaria, que va del ‘18 y concluye con el ‘55, porque los que eran herederos de los reformistas se suman al golpe contra Perón. Pero poco después comienza la era del Cordobazo, que se inicia con este gran movimiento, con una nueva generación de hombres y mujeres más cercanos a los ideales de aquellos reformistas del ‘18, que se cristaliza con el triunfo de Obregón Cano y Atilio López, y el fin de esa era fue justamente con el Navarrazo en el ‘74. Después Córdoba no se recupera más, las expresiones progresistas o de izquierda no van a tener nunca más protagonismo.

En la asunción de José Manuel de la Sota en 1999, Obregón Cano declararía que el regreso del peronismo al gobierno de Córdoba era un gesto de reconciliación de la sociedad con el justicialismo. Consultado si hoy estaría orgulloso del actual peronismo cordobés, Taborda Varela señala que la respuesta podría variar según los distintos Obregón Cano.

“No hubo uno solo: hubo un Obregón Cano que fue integrante de un partido conservador con el Partido Demócrata, hubo un adulto-joven que fue gobernador y representaba una expresión evidente de la izquierda, y después hubo un adulto-mayor, cuando pudo salir de la cárcel, que intentó ser más conciliador que aquel gobernador”, comenta.

Ricardo Obregón Cano

Además, sostiene que, en todo caso, la crítica que se le puede hacer al peronismo actual es por qué después de 24 años de gobierno jamás reivindicó a Obregón Cano, que fue el hombre que recuperó para el peronismo la provincia de Córdoba.

En el final, el escritor invita a leer su libro para conocer una Córdoba y un gobernador que quedaron en el olvido y, a su vez, como un elemento de análisis más de la historia para comprender este presente.